Margot Bush y su cuota de responsabilidad.
Se cree que la providencia, la divina en este caso, influye en el universo, en especial en la tierra, en socorro de alguien o de algunos. Fidel Castro fue uno de estas personas elegidas, que incluso consiguió en no pocas ocasiones "burlarse de la pelona".
Y no nos referimos al fantasioso número de atentados que dijo le habían hecho o preparado, si no a las veces que su vida corrió verdadero peligro, sin embargo la providencia o lo que haya sido se interpuso en el camino. Una fue cuando dirigió aquel desquiciado ataque al cuartel Moncada en Oriente, donde murieron 18 soldados constitucionales y más de cincuenta de sus seguidores.
Otra, cuando Fulgencio Batista le perdonó la vida e incluso lo indultó, aunque luego se percatara del gran error que había cometido. ¿Usted se imagina por un momento que pasaría si a un cubano le da por asaltar una estación de la policía, y matar a varios agentes?. Si por pedir libertad pacíficamente te pueden caer hasta quince años.
El 21 de junio de 1956, dentro de un Packard verde modelo 1950 viajaban cinco hombres, Fidel Castro entre ellos, y en la zona de Polanco, en el cruce de la calzada general Mariano Escobedo con la calle Kepler, en ciudad México, tres de esos hombres bajaron, y uno de ellos era Fidel. De inmediato varios agentes de la policía se les abalanzaron, y mientras que Castro intentaba sacar su pistola, la de uno de aquellos agente ya presionaba su nuca. De nuevo la providencia.
Días después de haber sido liberado, Fidel y un grupo de sus hombres se presentaron en la casa de Margot Bush, según la propia versión de esta señora, para darle las gracias. Fue allí cuando Castro le dijo: "Cuando el Movimiento 26 de Julio triunfe en Cuba, usted será una invitada considerada "huésped de honor".
Puntos de Vista // Fuente: Mundo.es // Nota aclaratoria: Con el golpe de estado de Fulgencio Batista, la pena de muerte en Cuba se aplicaba salvo raras excepciones, siempre motivadas por la extrema gravedad del delito, como constaba en el artículo 45. Con anterioridad había sido abolida desde 1944 .
En esta historia nos centraremos en una mujer, la señora Margot Bush (de soltera, Valdés), protagonista de un hecho ocurrido en México en 1956, que no ha sido muy divulgado que digamos. Entonces, la señora Margot no sabía ni quien era Fidel Castro, ni lo que hacía allí en México. En cambio consiguió que el gobierno azteca le liberara y, evitó además, que fuera deportado a Cuba donde la suerte de nuestro país hubiera sido otra probablemente.
Debieron haber "cantado la traviata" en el calabozo, porque a los pocos días veintidós de sus seguidores fueron apresados. Mientras Alberto Bayo, un veterano republicano de la guerra civil española los adiestraba en técnicas de guerrillas, la policía mexicana, que de boba no tenía un pelo, había descubierto sus planes y le había echado mano. A chirona fueron a parar todos detenidos y acusados por el capitán Fernando Gutiérrez Barrios. Así rezaba la orden:
"El sedicioso Doctor Fidel Castro Ruz, exiliado cubano que llegó a nuestro país por una amnistía, prepara una conjura contra el Gobierno de Cuba".
Decir que en aquella época la relaciones entre Fulgencio Batista y el gobierno mexicano de López Mateo eran excelentes. Encima el capitán Gutiérrez Barrios había sido siempre un anti comunista y un feroz represor de la izquierda mexicana, sin embargo nadie se pudo explicar como fue que Castro escapó de sus garras. ¿La providencia o no?.
No pasó en aquel calabozo ni cinco días, gracias a la intervención de esta señora. Este suceso salió la luz, a raíz de una carta escrita por ella a Fidel Castro en 1984; donde una copia permaneció guardada en una caja fuerte en poder de su hijo. Una vez más el futuro barbudo marxista conseguía esquivar un incierto destino. De hecho, la policía ya tenía preparado los documentos de deportación a Cuba.
Fue entonces que Castro entendió el grave peligro que corría en Mexico, y semanas después se apresuró a comprar el yate Granma, una historia que conocemos de memoria. ¿Qué pasó para que la voluntad de la policía y la justicia mexicana se torciese?. ¿Por qué unos "sediciosos cubanos" que querían atentar contra un gobierno amigo quedaron en libertad?.
La carta enviada por la señora Margot en 1984 desvelaba el verdadero motivo. Según el periódico español "El Mundo", fuente de este post, otra señora, de nombre Guajarda Doria, casada con un cubano de apellido Zaragosí y simpatizante del del Movimiento 26 de Julio, le rogó a Margot que moviera "sus hilos" para liberar a los detenidos.
¿Los hilos?. Imagine que Margot era nada menos que la esposa de Edward Bush, presidente de Aerolíneas Mexicanas y un buen amigo del señor licenciado Ángel Carvajal, a la sazón secretario de Gobernación de México. Gracias a "esos hilos", Margot y su marido consiguieron la liberación de alguien que, en realidad no sabían ni quien era exactamente, ni mucho menos sus verdaderas intenciones.
Días después de haber sido liberado, Fidel y un grupo de sus hombres se presentaron en la casa de Margot Bush, según la propia versión de esta señora, para darle las gracias. Fue allí cuando Castro le dijo: "Cuando el Movimiento 26 de Julio triunfe en Cuba, usted será una invitada considerada "huésped de honor".
Más allá del romanticismo que pudo haber tenido este relato, lo que resultó llamativo fue que una vez enterada de quien había ayudado, no se hubiera retractado a tiempo. En cambio, su silencio cómplice y protector de su marido, significó la instauración en la isla de una dictadura que, luego de 65 años, se ha convertido en la más longeva del hemisferio occidental.
Este periódico aseguró además, que un tal Víctor Trapote, responsable de la Inteligencia soviética durante la Guerra Civil española y después de la Castrista, le llevó a Margot personalmente la invitación de Fidel Castro, que ella no pudo aceptar por ser su marido un alto ejecutivo del gobierno norteamericano. Pero en 1984, ya viuda, intentó contactar con Castro en dos ocasiones en relación con la citada carta, pero nadie supo si este le respondió. Margot falleció cinco años después sin conocer a Cuba siquiera, aunque por su culpa la dejó bien jodida.