miércoles, 29 de marzo de 2023

El hombre que nunca dormía

Junto al presidente Lincoln y a su izquierda, el general John A. McClernand y a la derecha Allan Pinkerton, entonces jefe del Servicio Secreto

En esa fotografía se ve al escocés Allan Pinkerton junto al presidente Lincoln. Fue tomada el 3 de octubre de 1862 en el cuartel general del Ejército del Potomac, en Maryland, durante la guerra civil estadounidense.  

En 1850 Allan Pinkerton (considerado el primer agente del FBI en la historia) organizó “La Agencia Nacional de Detectives Pinkerton” (la primera en su clase en Estados Unidos y en todo el mundo). Dos hechos marcaron su fama y prestigio, la recuperación de una gran suma de dinero robada a la compañía "Adams Express" y el descubrimiento de una conspiración para asesinar al presidente Abraham Lincoln en 1861, además que cubrieron de gloria al personaje en cuestión.

Servicios a España. 

Fue la encargada de vigilar a José Martí, el organizador del tercer levantamiento de 1895 en Cuba, mientras estuvo residiendo en de la ciudad de New York en 1880. Las Cuentas de gastos de vigilancia de la legación española en Washington, ofrecen un pormenorizado resumen de las sumas de dinero que fueron pagadas a la agencia Pinkerton por las autoridades diplomáticas españolas. 

El historiador francés Paul Estrade, gran especialista en América y uno de los más importantes estudiosos del pensamiento y la obra de José Martí, fue de los primeros que llamó la atención sobre este capítulo semi olvidado. Lo hizo "buceando" en los archivo de España y luego publicándolo en el artículo "La Pinkerton contra Martí", en el anuario de 1978 del Centro de Estudios Martianos.

Antes de que la isla consiguiera la independencia, España y Cuba libraron tres guerras, y en dos de ellas, la del 68 y "la chiquita" el agonizante imperio español obtuvo la victoria. Fue por eso que numerosos patriotas cubanos fueron desterrados o se exiliaron, entre ellos José Martí, que se estableció junto a su esposa y su hijo de 15 meses en la ciudad de Nueva York. 

Era 1880 y la familia Martí vivía en una humilde pensión. Poco después otro huésped se alojó en el establecimiento. Sólo se conocieron sus iniciales, E.S. El recién llegado trabó amistad enseguida con los Martí y con otros exiliados. Regalaba golosinas a sus hijos, y muchas veces se presentaba a la cena con una botella de vino para agasajar a Martí y al resto de comensales. 

En realidad buscaba información como consta en el Archivo Histórico Nacional de España, que atesora en Madrid numerosa documentación al respecto. Para entonces Martí era el principal responsable del Comité Revolucionario Cubano, un organismo que repartía propaganda, recaudaba fondos y compraba armas para la causa en la isla.

El tal E.S. era un investigador privado. Estaba en la plantilla de la Pinkerton’s National Detective Agency y su misión consistía en convertirse en la sombra del líder cubano. La embajada española en Washington y el consulado español en Nueva York, que ya habían recurrido a detectives en otras ocasiones, no sólo contrataron esta empresa. 

También pidieron ayuda a una firma neoyorquina más modesta, la "Davie’s Detective Agency". Sin embargo, la mayor parte de los encargos –y de los beneficios– fueron para la agencia Pinkerton, que utilizó a más de 25 personas en los seguimientos efectuados a ciudadanos cubanos. Se asegura que sólo para José Martí habían contratados 7 espías.

Pinkerton, con un puro en la mano, y el servicio secreto durante la guerra civil

El espía que llegó a tener un trato más cercano con él fue E.S. con mucha diferencia, pero a este le relevaron J.P., C.B.D., F.J.P., D.B., C.K.E. y N.A.P, según el libro "Soldados españoles en Cuba" © Biblioteca Nacional de España (BNE). Pero fue el misterioso E.S. quien dejó un pormenorizado recuento de sus gastos, como era obligatorio en su empresa, y que luego incluía el documento en la factura que se le entregaba al cliente. 

La agencia Pinkerton enviaba cada mes sus notas de gastos al consulado de Nueva York. Así sabemos por ejemplo el precio de las 23 botellas de vino que su hombre compró en la pensión, al precio de 75 centavos cada una. También existen documentos donde se refleja que gastó otros 20 centavos en dulces para el hijo de los Martí y de otros matrimonios. 

Las facturas eran reenviadas posteriormente por el consulado a la embajada, que las hacía llegar al ministerio de Ultramar y al de Estado (Asuntos Exteriores). Por eso se encuentran en el Archivo Histórico Nacional. Cualquier estratagema valía para ganarse la confianza de los espiados. E.S. llegó al punto de contratar a una colaboradora, para que esta recibiera clases particulares de castellano por parte de José Martí y su esposa. 

El depauperado Gobierno español destinó en 1880 más de 67.000 dólares, un capital respetable para la época, en detectives y otros “gastos de vigilancia” en EE.UU. Uno de sus primeros biógrafos, el militar e historiador Enrique Collazo y Tejada, general de brigada del ejercito libertador, aseguró en "Cuba independiente" de 1900, lo siguiente: 

"Tiempo después Martí cayó “en delirios de persecución que lo hacían ver espías y detectives por todas partes”.

Recordemos en la carta que escribió a su amigo Manuel Mercado la frase: “En silencio ha tenido que ser porque hay cosas que para lograrlas han de andar ocultas”. Tras doce años de guerra, la llama de la rebelión parecía extinguirse y España decidió prescindir de la agencia Pinkerton el 21 de agosto de 1880, aunque siguió vigilando otros rebeldes en Filadelfia. 

La muerte de Pinkerton, el 1 de julio de 1884 en Chicago, fue lo mas grotesco e inconcebible que pueda uno imaginarse. El hombre se cayó en plena calle y se golpeó la barbilla con la acera, pero con el impacto se mordió y cercenó un pedazo de su lengua, derivando posteriormente en una gangrena que le causó la muerte. 

Dejó escrito varios libros, pero uno de ellos, en 1884, sigue teniendo tremenda actualidad: “Huelguistas, comunistas y vagabundos”, de 1878, así como "Treinta años como detective". Fue, además de un azote para los malhechores, un consumado "rompe huelgas" que solía infiltrar sus agentes entre los agitadores de izquierdas. Su slogan era: "We never sleep". (Nunca dormimos).

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