La República de Cuba y su eterna discordia
Salvador Cisneros Betancourt, marqués de Santa Lucía |
Gracias a la labor de prestigiosos historiadores y a esta maravillosa internet, se puede enterar uno de pasajes de nuestra historia bastante desconocidos para una mayoría. No solo eso, porque desconocer no es delito, el pecado está en desvirtuar esa historia, falsearla y viciarla por intereses políticos.
Por ejemplo, argumentar un supuesto rechazo del general en jefe del ejército libertador Cubano, Máximo Gómez, hacia el gobierno interventor norteamericano que posibilitó la libertad de Cuba, es la peor "trola" que puede usted "tragarse" por desconocimiento de una historia, que ha sido escamoteada desde el primer momento de este ultimo medio siglo. Pero vamos al lío...
Resumir la vida de Salvador Cisneros Betancourt - el marqués de Santa Lucía - nos llevaría varias horas, incluso días. Su historial independentista es tan grande, que se remonta al 1850, osea 18 años antes de que Carlos Manuel de Céspedes se levantara en armas en Bayamo, e Ignacio Agramonte en su Camagüey. Tampoco lo pretendemos.
Pero sí a grandísimos rasgos diremos que una vez iniciada la guerra y siendo un hombre sumamente rico, fue de los tantos que lo perdió todo o bien en función de la libertad de Cuba o confiscado por las autoridades españolas. De hecho la vida en la manigua se cobró la de su esposa y la de algunos de sus hijos.
A pesar de todo y sin dejar de combatir, llegó a ser electo por Camagüey a la Asamblea Constituyente de Guáimaro; y al proclamarse la República de Cuba en Armas, fue nombrado Presidente de la Cámara de Representantes. Al ser depuesto Céspedes, asume el 27 de noviembre de 1873 la presidencia de la república de Cuba en armas.
Cuando acaba la guerra y la paz del Zanjón era inevitable, a la que se opuso además por cierto, se fue a vivir en los Estados Unidos hasta 1884 y, cuando regresa a Cuba, se levanta en armas en Las Guásimas de Montalbán, poniéndose a las ordenes de Máximo Gómez en Sabanilla del Junco. Para Cisneros comenzaba de nuevo la brega con el alzamiento de 1895.
Cuando se produce la intervención del ejercito de Estados Unidos, es de los que participa en la redacción de la Constitución cubana de 1901 y se muestra contrario a la Enmienda Platt. Había sido elegido de nuevo delegado a la Asamblea de Representantes de Santa Cruz del Sur y a la Asamblea Constituyente. Posteriormente se retira a la vida privada hasta su muerte el 14 de febrero de 1914, siendo senador por Camagüey.
A propósito de Gómez.
Su destitución de Máximo Gómez, la segunda porque lo fue dos veces, siempre ha estado envuelta en un halo de misterio. Los historiadores citan diversas causas, que si el dinero de los haberes del ejercito, que ciertas declaraciones suyas en este sentido que ponían en peligro todo lo que se había alcanzado, sin embargo hemos encontrado una carta, que data del 24 de diciembre de 1901, donde Cisneros Betancourt "se le para bonito" al generalísimo.
En esa dura misiva, Cisneros comienza resaltando la figura del generalísimo para luego entrar de lleno en los asuntos. Por ejemplo le exige explicaciones de su entrevista con cierto representante norteamericano a espalda de la asamblea. Aquí les dejamos el fragmento de esta carta, obtenido del libro "Salvador Cisneros Betancourt: entre la controversia y la fe", una biografía de los autores Elda Cento Gómez y Ricardo Muñoz Gutiérrez de 2009.
"Desde el uno de enero del ʼ99 (1899) que evacuaron las tropas españolas de la Isla y tremoló en el Morro de la Habana y demás fortalezas la enseña americana, en vez de la de la estrella solitaria, que en mi concepto, desde ese día debió ser la única que ondeara en Cuba.
Al recibir su carta que conservo, le contesté que saldría para ésa a ponerme a su disposición, cuando hubiera manera de hacerlo. Como coincidía esto con que la Asamblea me mandaba a buscar, me embarqué para La Habana, para de allí dirigirme a Yaguajay.
Ya en la Habana, supe que usted había celebrado una entrevista con el americano Mr. Porter y nuestro Representante en Washington, Gonzalo de Quesada, y también supe que usted venía con dirección a la Habana y entonces determiné esperarle allí.
Nadie supo cuál fue el objeto de la entrevista y, ansiosa la Asamblea, envió una comisión para que se avistase con usted en Matanzas, y, efectivamente, se ignora el objeto y resultado de ella, como también el por qué de una entrevista que tuvieron con usted, en la Habana, algunos delegados.
Me opuse a todo porque creía natural que usted y no ellos fueran a buscarse. No puede usted olvidar que de Matanzas pasó a Marianao y que allí fui a recibirle. Por la tarde, cuando nos encontramos, le pregunté si había recibido mi contestación, respondiéndome afirmativamente y entonces le agregué: estoy a su disposición; y usted secamente me dijo: bien.
Me retiré, y al día siguiente, antes de marcharse, y al despedirnos, se conformó con decirme: “en La Habana nos veremos”. He quedado sin saber el objeto por qué me mandaba a buscar, lo mismo que respecto a la entrevista con Mr. Porter; ambas cosas están para mi sumidas en la más completa obscuridad, lo mismo que para todos, pues ni usted, como General en Jefe, ni Quesada, como Representante nuestro, han dejado traslucir nada.
¿No cree usted que era lógico que el señor Quesada debía haber ido antes que nada a la Asamblea, de quien él dependía, y participarle la comisión que traía, o siquiera por atención, dirigirse a sus íntimos amigos y compañeros los del Gobierno y no que huyó de ellos y ni antes ni después tuvo la cortesía de visitarlos?
¿No cree usted que usted mismo debió antes de aceptar la entrevista con extraños, y cumpliendo las leyes de nuestra República haber pedido permiso a la Asamblea, de quien usted era subalterno o, por lo menos, habérselo participado y lo que en ella se trató?.
Al recibir su carta que conservo, le contesté que saldría para ésa a ponerme a su disposición, cuando hubiera manera de hacerlo. Como coincidía esto con que la Asamblea me mandaba a buscar, me embarqué para La Habana, para de allí dirigirme a Yaguajay.
Ya en la Habana, supe que usted había celebrado una entrevista con el americano Mr. Porter y nuestro Representante en Washington, Gonzalo de Quesada, y también supe que usted venía con dirección a la Habana y entonces determiné esperarle allí.
Nadie supo cuál fue el objeto de la entrevista y, ansiosa la Asamblea, envió una comisión para que se avistase con usted en Matanzas, y, efectivamente, se ignora el objeto y resultado de ella, como también el por qué de una entrevista que tuvieron con usted, en la Habana, algunos delegados.
Me opuse a todo porque creía natural que usted y no ellos fueran a buscarse. No puede usted olvidar que de Matanzas pasó a Marianao y que allí fui a recibirle. Por la tarde, cuando nos encontramos, le pregunté si había recibido mi contestación, respondiéndome afirmativamente y entonces le agregué: estoy a su disposición; y usted secamente me dijo: bien.
Me retiré, y al día siguiente, antes de marcharse, y al despedirnos, se conformó con decirme: “en La Habana nos veremos”. He quedado sin saber el objeto por qué me mandaba a buscar, lo mismo que respecto a la entrevista con Mr. Porter; ambas cosas están para mi sumidas en la más completa obscuridad, lo mismo que para todos, pues ni usted, como General en Jefe, ni Quesada, como Representante nuestro, han dejado traslucir nada.
¿No cree usted que era lógico que el señor Quesada debía haber ido antes que nada a la Asamblea, de quien él dependía, y participarle la comisión que traía, o siquiera por atención, dirigirse a sus íntimos amigos y compañeros los del Gobierno y no que huyó de ellos y ni antes ni después tuvo la cortesía de visitarlos?
¿No cree usted que usted mismo debió antes de aceptar la entrevista con extraños, y cumpliendo las leyes de nuestra República haber pedido permiso a la Asamblea, de quien usted era subalterno o, por lo menos, habérselo participado y lo que en ella se trató?.
¿Qué hubiera usted hecho con un subordinado suyo, que hubiera tenido conferencia sin su consentimiento? Someterlo a un consejo de guerra: era lo que usted merecía. ¿Qué tenía que hacer el Gobierno americano con usted?
¿Por qué no podía saberlo la Asamblea, de quien usted dependía?. Era una infidelidad, era una insubordinación, era...!. ¿Los cubanos acaso no tienen derecho de que se les entere de todo aquello que se relacione con la salud de su patria...?
Usted y hasta Quesada, han dado que sospechar, a mí el primero, que en la entrevista con Mr. Porter hay algo que no conviene a los cubanos. ¡Haga usted pública dicha entrevista para que cesen todas las sospechas! ¡Hágalo así, si quiere que los cubanos tengamos la confianza que siempre hemos tenido en usted!
Salvador Cisneros B.
Salvador Cisneros B.
He aquí uno de los motivos, quizás el principal, por los cuales la asamblea del Cerro destituyó a Gómez, e incluso alguno de sus integrantes, como el general de división santiaguero José Lacret y Morlot, quien estuvo dispuesto a fusilarlo si así lo creían conveniente. Lacret, general de las tres guerras, fue uno de los que se opuso fervientemente a la aplicación de la "Enmienda Platt".
El 24 de octubre de 1898 los miembros del Consejo de Gobierno realizaron una asamblea de representantes con carácter de extraordinaria. Los asuntos a considerar eran la pacificación de la isla; y el nombramiento de una comisión gestora ante la Casa Blanca para aliviar la grave crisis económica así como la creación de una comisión ejecutiva.
La mayoría de los representantes procedían del ejército mambí. Sobresalían Salvador Cisneros, Manuel Sanguily, Juan Gualberto Gómez y Arístides Agüero. En diversas reuniones se acordó ratificar a Tomás Estrada Palma como ministro plenipotenciario de la república en el extranjero, y a Gonzalo de Quesada y Aróstegui como encargado de negocios en Washington.
Sin embargo
Ante el peligro de que la tensión entre las fuerzas insurgentes y las milicias estadounidenses derivase en enfrentamientos armados, y de que en Cuba se reprodujera una rebelión al estilo Filipino, el presidente William McKinley envió a Cuba al diplomático Robert Percival Porter.
Era enero de 1899; y el cometido de este señor era negociar con los insurgentes cubanos y obtener, con Máximo Gómez en especial, un acuerdo en torno al licenciamiento del ejército y, de paso, sondear la opinión de los diferentes sectores en torno a una posible anexión de Cuba a los Estados Unidos. El general Gómez era, en opinión de Washington, el único con el poder suficiente para enfrentar al obstáculo que representaba la Asamblea cubana. (Ojo a este último dato)
En cuanto al licenciamiento del ejército, las gestiones de Porter
junto con las de Gonzalo de Quesada fueron favorables, ya que en la
entrevista con Máximo Gómez se coordinó la entrega de las armas a cambio de 3.000,000 de dólares que el ejercito libertador recibiría para aliviar sus necesidades más
urgentes, siempre aclarando que dicha cantidad no constituía un
pago a los servicios del ejército.
junto con las de Gonzalo de Quesada fueron favorables, ya que en la
entrevista con Máximo Gómez se coordinó la entrega de las armas a cambio de 3.000,000 de dólares que el ejercito libertador recibiría para aliviar sus necesidades más
urgentes, siempre aclarando que dicha cantidad no constituía un
pago a los servicios del ejército.
Gómez aceptó este trato; y en cambio se opuso al empréstito privado alcanzado por la asamblea con el
norteamericano Coen, una cantidad mucho más grande que permitiría a los miembros del ejercito a vivir más decorosamente, y eso fue lo que desató la grave situación.
norteamericano Coen, una cantidad mucho más grande que permitiría a los miembros del ejercito a vivir más decorosamente, y eso fue lo que desató la grave situación.
Los celos, el desprecio, las rencillas y quizás un afán de protagonismo, dieron al traste con la mencionada destitución. La aceptación de Gómez de este préstamo y no solo eso, la forma como lo manejó, fue lo que ocasionó que el 12 de marzo de 1899 la Asamblea le desconociese y le expulsase de su cargo, y también a Gonzalo de Quesada.
En una visita a la Habana, el general General John R. Brooke invitó a Máximo Gómez para brindarle un
reconocimiento especial. Este acto de acercamiento le restituyó su prestigio político y acrecentó la confianza - y por supuesto la influencia - que Gómez ejercía en el pueblo Cubano. Es más, Gómez hizo
frecuentes llamados a todos los cubanos a colaborar con el gobierno
estadounidense:
reconocimiento especial. Este acto de acercamiento le restituyó su prestigio político y acrecentó la confianza - y por supuesto la influencia - que Gómez ejercía en el pueblo Cubano. Es más, Gómez hizo
frecuentes llamados a todos los cubanos a colaborar con el gobierno
estadounidense:
“..... Debemos asistir a los estadounidenses a completar esta
honorable misión que asumieron forzados por las circunstancias”.
honorable misión que asumieron forzados por las circunstancias”.
Los americanos, mucho mas astutos políticamente que los Cubanos, pero mucho más, consiguieron lo que querían, dividir aún más las fuerzas libertadoras lo que le permitió al gobierno de ocupación afianzar más su autoridad ante el pueblo.
En un final Cuba estaba en ruinas. La economía y las finanzas se encontraban en bancarrota y los
hacendados y dueños de plantaciones se hallaban en crisis,
endeudados y en peligro de perder sus propiedades. A todo esto súmele que las enfermedades estaban causando estragos en la población.
hacendados y dueños de plantaciones se hallaban en crisis,
endeudados y en peligro de perder sus propiedades. A todo esto súmele que las enfermedades estaban causando estragos en la población.
El general Brooke designó como gobernadores a Demetrio Castillo Duany en Oriente; José Miguel Gómez, en Las Villas; Lope
Recio Loynaz en Camagüey; Pedro Betancourt en Matanzas; Guillermo Dolz en Pinar del Río y el boricua Juan Rius Rivera para La Habana, con la intención de pacificar y
solucionar los problemas más apremiantes: la ayuda a los enfermos y heridos, la restauración del orden público, con su respectivo desarmen de la población, así como la disolución del ejército cubano.
Recio Loynaz en Camagüey; Pedro Betancourt en Matanzas; Guillermo Dolz en Pinar del Río y el boricua Juan Rius Rivera para La Habana, con la intención de pacificar y
solucionar los problemas más apremiantes: la ayuda a los enfermos y heridos, la restauración del orden público, con su respectivo desarmen de la población, así como la disolución del ejército cubano.
Por otro lado se publicaron un conjunto de leyes que decretaban las libertades
de expresión, prensa, reunión, religión y el habeas corpus. Se modificó
la ley de matrimonio y se reformó el sistema tributario mediante la
cancelación de los impuestos prevalecientes durante el régimen español.
de expresión, prensa, reunión, religión y el habeas corpus. Se modificó
la ley de matrimonio y se reformó el sistema tributario mediante la
cancelación de los impuestos prevalecientes durante el régimen español.
Se le despojaron a los "supuestos propietarios" de todas las tierras que no tuvieran su debido titulo en orden, y se realizó en censo de población que arrojó 1 millón, 572,897 habitantes. En el ámbito educativo, se descentralizó y amplió el sistema
escolar, pues se buscaba reducir los niveles de analfabetismo y elevar
el número de niños menores de diez años inscritos en las escuelas, entre otras muchas medidas.
escolar, pues se buscaba reducir los niveles de analfabetismo y elevar
el número de niños menores de diez años inscritos en las escuelas, entre otras muchas medidas.
"La nación interventora dejará que aquí se manifieste libremente la opinión
acerca de la suerte definitiva del país. Dejará que se constituyan partidos
políticos. No favorecerá a ninguno. Estará por encima de todos, tratando
por igual a los que aspiran a una república independiente que a los
partidarios del protectorado y de la anexión...
acerca de la suerte definitiva del país. Dejará que se constituyan partidos
políticos. No favorecerá a ninguno. Estará por encima de todos, tratando
por igual a los que aspiran a una república independiente que a los
partidarios del protectorado y de la anexión...
Los americanos no se
quedarán con Cuba, como los ingleses no se han quedado con Egipto. Lo
único que harán nuestros vecinos es mantener su control en Cuba, a fin
de que tengamos seguro un gobierno fuerte y estable, capaz de cumplir
sus obligaciones internacionales, y capaz también de garantizar la vida y
propiedad de todos los que vivimos en la isla...
quedarán con Cuba, como los ingleses no se han quedado con Egipto. Lo
único que harán nuestros vecinos es mantener su control en Cuba, a fin
de que tengamos seguro un gobierno fuerte y estable, capaz de cumplir
sus obligaciones internacionales, y capaz también de garantizar la vida y
propiedad de todos los que vivimos en la isla...
La política
americana en Cuba es bien diáfana. Nadie tiene derecho para atribuirle
designios aviesos... es una política que nace de la resolución conjunta y el
tratado de París. Es una relación de armonía y conciliación".
americana en Cuba es bien diáfana. Nadie tiene derecho para atribuirle
designios aviesos... es una política que nace de la resolución conjunta y el
tratado de París. Es una relación de armonía y conciliación".