miércoles, 10 de julio de 2024

Historias de ministros y de ejecutados

Garrote vil. Considerado un método "más humanizado"

Hace unos días le pidieron pena de muerte a un joven de treinta años de nombre Wade Wilson, por provocarle la muerte en 2019 a dos chicas, Kristine Melton y Diane Ruiz, en el condado Lee, en la Florida.

Según muestran los vídeos en YouTube, el jurado ha llegado a la conclusión de que sí fue el autor de los dos crímenes, y por lo tanto ha solicitado la pena de muerte que quedó pendiente de ratificación para el próximo 24 de julio. Vamos, que todo indica que no lo salvará ni el médico chino. Si llegaran a ratificársela, como parece indicar, "Deadpoll Killer", como se ha hecho llamar por la similitud con el cómic de Marvell y por estar repleto de siniestros tatuajes en el rostro al estilo Joker, se unirá a otros 274 condenados en ese estado que reanudó la pena de muerte en 1974. 

Pero de ese caso nos llamó la atención dos cosas, una fue que en en la Florida ejecutan mediante la inyección letal por defecto, pero en cambio el condenado puede solicitar que se la cambien por la silla eléctrica. La otra cuestión fue que a los verdugos, que por lo general son ciudadanos anónimos, el estado solo les paga la pírrica cantidad de 150 dólares por cada ejecución. Ó sea, que con ese oficio no se puede mantener una familia en los Estados Unidos.

Y EN CUBA...?

En la isla, donde solían ser personas humildes y por lo general analfabetas, tampoco era una profesión que estuviera muy bien pagada, pero al menos los verdugos se permitían tener algunas "perras en el bolsillo". 

Según las tesis del doctor Antonio Barreras y Fernández, autor del más amplio y valioso estudio que se ha hecho en Cuba sobre ejecuciones por aplicación del garrote, el primer ajusticiamiento de que se tiene noticia en la isla fue el del cacique Hatuey, un líder indígena que por rebelde fue condenado a la hoguera vivo.

Este atroz procedimiento fue sustituido más tarde por la decapitación, después por el pistoletazo y más tarde por la horca, hasta que finalmente fue adoptado el garrote un 24 de enero de 1812. Esta decisión se tomó a raíz de que las cortes españoles determinaron que el sufrimiento y la agonía del ejecutado, debía afectar lo menos posible al resto de sus familiares.

El ultimo agarrotado en España fue el anarquista catalán Salvador Puig Antich, ajusticiado el 2 de marzo de 1974. Ese mismo día fue ajusticiado también el reo común Heinz Chez, pero en la ciudad de Tarragona.

Por Real Orden del Supremo Consejo de la Regencia, se comunicó dicho acuerdo al Gobernador General, Juan Ruiz de Apodaca, que lo trasladó al Cabildo habanero con fecha 18 de abril. En 30 del mismo mes, según aparece en el acta de la sesión de ese día, ya estaba construido el patíbulo y su garrote que, según cuenta en esos documentos, fueron confeccionados a satisfacción por los maestros herreros José Hernández y Antonio Poncuberta, cobrando por su trabajo 500 reales.

Los ministros ejecutores de la justicia, que empezaron a ser llamados así en vez del deprimente verdugo, recibían además de su salario dietas de viaje, cantidades que eran sufragadas por el cabildo o funcionarios de prisiones. También tenían garantizadas dos mudas de ropas al año y atención medica. Por ejemplo, según reza en el legajo 351 del Fondo de Gobierno Municipal, Mariano Castillo, ministro ejecutor de la jurisdicción de Puerto Príncipe (Camaguey) incurrió en la siguiente lista de gastos en el mes de agosto de 1852:

--Por cuatro socorros (dietas) abonados al verdugo durante los cuatro días que permaneció en la cárcel a dos reales fuerte diarios, 2 pesos y 3 reales.

--Por diez más abonados al mismo para su marcha Puerto Príncipe 2 pesos y 4 reales.

--Por el importe del bagaje que condujo a dicho individuo a Palma Soriano 6 reales y ¾.
 
--Por su parte Pedro Crespo, otro ministro ejecutor de esa misma localidad, cobró siete pesos por 35 socorros recibidos desde el 1º de mayo de 1862 hasta el 4 de junio de ese mismo año. Sin embargo, el verdugo Juan Antonio de la Cruz, de Santiago de Cuba, extendió una protesta debido a la cantidad de ejecuciones que hacía y el estado deplorable en que vivía. Esta queja aparece recogida en el Archivo Histórico Nacional de Cuba.

LOS METODOS

En Cuba se aplicaron varios métodos, y como ya dijimos el ultimo de ellos, la horca, fue abolida en 1832 debido al lamentable espectáculo que daban los ejecutados durante su agonía. También se empleó el fusilamiento, que al igual que el garrote, formaba parte en ese momento del ordenamiento jurídico español. 

Por Real Decreto de 13 de mayo de 1832, se establecieron tres categorías de ejecución por garrote: noble para personas de abolengo y sus hijos, el ordinario para las personas de clase media y el vil, para todos los condenados por delitos atroces. El rey Fernando VII estableció que en el caso de los nobles, o hijos de nobles, fueran conducidos al patíbulo montados en un caballo ensillado y con el capuz (gorro nazareno) pegado a la túnica.

Por otro lado estaba el ordinario destinado a los comerciantes y campesinos. En este caso los reos eran trasladados con cabalgadura igual pero sin silla, y el tercero, el vil, reservado para asesinos o autores de delitos de gran rechazo social, tenían asignado un asno que, para más humillación, lo montaban de cara a la grupa del anima y en ocasiones, a una cierta distancia del cadalso, eran llevados a pie para que los asistentes se diera gusto gritándole improperios. 

---El primer agarrotado que se tiene noticia en Cuba fue el negro Casimiro Congo, ejecución llevada a cabo el 18 de octubre de 1832. ---

En principio las primeras ejecuciones en la Habana se hacían en la plaza de las Ursulinas, donde estaba situado el convento de las monjas de esa orden, pero 1810 fue trasladado para la explanada del castillo de la Punta. En ese año solo existían dos garrotes en toda la Isla; uno, el de La Habana, y el otro en Puerto Príncipe, que construido por Mr. Veliog, trabajo por el que cobró 170 pesos, según las notas de J. Torres Lasquete, en su Colección de datos histórico-geográficos. En caso de que los condenados estuvieran lejos de estos dos cadalsos, pasarían a ser fusilados. Por lo general los ejecutados solían ser partidarios de la anexión, el autonomismo, la abolición o cualquier otro delito que significara la separación de España.

LOS VERDUGOS 

Para ser verdugo, cargo que en 1889 fue cambiado por el de "ministro ejecutor de la justicia", se requerían cualidades personales especiales. El verdugo además de ser un hombre sano y muy fuerte, dado la fuerza que había que aplicar en el instrumento del garrote para provocar la muerte, debía ser apto psicológicamente, frío, sereno, indiferente al dolor humano. El ministro ejecutor de justicia debía poseer la tenacidad necesaria para ver a su víctima convulsionar, gemir, moverse, su fuerza y el aplomo era garantía de la efectividad de la ejecución.

El primero que desempeñó esta función en Cuba fue Valentín Luis Rodríguez, al que se le asignó un sueldo de 600 pesos anuales y 48 reales plata fuertes por cada ejecución. El otro fue José Cruz Peña, que aunque residía en Cuba permanentemente era originario de Badajoz, en España. Estaba considerado como un artista a la hora de "apretar el tornillo" en la zona agramontina. Fue Peña quien le modificó la salud a los conocidos bandidos Victoriano Machín y su suegro José Eusebio Moreno, despiadados asesinos que habían sido capturados en Cienfuegos y conducidos a la Habana. Peña tuvo que viajar desde Camaguey en el vapor Avilés para aplicar las sentencias.

Luego llegaron Mariano Llorente Casas, ministro ejecutor entre 1895 y 1900, Andrés Avelino Cabrera, de 1900 hasta el 1904, Patricio López Aveleira, del 1905 al 1909, Luis Hernández Goitizolo, del 1909 al 1915, ese año le sustituyó Serafín Smith Smith y a su vez José Trueba Solano que estuvo hasta el 1923, así como Antonio de Paula Romero, en 1924. Agregar que durante la república, los nombramientos solo los hacía el presidente en funciones y a propuesta del Secretario de Gobernación, y sacándose la plaza a concurso. Se pagaba 17 pesos por cada ejecución, y con derecho a un ayudante que cobraba la mitad.

Otro de los celebres fue el verdugo de la raza negra matancero, Valentín Ruiz Rodríguez, considerado también un artífice del mortal instrumento. Se decía que había sido condenado por un homicidio. En varias ocasiones Valentín agarrotó a tres condenados en un solo día, mientras que en otro ajustició a cinco, tres en un pueblo y dos en otro. En total se cargó a 57 reos. Fue el autor de la conocida frase: "¿Garrote nuevo?, no, no, a mi que me den el mío que hasta ahora nadie se me ha quejado".

El primer verdugo que agarrotó un reo en Santiago de Cuba, se llamó Casimiro Ferrer. Antes, se había desempeñado como ejecutor en el cadalso de la ahorca. Debido a su enfermedad, fue sustituido por el verdugo negro José Agustín Portuondo, esclavo de Agustín Vega, quien se hallaba preso y encausado en la cárcel de la ciudad.

El garrote fue aplicado mayormente por el gobierno español a los revolucionarios y conspiradores condenados por delito político. Entre los agarrotados por este motivo estuvieron Bernardino Hernández, Narciso López, Eduardo Facciolo, el catalán Ramón Pintó, Francisco Estrampes, Luis Ayesterán, Diego y Gaspar Agüero, Domingo Goicuría, Francisco León, Agustín Medina. 

Desde el 5 de enero de 1906, todavía con Tomás Estrada Palma en el poder, no se ejecutó más ninguna pena capital en Cuba, y posteriormente los presidentes, tanto los generales José Miguel Gómez, Mario García Menocal, el doctor Alfredo Zayas y Alfonso, así como el Gobernador provisional norteamericano Mr. Magoon, indultaron a todos los reos que habían sido condenados a muerte.

El garrote llegó a considerarse como un objeto sólo de valor histórico y figuró varios años en el Museo Nacional. Sin embargo, no fue hasta el 1926 que el gobierno del brigadier Gerardo Machado lo puso en servicio nuevamente en Santiago de Cuba, siendo agarrotado el condenado Salvador Aguilera en los primeros días del mes de julio. El garrote tuvo que ser trasladado hasta Santiago de Cuba, pues en ese momento era el único que existía en toda la República.

Después que fuera ajusticiado Aguilera, hasta el 20 de Mayo de 1929 que terminaron los cuatro años de Gobierno del General Machado, se ejecutaron trece reos condenados a muerte por los tribunales de justicia. Desde entonces el citado garrote fue colocado en el museo nacional por orden del presidente Miguel Mariano Gómez.

Bastaría decir que la constitución cubana de 1940 abolió completamente la pena de muerte en su Artículo 25, con la sola excepción de los casos de delito militar y para eso en circunstancias muy especiales, como traición, espionaje a favor del enemigo en tiempos de guerra, delitos muy graves. Incluso desde la constituyente de 1901 se acordó - por un solo voto en contra - no aplicarla para delitos políticos.

Es que ni siquiera se la aplicaron a ningún integrante del grupo que atacó el cuartel Moncada en 1953, pese a que le provocaron la muerte a 18 soldados constitucionales. En cambio, desde la claudicación de Santiago en 1959, comenzó un verdadero baño de sangre que no ha paró hasta el 2003, con los tres fusilados por el robo de la lancha. Que sepamos.

A día de hoy, la pena de muerte ha sido abolida en 108 estados para todos los delitos, mientras que siete la han abolido para los delitos comunes como Brasil, Chile, Israel, Kazajistán, Perú, El Salvador y Guatemala, en tanto que 29 mantienen una moratoria sobre las ejecuciones lo que suman 144 países en total. Sin embargo, se sigue aplicando en 55 estados y territorios, destacando entre ellos China, Irán, Arabia Saudí, Irak y Pakistán.


Por Jorge García
Maldita Hemeroteca

Fuentes: Doctor Antonio Barreras y Fernández: "Estudio Médico-legal del garrote en Cuba, La Habana, 1927".

El garrote en Cuba. Recuerdos de Antaño. Por Emilio Roig de Leuchsenring 1930, páginas 74 y 75.

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