La Bella Otero: La mujer que Martí no quiso revelar jamás
Nació pobre pero bella. Agustina Otero Iglesias nació el 19 de diciembre de 1868 en Valga, Pontevedra, Galicia, con lo cual la famosa bailarina española si existió, y no como aseguran algunos que fue solo imaginación de José Martí cuando escribió aquel bello poema hace más de 130 años.
El problema es que Martí jamás dio datos de su bailarina, ni siquiera su nombre, de hecho lo tituló X, pero conociendo al hombre no nos extrañaría para nada que la hubiera conocido, entre otras cosas porque la bella Otero, además de bailarina, fue una solicitada prostituta.
Dicen que fue en el teatro Eden Musée, de Nueva York, donde Martí la vio por primera vez; y donde se inspiró para escribir ese hermoso poema que aparece en sus "Versos Sencillos". En diversas entrevistas aseguró que habían sido en Barcelona, con el nombre de "Agustina", donde había debutado como bailarina, más tarde adoptó el "Carolina Otero" mucho más artístico.
Sin embargo la vida de esta mujer no fue nada fácil. A los 10 años fue violada por un hombre apodado "Conainas", de profesión zapatero, que se dio a la fuga dejando a la niña desangrándose y con la pelvis rota, a la vera de un camino en las afueras de la aldea.
Se cuenta que como consecuencia de aquella brutal violación, se quedó privada del placer físico y emocional, de ahí que no le costara ningún sacrificio dejarse querer por dinero. Cansada del desprecio y el rechazo de sus vecinos, a los 12 años cogió el petate y no le volvieron a ver nunca más por allí.
Tras unos meses de ensayos en París debutó en Nueva York en septiembre de 1890. El diario Evening Sun publicó: "Es una condesa, pero algunas personas dicen que esta asombrosa joven española se llama a sí misma simplemente Otero y dejó su título a un lado".
Agustina Otero Iglesias nació el 19 de diciembre de 1868 en Valga (Pontevedra) |
Dicen que su falta de maestría en el baile la suplía a base de picardía y puro sensualismo, aun así llegó a protagonizar obras de teatro y hasta óperas, aunque su éxito se debía básicamente a su figura que, como se ve en la foto más abajo, era muy bella. El célebre actor francés Maurice Chevalier decía que en ella todo se reducía a sexo, sólo a sexo.
Una vida dura a pesar de todo
Según el parte médico emitido del 6 de agosto de 1879 la violación fue tan brutal, que tuvo que ser trasladada de forma urgente al hospital Real de los Reyes Católicos de Santiago. Como consecuencia de esta agresión quedó estéril, además estigmatizada para siempre.
Se cuenta que como consecuencia de aquella brutal violación, se quedó privada del placer físico y emocional, de ahí que no le costara ningún sacrificio dejarse querer por dinero. Cansada del desprecio y el rechazo de sus vecinos, a los 12 años cogió el petate y no le volvieron a ver nunca más por allí.
Unos dicen que se marchó acompañada de un tal Paco, presunto novio que la abandonó en Portugal, y otros que se unió a una compañía ambulante de ese país. Una tercera versión apunta a que se escapó de un convento de monjas oblatas (sensibles al dolor de otras mujeres) hasta que conoció el mundo del espectáculo.
La descubrió en 1889 el empresario estadounidense Ernest Jurgens que rápidamente se convirtió en su mecenas por amor. Tanto talento no podía ser desaprovechado en tascas de poca monta. Juntos inventaron un pasado que la acreditaba como una gaditana que, a los 12 años, se había casado con un aristócrata italiano aunque había renunciado a todo por amor al arte.
Lo que demuestra que nadie se cuestionó la versión de la pareja. Después del éxito cosechado en América, la ya apodada por su público –o por ella misma– como Bella Otero recorrió con su espectáculo de cantes y bailes sensuales las principales capitales de Europa. Otras historias dan fe que sus pretendientes la cubrieron de joyas de la cabeza a los pies, le donaron sus fortunas e incluso uno le regaló una isla.
También dijeron que entre sus amantes, hubieron seis monarcas: el príncipe Alberto I de Mónaco, Leopoldo II de Bélgica, Alfonso XIII de España, el zar Nicolás II de Rusia, el káiser alemán Guillermo II y Eduardo VII de Inglaterra, cuando aún era príncipe de Gales. En 1954 la famosa actriz mexicana María Félix protagonizó la película “La Bella Otero” y hasta conoció a la diva. En internet hay fotos de ellas dos juntas.
La bella Otero vivió muchos años. Murió el 12 de abril de 1965 en una pensión de Niza a los 96 años de edad, luego de que despilfarra casi toda su fortuna en los casinos de Mónaco. Murió rodeada de recortes de periódico que le recordaban un pasado que tal vez no fue tan feliz. Eso sí, ha sido considerada la mayor belleza de la Belle Époque y la primera artista española celebrada internacionalmente.
LA BAILARINA ESPAÑOLA
--El alma trémula y sola Padece al anochecer: Hay baile; vamos a ver La bailarina española.
--Han hecho bien en quitar el banderón de la acera; Porque si está la bandera, No sé, yo no puedo entrar.
--Ya llega la bailarina: Soberbia y pálida llega: ¿Cómo dicen que es gallega? Pues dicen mal: es divina.
--Lleva un sombrero torero Y una capa carmesí: ¡Lo mismo que un alelí Que se pusiese un sombrero!
--Lleva un sombrero torero Y una capa carmesí: ¡Lo mismo que un alelí Que se pusiese un sombrero!
--Se ve, de paso, la ceja, Ceja de mora traidora: Y la mirada, de mora: Y como nieve la oreja.
--Preludian, bajan la luz, Y sale en bata y mantón, La virgen de la Asunción Bailando un baile andaluz.
--Alza, retando, la frente; Crúzase al hombro la manta: En arco el brazo levanta: Mueve despacio el pie ardiente.
--Preludian, bajan la luz, Y sale en bata y mantón, La virgen de la Asunción Bailando un baile andaluz.
--Alza, retando, la frente; Crúzase al hombro la manta: En arco el brazo levanta: Mueve despacio el pie ardiente.
--Repica con los tacones El tablado zalamera, Como si la tabla fuera Tablado de corazones.
--Y va el convite creciendo En las llamas de los ojos, Y el manto de flecos rojos Se va en el aire meciendo.
--Súbito, de un salto arranca: Húrtase, se quiebra, gira: Abre en dos la cachemira, Ofrece la bata blanca.
--Y va el convite creciendo En las llamas de los ojos, Y el manto de flecos rojos Se va en el aire meciendo.
--Súbito, de un salto arranca: Húrtase, se quiebra, gira: Abre en dos la cachemira, Ofrece la bata blanca.
--El cuerpo cede y ondea; La boca abierta provoca; Es una rosa la boca: Lentamente taconea.
--Recoge, de un débil giro, El manto de flecos rojos: Se va, cerrando los ojos, Se va, como en un suspiro...
--Baila muy bien la española, Es blanco y rojo el mantón: ¡Vuelve, fosca, a su rincón El alma trémula y sola!
--Baila muy bien la española, Es blanco y rojo el mantón: ¡Vuelve, fosca, a su rincón El alma trémula y sola!