HISTORIAS CUBANAS: María la bolitera
Era un domingo más de cielo azul en la capital cubana. María Hernández, el nombre ficticio con el que esta mujer prefiere que la llamen, esperaba el autobús junto a su familia. María Hernández, el nombre ficticio con el que esta mujer prefiere que la llamen, esperaba el autobús junto a su familia. Su esposo cargaba una bolsa con toallas, protector solar, agua y galletas. Los dos hijos, que no se aguantaban de ansiedad, movían sus cuerpos incansables mientras veían llegar el transporte. Estaban todos listos.
En aquella mañana soleada, la familia tendría el privilegio de dejar el asfalto de La Habana para pasar la tarde en la arena, frente al mar caribeño, en la playa de Santa María. El programa de veraneo pudo ser posible gracias a que la noche anterior había sido de mucha suerte para el cuarteto. La familia ganó mil pesos cubanos por jugar en la lotería.
En aquella mañana soleada, la familia tendría el privilegio de dejar el asfalto de La Habana para pasar la tarde en la arena, frente al mar caribeño, en la playa de Santa María. El programa de veraneo pudo ser posible gracias a que la noche anterior había sido de mucha suerte para el cuarteto. La familia ganó mil pesos cubanos por jugar en la lotería.
La respuesta vino de inmediato: "Desde Estados Unidos, en los lotos de los programas Cash 3 y Play 4 de Florida", contesta la madre. "El sorteo de hace a las 12:00 y a las 8:00", añade, demostrando total dominio de una actividad declarada ilegal desde 1961 por el régimen de Fidel Castro. El conocimiento de Hernández sobre el juego viene de su propia experiencia. Ella trabaja como 'bolitera'; es decir, la persona que apunta o recoge las apuestas clandestinas que hacen algunos compatriotas para ganar un par de pesos más y poder hacer esos planes que están fuera del presupuesto mensual de la familia, como ella misma en esta mañana especial de domingo.
Su formación es como enfermera, pero la mujer tiene pocos recuerdos de la época en la que trabajaba en los hospitales de La Habana. Desde que el oficio de 'bolitera' se convirtió en uno de los más lucrativos de Cuba, junto a otros trabajos ilegales, como "la prostitución y el alquiler de antenas de televisión", Hernández dejó de ser reconocida por su uniforme blanco. Ahora, las personas la paran por la calle para decirle los números o 'bolitas' de la suerte que lleva entre sus manos. Todas las mañanas Hernández sale a recoger las apuestas. "Tengo al menos 50 clientes por día y recibo 250 pesos, que equivalen a 10 dólares. Lo que obtengo como 'bolitera' en un día es lo que ganaba en un mes trabajando como enfermera.
El responsable de financiar la lotería lleva el nombre de "banquero". Otra figura es necesaria en este circuito: el intermediario, que pone en contacto el banquero y al 'bolitero'. Hay toda una organización para mantener este esquema bajo la mayor discreción. Por eso, Hernández nunca ha visto a su "jefe", como le dice ella. "La policía hace operativos casi diarios para detener a la gente que trabaja con actividades ilegales. En nuestro caso, la multa puede llegar a 1.000 pesos cubanos. Pero eso es cada vez más infrecuente en La Habana. Las autoridades saben de la situación económica crítica de nuestro país y que necesitamos recurrir a ese tipo de salidas", explica.
Hernández cuenta que en todas las calles hay agentes de seguridad del Gobierno disfrazados, "que pueden ser desde un hombre hasta una viejita". Sin embargo, ella confía en que no le pasará nada. "Me llevo bien con todo el mundo. No creo que alguien llegue a denunciarme", afirma. Aunque se sienta segura con su labor ilegal, los años de 'bolitera' de Hernández pueden estar a punto de acabar. La cubana confiesa tener planes de mudarse del país con su familia. "La vida aquí es muy difícil. Este fin de semana estamos en la playa, pero no sabemos si se repetirá. Sólo si ganamos en la lotería otra vez".
Tomado de El mundo.es 2022 Unidad Editorial Internet, S.L. Numeros de la Charada: Aquí