miércoles, 12 de abril de 2023

JOSE MARTÍ: En la vida todo tiene explicación


Decía el filósofo Alemán Friedrich Hegel que si la teoría no concuerda con los hechos, peor para los hechos. Debe ser por eso que cuando se trata de interpretar la muerte de José Martí, no haya un Cubano en la faz de la tierra que no le asalten las dudas. Le pasa a los grandes conocedores del tema con lo cual...

Por ejemplo, el catedrático en filosofía Jorge Manach y Robato, quien fuera miembro de la Academia Nacional de Artes y Letras, de la Real Academia Española de la Lengua y de la Academia de la Historia de Cuba, y quizás su mejor biógrafo con diferencia, se preguntaba si aquella muerte fue un arrebato épico de Martí, obra de su inexperiencia o codicia de su hora. Ni él mismo sabía responder con exactitud.

Existen decenas de artículos y reseñas de la guerra que señalan al joven maestro de escuela, Ángel de la Guardia Bello, como la última persona que estuvo junto a Martí el día que cayó en Dos Ríos. Sin embargo murió antes de que acabara la guerra, y los historiadores se privaron de su valiosa versión.

Con apenas 20 años y los grados de teniente, había llegado el día antes a Dos Ríos como parte del estado mayor del general Bartolomé Masó, que junto a sus 300 hombres se había unido a la columna del generalísimo Máximo Gómez. Como testigo absoluto de lo ocurrido, siempre sostuvo que no pudo hacer nada por recuperar el cuerpo de Martí, pues su caballo herido le había caído encima y, además, el fuego español era muy nutrido. 

Sin embargo antes de seguir en este tema, nos gustaría reseñar algunos datos que no han sido muy divulgados. Lo hacemos citando un artículo de Miguel Ángel Valdés Valdés, publicado por la revista "Bimestre Cubana" de 1938. En ese artículo el escritor afirma que el coronel español José Ximénez de Sandoval, además de sufragar el gasto del entierro y de pronunciar el discurso fúnebre, le dejó una nota a Máximo Gómez donde decía escuetamente: 

"Llevo a vuestro presidente herido; si muere, le haré un buen entierro; si vive os lo devolveré y si nos atacan tomaremos represalias con el detenido".

El doctor Juan Gomez Valdés, medico de la columna española, ofreció una información confirmada después
de la guerra por el cabo de Sanidad Militar Juan Trujillo. En ella ambos aseguraron que el médico se había
quedado cuidando a los heridos y
enterrando a los muertos con varios soldados. 

Que pensando en el difícil trance que corrían si los cubanos se decidían a rescatar a
Martí, en una hoja de su libreta escribió:
"Llevamos a Marti herido; si somos atacados le
daremos muerte. Sandoval" y lo hizo enlazando los nombres de
Martí y Sandoval con una rosa y una cruz. Que entregó el papel a un
asistente y le ordenó que lo clavara en un árbol en la dirección por donde se suponía vendrían los mambises. 

Por otro lado en 1930, un vecino de Dos Ríos llamado Juan Ayala Hernández, le confesó al Dr. Jose T. de
Oñate, secretario de la comisión organizadora de la
expedición que siguió la verdadera ruta de Martí de Playitas a
Dos Ríos, que había sido testigo presencial de lo ocurrido
con aquella esquela. Que Sandoval se la dio a Doña Modesta
Oliva y que esta, muy asustada, se la mostró cuando se fueron los
españoles.

Que entonces se presentó al General Gómez y lo enteró de la existencia de la esquela en poder de la mencionada señora, y que varios cubanos
fueron a buscarla. Modesta dijo a Gómez que aquel papel se lo dio un jefe español que le dijo: "Dígale a los
insurrectos que llevo a Martí herido, que si muere le hare
un buen entierro, y que si vive se lo devolveré". Y agregaba
la señora... "Ese jefe llevaba mucho miedo".

Esto lo corroboró años después el entonces coronel Dominador de la Guardia, hermano de Miguel Ángel, en carta dirigida al doctor Elpidio M. Palma el 11 de marzo de 1916 desde Niquero. En ella afirmaba que la nota - clavada en un árbol y dirigida al general Máximo Gómez - estaba firmada con los signos masónicos del grado 18º del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, la cruz y la rosa. 

Esquemas masónicos hechos de puño y letra por Dominador de la Guardia, el hermano de Miguel Ángel, el teniente acompañante de Martí en su caída.

Es obvio que esa nota no demuestra que Martí seguía con vida mientras la columna se retiraba, que fue un ardid para evitar la represalia mambisa cuando Gómez intentó -infructuosamente- rodear la columna antes de que llegara al cruce del pueblo de Remanganaguas. 

Aclara este escritor que es muy probable que la negación que hizo el coronel de la nota, fue debido también a que la masonería estaba perseguida en España. (Y lo estuvo durante todo el franquismo). Ver caso de la condena por masón a la que fue sometido el doctor Rosendo Castell Ballespí, herido en ambas piernas en un combate en Cuba en 1897. Más tarde fue director de las Enfermerías militares de Sagua de Tánamo, director de sanidad del puerto de Baracoa y del depósito de convalecientes de Santa Catalina. 

LAS DOS CARTAS DE SANDOVAL

En una carta al director de la revista ilustrada "Letras", fechada en Valencia el 11 de junio del 1911, el coronel Sandoval lo niega todo, tanto lo de devolver el cadáver como lo del entierro. Dejó claro que sus facultades no le permitían tomar ese tipo de decisiones; y que si no siguió combatiendo fue por lo especial de la circunstancia, y la necesidad de dar parte a sus superiores de quien se trataba el fallecido. 

Negó incluso que su apellido "Ximénez" se escribiera con J, como supuestamente aparecía en la nota, y que tampoco llevaba "de" antes del apellido Sandoval. Los historiadores creen que la nota sí pudo haber sido escrita por el médico de la columna o, en el otro caso, fue una estratagema del propio Sandoval para esconder su condición de masón. 

"Siento mucho desmentir al señor Miró".**, acotó en la misiva mientras agregaba:

"Contrario a lo que él dice, sin ninguna prisa me hice cargo de los efectos hallados a Martí, algunos de los que, sin valor intrínseco, más sí estimativo conservo, dispuse fueran curados los heridos y enterrados los muertos, y después de cargar las acémilas y colocar convenientemente el cadáver de Martí y de mis heridos, ordené a la columna emprender la marcha hacia Remanganaguas".

En otra remitida después de la guerra a
Enrique Ubieta, uno de los grandes escritores de efemérides de la historia Cubana, le dice que cuando llegó a la cantina de Modesta Oliva, procedente con sus soldados del lugar de los hechos, le indicó a la dueña "que si venían
los insurrectos les dijese que llevaba el cuerpo de José Martí ya cadáver". 

Otro dato curioso es que el cuerpo de Martí permaneció expuesto en el suelo en Santiago de Cuba, según lo dicta la ley Masónica. El escritor Miguel Ángel afirmó que el coronel Sandoval poseía el grado 32 del rito escocés Antiguo y Aceptado, que se hacía llamar simbólicamente "Xenofonte", y que figuraba como nacido en La Habana en torno a 1842. 

Recordemos que aunque había nacido en Valencia, muchos pensaban que era Pinareño. Tenía hasta el acento de esa provincia por haber residido allí desde muy pequeño. Siendo un niño, viajó a Cuba junto a su padre que fue un militar destacado en aquella zona. Y leyendo estas cosas, podría entenderse mejor todos aquellos gestos que tuvo hacía el cuerpo de Martí, sin poner en ningún momento en duda su condición de militar de honor. 

En relación a otra historia, diremos que quien le da muerte a Martí es la columna comandada por el teniente Vicente Sánchez de León, que tenía entre sus filas al práctico y fusilero cubano de apellido Oliva.

Por otro lado que el caballo de Martí llamado "Baconao", regresó solo al campamento, quedando Martí allí abandonado. Según afirmó Dominador, fue Martí quien ordenó a su hermano adelantarse desobedeciendo a Gómez y convirtiéndose en blanco perfecto del enemigo. Que tuvo que ir hasta la talanquera donde habían caballos abandonados por soldados heridos y muertos, para que su hermano pudiera escapar de allí en uno de ellos.  

Con el tiempo, aquel caballo blanco y con la crin dorada, que le había regalado Antonio Maceo, fue el mismo que le entregaron a su hijo José Francisco el día de su debut manigüero en la toma de Victoria de las Tunas. Y hablando "del rey de Roma", aunque Roma jamás tuvo Reyes...

Por esas misteriosas coincidencias que tiene la vida, el 29 de agosto de 1897 el entonces comandante Ángel de la Guardia Bello fue muerto durante la toma del fortín "Aragón", en Victoria de las Tunas, una plaza importante que había sido asediada por el mayor general Calixto García, sustituto del finado general Antonio Maceo en el puesto de lugarteniente. 

Por cierto para la preparación de este ataque Calixto contó con la colaboración de la hija de un general tinerfeño, Emilio March, (La Laguna, Tenerife, 9-4-1844), quien en calidad de espía le detalló "santo y seña" de las fuerzas españolas que ocupaban la ciudad. 

Los médicos Porfirio Valiente y Enrique Núñez de Villavicencio no pudieron hacer nada por la vida de Ángel, quien falleció al siguiente día. Y... ¿saben en presencia de quién cayó combatiendo Ángel de la Guardia?, pues de José Francisco Martí Zayas-Bazán.

Son hechos fortuitos que están escritos de forma increíble e inexplicable. Casualidades que nadie sabría esclarecer por mucho que se lo proponga. Aunque alguien dijo una vez que las casualidades ni existen ni están escritas, que todo sucede por algo. Por tanto no decimos ni queremos decir nada, saque usted sus propias conclusiones.

Referencias: 

--Jorge MAÑACH, Martí. El apóstol,
La Habana, Ciencias Sociales, 1990, p.
240.
--Martí Masón. Miguel Ángel Valdés, Editorial Mundo masónico apto 2243, Habana, Cuba, 1943.
--Ubieta Enrique, Efemérides de la Revolución Cubana . La Moderna Poesía 1920 
** General de división catalán José Miró Argenter, secretario de la junta liquidadora  y del archivo del ejército libertador cubano y padre  además de José Miró Cardona, en 1959 ministro cubano.


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