En 1896 el generalísimo Máximo Gómez se tuvo que poner bien serio con una parte del ejército libertador perteneciente al poblado de "La Providencia" - localidad de Najasa - en la provincia del Camagüey.
Se vio obligado arrestar a varios de ellos, e incluso aplicar varios consejos de guerra. En uno de ellos, aplicado al capitán Joaquín González, y que al parecer era un malechor, le fue aplicada la sentencia de muerte. Veamos lo que apunta el propio Gómez en su diario de campaña...
"El día uno de Junio llegué a Ciego de Escobar, en donde descansé los dos días. Siguióse marcha después y ya el día 8 me encontraba en la zona de Najasa.
Lo primero que he tenido que hacer, ha sido suspender del mando al General Suárez. Me he encontrado todo desorganizado, desarrollado el espíritu del tráfico o mercantilismo y completamente enervado el espíritu de las tropas.
Por tal situación creada a favor de la quietud en que los españoles han dejado esta comarca para poder resistir el empuje adoptar medidas fuertes, sobre todo con los defraudadores de la Hacienda Pública. Unos han sido detenidos, y hasta por un Consejo de Guerra fue sentenciado a muerte y ejecutado, Joaquín González".
Al respecto arengó a la tropa:
"Con la ejecución de hombres como ese, nosotros levantamos en alto nuestro honor, y con la muerte dada a ese pícaro malhechor, nosotros aseguramos la paz de nuestra nación para el día en que ella sea completamente libre".
El generalísimo entregó el resto de los detenidos al gobernador civil de Camagüey, el comandante Melchor Loret de Mola y partió hacia el potrero de Saratoga, donde una fuerte columna española con 2000 hombres había acampado. Gómez la mantuvo en jaque con ataques sorpresas de la guerrilla, aunque sufrió 50 bajas y la pérdida de 100 caballos.
Es curioso, a la vez que muy triste, lo que tuvo que pasar esta familia Loret de Mola. Los relatos dan cuenta que este señor comandante, Melchor Loret de Mola, a la sazón gobernador de Camagüey hasta su renuncia en 1896, descendía de una familia libertadora. Su tío, el coronel Alejandro Loret de Mola, era jefe de la zona de Caonao en Camagüey e Ignacio Mora Pera, fue uno de los 76 camagüeyanos que se levantaron en armas en el "Paso de Las Clavellinas".
Por cierto Ignacio era el esposo de la patriota agramontina Ana Betancourt, desterrada a España y a la que jamás volvió a verla. Ya muerto su esposo, Ana regresó a Cuba y un oficial español le hizo entrega del diario de su difunto marido y pudo saber todo lo que había pasado. Ana murió en Madrid en 1901 víctima de una bronco neumonía, a los 69 años de edad.
Sus tíos Alejandro e Ignacio, ambos coroneles, fueron asesinados.
El primero fue degollado por una columna española al mando del general Cubano, al servicio de España, Francisco Acosta y Albear, en la zona de Najasa, en la que también murió su padre Melchor, mientras que Ignacio fue fusilado en el Chorillo de Najasa y, luego de quedar vivo, acabó macheteado hasta la muerte.
De milagro "Melchorcito", como le llamaban, sobrevivió a esta matanza siendo apenas un crío. Debió ser por eso que unos años después, el 7 de abril de 1903, cuendo ya Cuba era libre, decidió terminar con su vida arrojándose al mar.