martes, 9 de mayo de 2023

¿Quién asesinó a Manuel García Ponce de León?

Guardia Civil y bandoleros apresados

Nacido el 11 de junio de 1850 en el poblado de Alacranes, provincia de Matanzas, Cuba, Manuel García Ponce de León fue el fruto de un matrimonio de emigrantes procedente de Gran Canarias, España, don Vicente García y doña Isabel Ponce. El infortunio hizo que este buen muchacho se convirtiera, con los años, en uno de los más temidos bandidos de aquella zona matancera. 

A la muerte de su padre, su madre se unió sentimentalmente a otro hombre y, un mal día, el chico Manuel vio como este "impuesto padrastro" golpeaba a su querida madre. Desde entonces juró su venganza. Un día lo espero en el recodo de un camino y cumplió lo que se había prometido. 

Le retó a duelo y, este hombre, quizás pensando que sería fácil la contienda, en pocos minuto vio como se quedaba sin el brazo que aquel día había levantado a doña Isabel. Desde ese día, Manuel García se convirtió en un forajido en busca y captura por la guardia Civil española.

Para colmo de males, en 1883 fue detenido por una pareja de guardias civiles para un chequeo de rutina. Se hacía acompañar por otro bandido, Cristóbal Díaz, y sin pensárselo un instante le dieron muerte a la pareja de militares, por lo que su vida de tornó insoportable. Para entonces ya contaba con algún dinero fruto de sus andanzas, con lo cual pudo escapar en una goleta rumbo a cayo hueso, en la Florida, donde vivió hasta 1888 sin que nadie supiera quien era en realidad.

En unión de otros futuros bandidos, Manuel García regresó a Cuba por la zona de Cumanayagua. Su primera gran fechoría fue el secuestro del rico hacendado Antonio Galíndez, por el que cobró 40 mil pesos. Este "arte" - su preferido y convertido en un experto - le hizo ganar ingentes cantidades de dinero. Y así, convertido en uno de los mayores bandidos de su época, mimado por los mambises y perseguido con saña por la justicia, estuvo el denominado "Rey de los campos Cubanos" hasta ocurrida su muerte en el pueblo matancero de Ceiba Mocha.

SU RELACIÓN CON JULIO SANGUILY

El general Julio Sanguily y Garritte (1846-1906), había forjado su hoja de servicios durante la Guerra de los Diez Años. En
1871 fue hecho prisionero por las tropas españolas y, poco después, fue rescatado, en una acción épica, por el mayor general
y jefe del Camagüey Ignacio Agramonte. Un rescate este que, visto el caso, ya ponemos hasta en duda. 

Tras los acuerdos del
Zanjón, Sanguily, que tuvo varios empleos y actividades económicas, aparece como un elemento sospechoso ante
las autoridades coloniales, así como sus relaciones con el bandidaje, entre ellos el rebelde mambí Carlos
Agüero y especialmente con la banda de Manuel García.

Su forma
de vida bastante desordenada, y, sobre todo, sus contradicciones personales, le llevaron a ejercer un doble juego como agente de la Capitanía General y como «padrino» o protector de los
bandoleros-insurrectos, en quienes tenía no sólo una baza para
la empresa revolucionaria, sino, también, un medio para financiar su desproporcionado tren de vida.

La ficha de «don Julio Sanguily» en los registros del Gabinete Particular contra el bandolerismo (1890-1892), organismo
fundado por el capitán general Camilo García Polavieja y dirigido por el coronel García Aldave, contribuyen a dibujar un
perfil bastante singular de este personaje, que fue un colaborador de las
autoridades coloniales desde, al menos, el mandato del general Salamanca y Negrete (1889) y, al mismo tiempo, «patrocinador del bandidaje Cubano».

De hecho no son pocos los historiadores que señalan a Sanguily como un doble agente al servicio de España y de Estados Unidos, además de recibir dadivas del bandidaje por dejarles operar en su zona. Recordemos que el general Julio Sanguily era jefe militar de esa zona occidental en la isla. 

LA MUERTE DE MANUEL GARCÍA PONCE DE LEÓN

Una de las versiones que más ha circulado fue la del día 24 de febrero de 1895, cuando en horas avanzadas de la tarde este bandido hizo acto de presencia en la tienda de Seborucal, en Ceiba Mocha. Al frente de entre veinte y cincuenta hombres armados a las órdenes de Manuel García, José Fragüela, dueño de la tienda, le entregó una suma de dinero en contra de un recibo a nombre de la República de Cuba, así como algunos víveres. 

 ¿Cómo sucedieron los hechos?,

Según relató en sus memorias el general dominicano Enrique Loynaz del Castillo, Manuel García jugaba un importante rol dentro del plan revolucionario de Matanzas y, subrayó además, que el general Pedro Betancourt contaba
con él para que le sirviese de guía y escolta. «Fue por ello le dio cita aquel día para el alzamiento», aseguró Loynaz.

En el relato de este autor, se hace referencia al pago, en la tienda ya mencionada, con «vales suscritos a nombre de la República» y, a continuación, asume el testimonio del práctico Eliseo Figueroa, en relación con la muerte del bandolero convertido ya en supuesto insurrecto:

«Sin incidentes, continuaba su marcha, cuando poco después Manuel García  fue avisado de novedades en el camino. Acompañado del práctico Fundora, Manuel partió a galope a reconocer, ambos
tercerola (fusil) en mano, mientras que el resto de sus hombres hacía alto para aguardar. Minutos después oyéronse dos disparos en dirección el jefe y su acompañante. Allí acudieron, presurosos, el resto de la partida».

El cadáver de Manuel García, cerca de su caballo; fue encontrado en medio de unos arbusto, sin embargo el práctico Fundora había desaparecido. En vano le vocearon y buscaron por los alrededores, en tanto que sospechaban ya de una traición suya. Desesperado
por el crimen, Vicente, hermano de Manuel García, recogió a su hermano muerto y lo condujo a una casa donde fue velado y enterrado.

En la medida que se fue expandiendo la noticia, las autoridades militares efectuaron la comprobación. El cadáver fue exhumado e identificado y, además, requisaron un caballo que había sido abandonado ese día cargado de armas, con una bandera cubana y otros efectos que más tarde fueron a parar al general español Luis Prats Bandragen.

Pocos días después el periódico, "La Caricatura", publicó una información que atribuía el protagonismo, aunque casual, de un tal Felipe como el autor de la muerte del conocido bandido, quien al parecer se desempeñaba al mismo tiempo como sacristán y guardia municipal del poblado de Canasí. Este joven cura fue muerto a machetazos en la misma taberna por hombres de Manuel García.

Sin embargo el coronel del ejercito libertador, Eliseo Figueroa Mirabal, siempre sostuvo que la muerte de Manuel García fue fruto de una traición de aquellos rebeldes que se apropiaron del dinero entregado para la causa. Otros, en cambio, apuntaron también a una venganza por el secuestro, aún reciente, del hermano del diputado autonomista
Antonio Fernández de Castro, en uno de los ingenios que poseían la familia en la zona de Jaruco.

De todas, la tesis de la traición parece la más coherente, siendo achacada al trío formado por el general Pedro Betancourt y los prácticos Fidel
Fundora y
Alfredo Ponce Martell, quien coincidentemente era trabajador de uno de los ingenios de la familia Fernández Castro, así como la sospecha de que el general Julio Sanguily, el gran responsable del fracaso de la
insurrección occidental, estuviera relacionado con el hecho.

Los fracasados alzamientos insurreccionales del occidente
cubano de febrero de 1895, ha sido objeto de un largo debate historiográfico, donde Sanguily se señala como el "malo de la película" al ser "detenido" el mismo día que debía efectuarse, siendo puesto en libertad y autorizado a marchar más tarde a los Estados Unidos.

Si alguien tiene dudas al respecto, favor de remitirse a las obras completas de José Martí, donde existe una misiva del apóstol, donde le indica a Tomás Estrada Palma, delegado de la guerra en New York, evitar a toda costa que Julio Sanguily sea incorporado al levantamiento de 1895. De hecho Sanguily, siendo vetado por Palma, consigue el regreso a la isla en la expedición de su gran amigo el general José Lacret y Morlot.

Al día siguiente el Juez municipal de
Ceiba Mocha, como encargado del registro civil, autorizó el enterramiento del cadáver de Manuel García. Así se describió en el informe:

«Desconocido de
raza blanca, estatura regular, más bien alto, envuelto en carnes,
como de cuarenta años de edad, que lleva bigote poco poblado, con
algunas canas al lado derecho, recién afeitado y cortado el
pelo. Fue hallado por el teniente de la Guardia
Civil, don Luis Rabadán, en el camino que va de la tienda del
Seborucal al Real de Matanzas... »

Dos días después se recibió un oficio del comandante instructor, en el que éste comunicaba que había sido efectuada la identificación...

«Manuel García y Ponce de
León, hijo de doña Isabel Ponce de León, fallecida, natural de
Canarias, bautizado en Alfonso Doce, de unos cuarenta y siete
años de edad y casado con doña Rosario Vázquez, no dejando
sucesión». Así se hizo constar en el correspondiente libro del
registro civil de la localidad El cadáver fue exhumado y reconocido el 27 de febrero por Julián Osma.»

El negro Julián Osma había sido históricamente uno de sus más fieros perseguidores, no por orden de la justicia, si no porque le animaban "viejos problemas personales" con el finado bandido. En tanto el periódico "La Discusión" publicaba un comentario no exento de
cierta nostalgia: 

«Allí mismo, junto a la tapia, quedó para siempre sepultado
el célebre bandido.
A la entrada, junto a la tapia de la derecha y casi al centro
de ella, en el Cementerio de Ceiba Mocha, reposa el que a tantos quitó el reposo. El Cementerio de Ceiba Mocha, sin pinos ni flores, y siempre limpio, será recordado por todos los viajeros que frecuentan la
línea de Matanzas, como un sitio notable, no sólo por lo pintoresco de su situación, también por guardar los restos de
uno de los más temibles y audaces bandoleros de Cuba.»

Versiones aparte, la muerte de Manuel García Ponce de León sigue siendo un misterio indescifrable, entre otras cosas porque han sido varios los protagonistas que la han hecho suya. Por otro lado resulta muy difícil entender - de ahí que pese la traición - que alguien que había resistido y esquivado durante tanto tiempo a enemigos y perseguidores, tuviera un final tan irrelevante. 

Como quiera que haya sido, Manuel García pudo descansar en paz en aquel pequeño cementerio
de Ceiba Mocha, y como la historia la suelen contar los vencedores, no importa ya los males que este criminal causó a la sociedad, incluso las muertes y asesinatos que cometió, su tardía contribución a la gesta emancipadora mambisa ha sido la más grande de sus victorias.

Fuente: J. L. FRANCO: Antonio Maceo. Apuntes para una historia de su vida. Ed.Ciencias Sociales, La Habana, 1975, t. II, págs. 90-91. // M. POUMIER: Contrihution a l'étude du handitisme social a Cuba. L'histoire et le mythe de Manuel García «Rey de los Campos de Cuba» (1851-1895). Ed.L'Harmattan, París, pág. 124 // E. Loynaz DEL CASTILLO: Memorias de la Guerra. La Habana, 1989,
págs. 134-135

SECCION