La prensa Gallega en el conflicto Cubano (Cuarta parte)
El sensacionalismo invadió la prensa durante esta época. Los cambios formales y de tirada son considerables.
En EE UU, el Journal, de Hearst, es el primero en utilizar grandes titulares para llamar la atención y aludir al público como afectado en su primera plana. Las caricaturas, la sátira desaforada o la interpretación de los hechos según el beneficio comercial marcan el carácter de la primera prensa amarilla.
EL NUEVO PERIODISMO. ENTRE EL AMARILLISMO Y LA REALIDAD
"Usted facilite las ilustraciones y yo le proporcionaré la guerra". Esta frase pronunciada por W.R. Hearst, director del Journal a su fotógrafo Remington simboliza el inicio de una nueva concepción del periodismo, el llamado periodismo amarillo.
Ese "nuevo periodismo" aprovechaba al máximo los nuevos procedimientos que la técnica ponía a su alcance en impresión -grandes titulares a toda plana- utilización del color, a la vez que las primeras fotografías hacían su aparición en la prensa. A pesar de todo, hay que tener en cuenta que la prensa en esta época, pasaba por una etapa de propagandismo fundamental en sus planteamiento.
No se buscaba la objetividad ni contar los hechos de forma aséptica. Se trataba de influir de manera importante en las conciencias y en las convicciones de los lectores. Sin embargo, hay grandes diferencias entre la prensa yanqui de entonces y la gallega.
La prensa gallega y la prensa norteamericana
Si bien es característico de ambos estilos de periodismo la exageración desmesurada representada en la difusión de consignas patrióticas y el ataque furibundo contra el enemigo, la prensa gallega se diferencia principalmente de la yanqui en sus fuertes convicciones políticas. Nuestra prensa nacía siempre aliada con una u otra fuerza política.
Muchos de estos periódicos adoptarían una cabecera totalmente identificativa con el partido al que representaban, es el caso de La Unión Republicana o El Socialista. Las publicaciones se convertían muchas veces en meros instrumento del poder llegando, incluso, a difundir mentiras o noticias maliciosas. En otras ocasiones servían como arma arrojadiza contra otro partido político rival.
A este respecto publicaba El Eco de Galicia: "Algunos periódicos de la oposición, a pesar de la tregua que en la lucha política exigen el patriotismo y las circunstancias por que atravesamos, culpan injustamente de estos males al Gobierno y encuentran armas de combate contra el Partido Liberal".
El inicio de hostilidades entre yanquis y españoles supondrá el comienzo de una prensa sensacionalista y tremendamente soez. El honor, la dignidad y el amor a la patria se mezclan con los insultos y las aberraciones contra el pueblo norteamericano.
En ambos países la prensa intenta ridiculizar al contrario. Para los americanos, los españoles eran incultos -representantes de un país atrasado y corrupto bajo una monarquía que era una antigualla-, sanguinarios, sin ningún respeto por las normas civilizadoras de conducta; además, su propia historia estaba plagada de crímenes y atrocidades, y ahora pretendían mantenerse en Cuba mediante el terror y la violencia.
Para los gallegos, los americanos eran un pueblo de piratas y canallas, guarida de escoria arrojada del viejo continente y se los describía como cerdos y salchichas. Este periodismo adulterado de consignas, patriotismo e insultos desorientaba a la opinión pública y los condenaba a un clima de falsa euforia. Muchas de las crónicas que hablaban sobre la guerra engrandecían el poderío del ejército español.
La recomendación de no fiarse de esta prensa nos llega de un testigo directo, un soldado gallego destinado en el batallón de ferrocarriles en Cuba y que les escribe a sus familiares: "Que no crean nada de lo que dicen los periódicos porque muchas cosas que nosotros mismos presenciamos, al verlas en los periódicos nos hacemos cruces, porque nadie conoce el hecho. Me figuro que con otras muchas noticias ocurrirá lo mismo, por lo que es mejor que no crean nada o, por lo menos muy poco".
Desde El Corsario se arremetía contra las mentiras de la prensa oficialista porque "todo el afán de la prensa ha sido y sigue siendo provocar las estúpidas pasiones patrióticas en contra de los Estados Unidos, aunque en forma hipócrita, para que el pueblo enfurecido, y en un momento de lucidez no los barra a ellos por ser verdaderos culpables de todas las desgracias que al pueblo obrero desesperan".
En otro artículo vaticinaba el final de esta campaña "quien siembra vientos recoge tempestades". En el bando americano los periódicos crearon tal ambiente de euforia que los alistamientos se produjeron por lo que habían leído y visto en la prensa.
Muchos de los jóvenes americanos no pudieron soportar más la tiranía y la crueldad con que actuaban los españoles en Cuba. Lo veían diariamente en las ilustraciones y las fotografías y lo afirmaban los periódicos. Muchos de ellos decidieron enrolarse en el ejército que partía para la isla a fin de castigar a los desalmados españoles.
Era, sin duda, todo un éxito para Hearst y Pulitzer. La prensa gallega también se hizo eco de las informaciones de los grandes diarios americanos y publicaban de ellos: "La campaña jingoísta está principalmente sostenida por dos periódicos completamente desacreditados: el Journal y el World, cuyo lenguaje constituye una auténtica vergüenza para los Estados Unidos, vergüenza que más de una vez se ha echado en cara a los gobiernos que lo toleran".
El término "amarillismo" se extendió muy rápido para denominar a un tipo de periodismo demasiado sensacionalista. En EE UU para hacerle frente a los periódicos amarillos estaban los "negros" (black journalism). A Galicia también llegó esta extraña y colorida división de la prensa:
"Teníamos los periódicos amarillos, los rabiosos jingoes, según los cuales los norteamericanos iban a merendarnos crudos en quince días... Pero si en Yankilandia existe la prensa puffista, aquí comienzan a enseñar la oreja los periódicos que podemos llamar blancos. No solamente dan aire a los lamentos de cocodrilo de la prensa extranjera; por su cuenta piden que vayamos a la paz por cualquier camino...".
Esta prensa, tanto gallega como norteamericana, comenzó a desinflarse finalizada la contienda. Sin embargo, desde entonces el término "amarillismo" ha perdurado para referirse a la prensa sensacionalista. 6.2. "La guerra de los periódicos" La guerra de independencia de Cuba y la posterior guerra hispano-americana sirvieron de lanzadera del "nuevo periodismo".
Se trata de unos periodistas y unos periódicos que no se detenían ante nada y ante nadie. No existía la menor sujeción aun código de moralidad profesional. Se ocultaban unos hechos y se ensalzaban otros, y todo ello, con distintos fines; comerciales en el caso de la prensa americana y político-patrióticos en el de la prensa gallega.
Esto ha inducido a hablar del conflicto cubano-hispano-americano como "la guerra de los periódicos" ( the Newspaper war). Entre los autores hay diversidad de opiniones. Algunos historiadores como Fernández Almagro afirman que la participación popular estuvo manejada por la prensa, que llevó a cabo "una función desorientadora de la opinión pública".
Sin embargo, Julián Companys reconoce la importancia de la prensa a la hora de adelantar juicios y de crear pareceres debido a su enorme poder de captación "pero igualmente hay que admitir que la Administración republicana de Mckinley mantuvo el timón del Estado en la dirección que se trazara, resistiendo a las presiones del Congreso y de la calle -la prensa- y actuó de forma decisoria cuando le pareció oportuno".
"Usted facilite las ilustraciones y yo le proporcionaré la guerra". Esta frase pronunciada por W.R. Hearst, director del Journal a su fotógrafo Remington simboliza el inicio de una nueva concepción del periodismo, el llamado periodismo amarillo.
Ese "nuevo periodismo" aprovechaba al máximo los nuevos procedimientos que la técnica ponía a su alcance en impresión -grandes titulares a toda plana- utilización del color, a la vez que las primeras fotografías hacían su aparición en la prensa. A pesar de todo, hay que tener en cuenta que la prensa en esta época, pasaba por una etapa de propagandismo fundamental en sus planteamiento.
No se buscaba la objetividad ni contar los hechos de forma aséptica. Se trataba de influir de manera importante en las conciencias y en las convicciones de los lectores. Sin embargo, hay grandes diferencias entre la prensa yanqui de entonces y la gallega.
La prensa gallega y la prensa norteamericana
Si bien es característico de ambos estilos de periodismo la exageración desmesurada representada en la difusión de consignas patrióticas y el ataque furibundo contra el enemigo, la prensa gallega se diferencia principalmente de la yanqui en sus fuertes convicciones políticas. Nuestra prensa nacía siempre aliada con una u otra fuerza política.
Muchos de estos periódicos adoptarían una cabecera totalmente identificativa con el partido al que representaban, es el caso de La Unión Republicana o El Socialista. Las publicaciones se convertían muchas veces en meros instrumento del poder llegando, incluso, a difundir mentiras o noticias maliciosas. En otras ocasiones servían como arma arrojadiza contra otro partido político rival.
A este respecto publicaba El Eco de Galicia: "Algunos periódicos de la oposición, a pesar de la tregua que en la lucha política exigen el patriotismo y las circunstancias por que atravesamos, culpan injustamente de estos males al Gobierno y encuentran armas de combate contra el Partido Liberal".
El inicio de hostilidades entre yanquis y españoles supondrá el comienzo de una prensa sensacionalista y tremendamente soez. El honor, la dignidad y el amor a la patria se mezclan con los insultos y las aberraciones contra el pueblo norteamericano.
En ambos países la prensa intenta ridiculizar al contrario. Para los americanos, los españoles eran incultos -representantes de un país atrasado y corrupto bajo una monarquía que era una antigualla-, sanguinarios, sin ningún respeto por las normas civilizadoras de conducta; además, su propia historia estaba plagada de crímenes y atrocidades, y ahora pretendían mantenerse en Cuba mediante el terror y la violencia.
Para los gallegos, los americanos eran un pueblo de piratas y canallas, guarida de escoria arrojada del viejo continente y se los describía como cerdos y salchichas. Este periodismo adulterado de consignas, patriotismo e insultos desorientaba a la opinión pública y los condenaba a un clima de falsa euforia. Muchas de las crónicas que hablaban sobre la guerra engrandecían el poderío del ejército español.
La recomendación de no fiarse de esta prensa nos llega de un testigo directo, un soldado gallego destinado en el batallón de ferrocarriles en Cuba y que les escribe a sus familiares: "Que no crean nada de lo que dicen los periódicos porque muchas cosas que nosotros mismos presenciamos, al verlas en los periódicos nos hacemos cruces, porque nadie conoce el hecho. Me figuro que con otras muchas noticias ocurrirá lo mismo, por lo que es mejor que no crean nada o, por lo menos muy poco".
Desde El Corsario se arremetía contra las mentiras de la prensa oficialista porque "todo el afán de la prensa ha sido y sigue siendo provocar las estúpidas pasiones patrióticas en contra de los Estados Unidos, aunque en forma hipócrita, para que el pueblo enfurecido, y en un momento de lucidez no los barra a ellos por ser verdaderos culpables de todas las desgracias que al pueblo obrero desesperan".
En otro artículo vaticinaba el final de esta campaña "quien siembra vientos recoge tempestades". En el bando americano los periódicos crearon tal ambiente de euforia que los alistamientos se produjeron por lo que habían leído y visto en la prensa.
Muchos de los jóvenes americanos no pudieron soportar más la tiranía y la crueldad con que actuaban los españoles en Cuba. Lo veían diariamente en las ilustraciones y las fotografías y lo afirmaban los periódicos. Muchos de ellos decidieron enrolarse en el ejército que partía para la isla a fin de castigar a los desalmados españoles.
Era, sin duda, todo un éxito para Hearst y Pulitzer. La prensa gallega también se hizo eco de las informaciones de los grandes diarios americanos y publicaban de ellos: "La campaña jingoísta está principalmente sostenida por dos periódicos completamente desacreditados: el Journal y el World, cuyo lenguaje constituye una auténtica vergüenza para los Estados Unidos, vergüenza que más de una vez se ha echado en cara a los gobiernos que lo toleran".
El término "amarillismo" se extendió muy rápido para denominar a un tipo de periodismo demasiado sensacionalista. En EE UU para hacerle frente a los periódicos amarillos estaban los "negros" (black journalism). A Galicia también llegó esta extraña y colorida división de la prensa:
"Teníamos los periódicos amarillos, los rabiosos jingoes, según los cuales los norteamericanos iban a merendarnos crudos en quince días... Pero si en Yankilandia existe la prensa puffista, aquí comienzan a enseñar la oreja los periódicos que podemos llamar blancos. No solamente dan aire a los lamentos de cocodrilo de la prensa extranjera; por su cuenta piden que vayamos a la paz por cualquier camino...".
Esta prensa, tanto gallega como norteamericana, comenzó a desinflarse finalizada la contienda. Sin embargo, desde entonces el término "amarillismo" ha perdurado para referirse a la prensa sensacionalista. 6.2. "La guerra de los periódicos" La guerra de independencia de Cuba y la posterior guerra hispano-americana sirvieron de lanzadera del "nuevo periodismo".
Se trata de unos periodistas y unos periódicos que no se detenían ante nada y ante nadie. No existía la menor sujeción aun código de moralidad profesional. Se ocultaban unos hechos y se ensalzaban otros, y todo ello, con distintos fines; comerciales en el caso de la prensa americana y político-patrióticos en el de la prensa gallega.
Esto ha inducido a hablar del conflicto cubano-hispano-americano como "la guerra de los periódicos" ( the Newspaper war). Entre los autores hay diversidad de opiniones. Algunos historiadores como Fernández Almagro afirman que la participación popular estuvo manejada por la prensa, que llevó a cabo "una función desorientadora de la opinión pública".
Sin embargo, Julián Companys reconoce la importancia de la prensa a la hora de adelantar juicios y de crear pareceres debido a su enorme poder de captación "pero igualmente hay que admitir que la Administración republicana de Mckinley mantuvo el timón del Estado en la dirección que se trazara, resistiendo a las presiones del Congreso y de la calle -la prensa- y actuó de forma decisoria cuando le pareció oportuno".
Alguna publicación gallega de la época también emitió su juicio con respecto al papel que la prensa estaba jugando en ese momento. Para El Corsario, la prensa americana había recogido los vientos sembrados por la española e hizo estallar la tempestad en forma de beligerancia, "ahora, la prensa española burguesa ha cogido el negocio de la beligerancia por su cuenta, y ha echado a volar cincuenta mil infundios patrioteros...".
Los estudiosos de la prensa norteamericana también tienen la opinión dividida. John Baker habla directamente de "la guerra de los periódicos" por ser la prensa sensacionalista y amarilla (Yellow Journalism) la más importante en EE UU, "la prensa amarilla compró opiniones. La prensa quiso aumentar la histeria colectiva, creciendo, con ello, más y más.
Hearst, Pulitzer y otros fueron ciertamente provocativos en sus periódicos. El Congreso, arrinconado por la presión pública simbolizada en los medio, no tenía otra salida que declarar la guerra (...) La prensa fue responsable del conflicto. Por eso debemos referirnos a la guerra hispano-americana como "la guerra de los periódicos".
Sin embargo, para Jess Giessel los periódicos no presionaron a la gente, al Congreso o al presidente de los Estados Unidos para conseguir lo que querían. Los periódicos ayudaron a crear una opinión pública y tuvieron una gran influencia en la nación, pero no dictaron la política. Para Giessel, "esta guerra con España fue la guerra de los corresponsales de guerra".
En fin, un conflicto que dio mucho que hablar, y, cómo no, que sufrir. Aún retumban en las cabezas de muchos de nuestros abuelos, emocionantes historias de familiares a los que la prensa nunca les dedicó ni una sola palabra, porque en aquel momento lo más importante era hablar de gloria, honor, patria y victoria.
Fuente: Universidad de Santiago de Compostela / Salgado Tejido, Xurxo (1999): 1898, el fin del imperio español / La prensa gallega antes y después del "desastre". Revista Latina de Comunicación Social, 18. Recuperado el x de xxxx de 200x de: http://www.ull.es/publicaciones/latina/a1999gjn/80haba2.htm
Los estudiosos de la prensa norteamericana también tienen la opinión dividida. John Baker habla directamente de "la guerra de los periódicos" por ser la prensa sensacionalista y amarilla (Yellow Journalism) la más importante en EE UU, "la prensa amarilla compró opiniones. La prensa quiso aumentar la histeria colectiva, creciendo, con ello, más y más.
Hearst, Pulitzer y otros fueron ciertamente provocativos en sus periódicos. El Congreso, arrinconado por la presión pública simbolizada en los medio, no tenía otra salida que declarar la guerra (...) La prensa fue responsable del conflicto. Por eso debemos referirnos a la guerra hispano-americana como "la guerra de los periódicos".
Sin embargo, para Jess Giessel los periódicos no presionaron a la gente, al Congreso o al presidente de los Estados Unidos para conseguir lo que querían. Los periódicos ayudaron a crear una opinión pública y tuvieron una gran influencia en la nación, pero no dictaron la política. Para Giessel, "esta guerra con España fue la guerra de los corresponsales de guerra".
En fin, un conflicto que dio mucho que hablar, y, cómo no, que sufrir. Aún retumban en las cabezas de muchos de nuestros abuelos, emocionantes historias de familiares a los que la prensa nunca les dedicó ni una sola palabra, porque en aquel momento lo más importante era hablar de gloria, honor, patria y victoria.
Fuente: Universidad de Santiago de Compostela / Salgado Tejido, Xurxo (1999): 1898, el fin del imperio español / La prensa gallega antes y después del "desastre". Revista Latina de Comunicación Social, 18. Recuperado el x de xxxx de 200x de: http://www.ull.es/publicaciones/latina/a1999gjn/80haba2.htm