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CUBA: CUATRO SIGLOS DE TAUROMAQUIA


Aunque se asegura que las corridas de toros en España datan del 1128, cuando se celebró la primera en Saldaña, Palencia, a raíz de la en la boda de Alfonso VII de Castilla. Ahora bien, las corridas Cubanas se sitúan a mediados del siglo XVI, y hasta finalizada la guerra hispano cubana norteamericana en 1899.

Los historiadores la sitúan sin interrupción durante esos cuatro siglos, y citan como la primera en 1538, aunque es conocido que el adelantado (oficial del rey) Diego Velázquez  efectuó algunas por el 1514, consideradas entonces como las primeras efectuadas en el nuevo mundo. Fe de ello, existe un fragmento descrito por el fray Bartolomé de las Casas en su diario:

“Acaeció allí luego un terrible caso, que el día de Corpus Christi siguiente, que es cuarto día después del domingo de la Santísima Trinidad, lidiaron un toro o toros, y entre otros españoles había uno allí, llamado Salvador, muy cruel hombre para con los indios, el cual fue vecino de una villa llamada de Bonao, en la isla de Santo Domingo, veinte leguas tierra adentro (…) Y trataba tan mal a los indios que tenía que lo tenían por diablo (…) Así que aqueste Salvador pasó a la de Cuba, donde también comenzó a usar de sus crueldades con los indios, y se halló aquel día de Corpus Christi con los otros que dije haber lidiado los toros…”

La de 1538 fue para celebrar la llegada del Adelantado Hernando de Soto a Santiago de Cuba, aunque no fue hasta 1569, con el fin de honrar a San Cristóbal, el santo patrón de la villa que no sería ciudad hasta 1592, que los habaneros asistieron oficialmente a una lidia. 

En el libro "Lo que fuimos y lo que somos: La Habana antigua y moderna", de 1857, el escritor José María de la Torre asegura que las corridas como tal, digamos oficiales hasta ese año 1592 y fuera de la Habana, se efectuaron en 1747 en la provincia de Matanzas, en 1747. Añadir que las corridas anteriores a 1749 se efectuaban en cualquier tipo de plazoletas, de manera que no fueron oficialmente hechas en una plaza hasta ese año.

Los historiadores y biógrafos aseguran que dentro de la larga tradición taurina cubana se llegaron a construir un total de veinte de esas plazas, aunque la primera, llamada Aserradero y millo del tío Blas, fue edificada 1776 entre la calzada del Monte y Arsenal, en un lugar que fue conocido posteriormente como "El Basurero". 

La segunda plaza de toros se edificó en 1796, en el sitio en que hoy se cruzan las calles Monte y Egido. A esta le siguió, otra en 1818, que se alzó al fondo de la posada de Cabrera, esquina a la calle Águila y, una cuarta, que funcionó desde 1825 a 1836,en el Campo de Marte y Belona, en la intercepción de la Calzada del Monte con la calle Amistad, igual en la Habana.

El ultramarino pueblo de Regla tuvo su plaza de toros en 1842, no sin antes ser autorizada por el Ayuntamiento de La Habana. Esta plaza se edificó detrás de la parroquia de la localidad. De todas ellas destacó la de Carlos III, en La Habana, que por cierto fue la ultima inaugurada el 15 de noviembre de 1885 totalmente de madera, con capacidad de 10 mil personas. Tuvo la actuación estelar de los diestros Juan Ruiz “Lagartija” y José Martín Galindo.

La sexta plaza de toros capitalina se edificó en 1853, la llamada “Plaza de Toros de Belascoaín”, por estar ubicada en esa calle entre Virtudes y Concordia, a un costado de la entonces Casa de la Beneficencia, y que fue conocida también como “de La Habana” por su importancia. Esta se mantuvo activa hasta que en 1897 un terrible incendio la destruyó. 

Tenía una capacidad de algo más de seis mil espectadores, aunque la de Carlos III se hizo famosa a partir de que en la temporada de 1886-1887 se presentara el afamado Luis Mazzantini, y su segundo espada Diego Pérez. En 1887 Mazzantini se hospedó en el hotel Inglaterra y coincidió en la Habana con la célebre actriz Sarah Bernhardt, de gira en ese momento. 

La francesa se hospedó entonces en el desaparecido hotel Trotcha en la calzada del vedado. Al parecer el torero fue a verla en el teatro Tacón donde actuaba y posteriormente fue a felicitarla a su propio camerino. De ahí la historia de la supuesta relación amorosa.

Y aunque aquellas "estocadas" nunca fueron confirmadas, se asegura que la diva, luego ir a verlo a la plaza, le dejó una nota en el hotel que decía: “Señor Mazzantini. Las palabras suyas del sábado en mi camerino me parecieron insuficientes”. Entonces fue que la "verdadera corrida" - y no de toros preciosamente - se produjo en hotel Petit.

---Toreros como Andrés Pérez y José Marrero y Báez, nacieron en  Cuba. Este ultimo, con apenas 18 años, hizo se debut como banderillero en la plaza de Regla, en la Habana, figurando en la cuadrilla de Andrés Pérez precisamente, con quien toreó más tarde buen número de corridas en Managua y otras zonas del interior del país.---

En Cuba actuaron las primeras figuras del toreo españolas del siglo XIX, tales como Rafael Guerra, Guerrita, en 1887, única vez que actuó en América y para eso resultó corneado. En 1868, cuando se encontraba de gira por la isla Francisco Arjona Herrera, conocido en este mundo como "el Curro Cúchares", en cambio murió de "vómito negro" el 4 de diciembre a los 50 años de edad. Por aquellos años la fiebre amarilla azotaba la isla.

La histórica taurina de Cádiz tuvo varios matadores que llevaron el toreo a Cuba, como José Díaz "Mosca", Enrique Ortega, Juan Jiménez Reina "Yerbabuena", Lázaro Sánchez, Francisco Jiménez Ortega "Rebujina", Paco de Oro, Agua limpia o El Pipa; El Pato de Chiclana, Bernardo Gaviño o El Americano de Puerto Real, entre otros muchos.

El 10 de octubre de 1899, tras la salida de España de Cuba, el gobierno provisional de los Estados Unidos prohíbe las corridas de toros que, desde 1514 hasta esa fecha, nada menos que casi cuatro siglos, se venían celebrando. Como dato curioso diremos que a la ultima asistió la tripulación del explosionado acorazado Maine en la Habana. Dicen algunos historiadores que en los años 50 del siglo XX, el matador Juan Belmonte toreó clandestinamente en Cuba.

TORERO PROCESADO 

Tal como apunta el escritor valenciano José Luis Ramírez, los días 27 de abril y cuatro y cinco de mayo de 1934, el espada de Utiel, Rafael Ponce Rafaelillo, tío abuelo del retirado Enrique Ponce, toreó en el estado de la Tropical en La Habana. Los festejos, que fueron organizados por Llapisera, no se podía banderillear ni matar al toro, pero el banderillero Torquito, de la cuadrilla de Rafaelillo y animado por el público, colocó varias banderillas. 

Fue procesado y absuelto en el juicio, gracias a que el abogado español que lo defendió alegó que “la parte ofendida - osea el toro -, no se había presentado al juicio“. En aquellos festejos Rafaelillo alternó mano a mano con el fallecido vizcaíno Jaime Noaín González. La última plaza de toros construida en La Habana fue la de Los Zapotes, en San Miguel del Padrón, y se inauguró en 1908. 

Esta plaza estuvo funcionando hasta 1940, aunque en aquellas corridas las banderillas usadas carecían de punta, mientras que las espadas eran de madera. La última vez que se tienen noticias de una corrida en Cuba ocurrió el domingo 31 de agosto de 1947, llevada a cabo en el gran Stadium del Cerro.

Se dieron cita más de 30 mil asistentes presenciaron las demostraciones de los matadores mexicanos Silverio Pérez y Fermín Espinosa “Armillita”, quienes tampoco pudieron siquiera banderillear al toro. En estas corridas de a mediados del siglo XX, los toreros se limitaban a mostrar su valor y pericia ante el astado, única y exclusivamente, solo así se entiende que se haya mantenido funcionando. 

Maldita Hemeroteca

Fuente: Adrian Shubert "Death and Money in the Afternon
A History of the Spanish Bullfight " , 1999 // José María de la Torre "Lo que fuimos y lo que somos: La Habana antigua y moderna", 1857//Portaltaurino.net