La manigua: Antro de perdición en la Granda del siglo XX

El barrio de la Manigua forma parte 
de la historia de Granada. // 


La Manigua? Esta voz del idioma taíno significa “terreno, con frecuencia pantanoso, cubierto de espesa maleza tropical” o “abundancia desordenada de alguna cosa; confusión, cuestión intrincada” (DRAE).

Los nombres de barrios en la Granada cristiana aparecieron casi todos en el siglo XVI asociados a iglesias, establecimientos religiosos o colectivos sociales: Sagrario, San Andrés, Santa Ana, San Pedro, Magdalena, Albayzín (los de Baeza), Antequeruela (los de Antequera), Duquesa (por la Duquesa de Sessa), las Angustias, San Lázaro, el Triunfo o San Matías.

Era éste un barrio, parroquia que tomó el nombre de la iglesia erigida en 1501 sobre una mezquita musulmana. Esta parroquia abarcó los fieles establecidos en los antiguos barrios mudéjares de al-Tawwabin, Aixibin y al-Goryí. San Matías era la calle que heredó el hombre de la cuesta Zanacat Tawwaibin (la que ascendía desde la puerta en línea recta) y al-Goryí que no era otra que la perpendicular a ella (calle Navas actual) que iba hasta la Plaza de Bibarrambla.

Todas calles con nombres de mucha santidad; tanta que hasta el piadoso comerciante Joseph Piedra santa acabó dando su nombre a una de las vías transversales.


Toda la zona o collación en torno a la iglesia de San Matías recibió siempre el nombre de barrio de San Matías. En su entorno, a ambos márgenes de la calle, se reparten nombres de callejas y callejones con el apellido de su arteria matriz:

Por la derecha, según se sube, Ábside de San Matías, Sacristía de San Matías, Coches de San Matías y Risco de San Matías. Enfrente hay aún más callejas con el apellido: Laurel de San Matías, Horno de San Matías, Nueva de San Matías, Naranjos de San Matías, Torillo de San Matías y Jazmín de San Matías. Todas con nombres de mucha santidad; tanta que hasta el piadoso comerciante Joseph Piedrasanta acabó dando su apellido a una transversal.

Los conquistadores cristianos empezaron a levantar sus palacetes agrupando casillas y huertas adquiridas o abandonadas por mudéjares, (Antiguos árabes autorizados a quedarse en España.)

Este barrio fue muy activo e industrioso en época pre-nazarita, contó incluso con ramales de agua de la Acequia Romayla; hasta el siglo XIV, en que se fue reconvirtiendo en comercial con la construcción del Corral del Carbón y la extensión de actividades mercantiles desde la medina antigua en torno a la Alcaicería y la Mezquita.


Desde la primera época cristiana los terrenos de esta collación, abancalados en paratas, sufrieron una profunda transformación y fueron castellanizados a base de ensanchar calles, abrir pequeñas placetas y derribar ajimeces. Los conquistadores cristianos empezaron a levantar sus palacetes agrupando casillas y huertas, adquiridas o abandonadas por mudéjares. (Árabes que durante la reconquista fueron autorizados a seguir viviendo). 

La Manigua.

El interior del barrio fue ocupado por esas casas señoriales, en tanto que en el perímetro del triángulo que forma en ladera nacieron instituciones religiosas: el convento del Carmen junto al Darro, el Palacio del Duque de Abrantes, el Palacio de los Córdova, San Francisco Casa Grande (catedral momentánea), monjas Descalzas, etc.

Por su borde inferior, esta collación de San Matías estaba cercada por la muralla y su correspondiente puerta del Atabín. Esta franja baja de casas fue precisamente el lugar donde los cristianos decidieron concentrar su Mancebía, que antes había estado dispersa por la Carnicería de Bibarrambla (Ver: La casa de Alonso Yáñez Fajardo en la Mancebía, un conquistador granadino y recaudador de impuesto, que dicen que fue el "putero" del todo el Reino de Granada).

La prostitución rebasa la Mancebía en el XIX

Así discurrieron los siglos XVI a XVIII, con la Mancebía concentrada en la franja baja del barrio de San Matías (de la calle Navas hacia abajo), en tanto la parte alta era un barrio más señorial. Hasta que a comienzos del siglo XIX, la abundante nobleza y casas nobiliarias establecidas en este barrio empezaron a desaparecer y sus casonas se convirtieron en casas de vecinos, corralas, fueron fragmentadas o se llenaron de engalabernos (casas superpuestas o empotradas) donde vivía infinidad de gente apiñada.

Las casas de la mancebía, ya desreguladas y desligadas del padre de la mancebía, empezaron a extenderse barrio arriba e incluso algunas traspasaron la plaza de Bailén (actual Mariana Pineda) y se introdujeron en el lindero del barrio de la Virgen, sobre todo en calle Concepción.


La desaparición de la muralla en la zona baja dio paso a bloques de casas más lujosas que hacían fachada frente a la explanada del río. Las casas de la mancebía, ya desreguladas y desligadas del padre de la mancebía, empezaron a extenderse barrio arriba e incluso algunas traspasaron la plaza de Bailén (actual Mariana Pineda) y se introdujeron en el lindero barrio de la Virgen, sobre todo en calle Concepción.

Se conformó un barrio de casas de prostitución, mezcladas con pensiones, casas de comidas y gentes de extracción muy humilde. Así nació el principal barrio de las putas de Granada, donde llegaron a ejercer más de más de 300 en los mejores tiempos, repartidas en una treintena de prostíbulos.

El barrio frente a la iglesia de San Matías atraía a la abundante soldadesca, a agricultores de la Vega y a todo granadino que deseara acudir en busca de sexo. Su apogeo llegó a partir de la completa liberalización con la revolución Gloriosa de 1868 y I República. El barrio de prostitución de San Matías se convirtió en un foco insalubre por el tipo de gente que vivía y lo frecuentaba; raro era el día en que no se registraba alguna pelea o escándalo.

Punteo de las principales casas de prostitución que hizo el Dr. Simancas en 1883 en el barrio de San Matías. El círculo marca el punto donde quiso establecer la casa de socorro para atender a las meretrices. Era la zona comprendida entre el Ayuntamiento (A), Capitanía (C), Puerta Real (P) y Bibataubín.

El informe lleva aparejado un plano en el que marcó las casas de lenocinio registradas oficialmente, en número superior a tres docenas, y el punto donde colocar una casa de socorro para atender sanitariamente a aquellas mujeres


En 1883 el médico municipal Juan de Dios Simancas elaboró un informe sobre las pésimas condiciones de insalubridad del barrio, sobre todo en las casas en que se ejercía la prostitución. Además, las casas estaban muy deterioradas y el servicio de recogida de basuras brillaba por su ausencia.

El informe lleva aparejado un plano en el que marcó las casas de lenocinio registradas oficialmente, en número superior a tres docenas, y el punto donde colocar una casa de socorro para atender sanitariamente a aquellas mujeres. El plan de este médico no se llevó a cabo.

De San Matías a La Manigua

Este principal barrio de prostitución de Granada llevaba a finales del XIX y principios del XX aparejado el calificativo de las 5 P’s: era un territorio rebosante de pobres, parados, putas, piojos y pulgas. Se componía de un vericueto de callejones estrechos, alguno de menos de un metro de ancho, de aspecto lúgubre en el que apenas entraba el sol. La estampa eran infinidad de mujeres sentadas en sus puertas y ofreciendo sus servicios a los transeúntes; la inmensa mayoría de paseantes iban buscando sexo, porque esos callejones a lo sumo conducían a la Delegación de Hacienda 

A esta zona del Gozo llegó un día de finales de 1897-8 una mujer de edad que no sobrepasaba los treinta años. Venía de Cuba, recién casada o amancebada con un suboficial del regimiento Cervantes, repatriado de la guerra americana. Aquella mujer se llamaba Gracia Figueras Pérez, aunque todo el mundo la conoció pronto por su nombre de guerra: 'La Cubana'

A finales del siglo XIX, según se comprueba con el mapa punteado del doctor Simancas, la mayor concentración de casas de prostitutas se daba en el entorno de la Placeta del Gozo, es decir, entre las calles Navas y Campillo.

A esta zona del Gozo llegó un día impreciso de 1897 o 1898, una mujer de edad que no sobrepasaba los treinta años. Venía de Cuba, recién casada o amancebada con un suboficial del regimiento Cervantes, repatriado de la guerra americana. Aquella mujer se llamaba Gracia Figueras Pérez, aunque todo el mundo la conoció pronto por su nombre de guerra: "La Cubana". 

Debió ser mujer con iniciativa y de grandes virtudes; abrió una especie de colmado, tasca o bar al uso. Decía que era cocinera y traía infinidad de recetas de la colonia caribeña: buñuelos a la cubana, arroz a la cubana, sábalos a la cubana, huevos a la cubana, etc. 

Su establecimiento parece que pronto se convirtió en punto de encuentro de quienes buscaban y ofrecían sexo. La mujer tuvo éxito inmediato por lo novedoso y porque especializó a sus pupilas en hacer muy buenos servicios a la cubana. Dicho en puro castellano, coito intra mamario o dicho más claro la masturbación utilizando los senos.

Decían que Gracia Figueras, La Cubana, no paraba de lanzar exclamaciones sobre lo complicado que era recorrer el laberinto de callejas que formaban por entonces el barrio de San Matías

Decían que Gracia Figueras, La Cubana, no paraba de lanzar exclamaciones sobre lo complicado que era recorrer el laberinto de callejas que formaban por entonces el barrio de San Matías. Le extrañó sobremanera el vericueto urbanístico de su ciudad de acogida.

No cesaba de parlotear, a voces, que este barrio de las putas y el alterne en el corazón de Granada era como internarse en la manigua cubana. Además, los soldados repatriados de Cuba decían que los independentistas se “echaban a la manigua” cada vez que se levantaban en armas y decidían emboscarse para no ser localizados.

Y así fue como mucha gente que buscaba bebida, guitarreo y sexo nocturno decía que iba a La Manigua, como lugar más señero por donde empezar su correría

Gracia Figueras colocó una tablilla en la puerta de su tasca con el nombre: "Manigua la Cubana". Quizás la casilla fuese por dentro también una especie de manigua por la que perderse en compañía. Y así fue como mucha gente que buscaba bebida, guitarreo y sexo nocturno decía que iba a La Manigua para empezar su correría. El local estaba prácticamente a un tiro de piedra de la plaza Cánovas del Castillo, que era el nombre por entonces de la Plaza del Ayuntamiento.

'La Cubana' y unas cuantas de sus pupilas fueron recluidas en el hospital de San Lázaro para su curación; algunas se fugaron a ejercer a otras provincias, y a extender por allí la epidemia. 'La Cubana' fue internada en las "Arrecogidas " durante un tiempo. Y ahí se le pierde la pista.

La palabra manigua (en minúscula) se había hecho bastante popular en la prensa española para describir las espesuras donde se refugiaban los cubanos independentistas durante la guerra cubana de 1895-98.

Era sinónimo de campo enemigo. Los soldados que regresaban la traían grabada en sus memorias como lugar asociado a calamidades y muerte. Por eso arraigó pronto entre los granadinos.

Francisco Ayala (1906-2009) curioseó en su juventud acerca del origen de aquel barrio que se abría antes sus narices de adolescente. Ya se barruntó (le dio el pálpito) que algo tendría que ver con Cuba, y escribió en sus memorias:

“La Manigua era el antiguo barrio de prostitución (¿De dónde le habría venido ese apodo? ¿Acaso del tiempo en que allí pulularan los repatriados de la guerra de Cuba?) Constituía una especie de reserva, tras el Embovedado, un gueto prohibido, al que solíamos entrar, en grupo, los niños del Instituto para recibir por las tardes algunas lecciones −teóricas− de sexualidad cuando las sórdidas callejuelas hervían de soldados…”

El término Manigua fue recogido en diccionarios de Cuba y Puerto Rico en la segunda mitad del siglo XIX. No se incorporó al Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española hasta su edición de 1914.

El término Manigua fue recogido en diccionarios de Cuba y Puerto Rico en la segunda mitad del siglo XIX. No se incorporó al Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española hasta su edición de 1914.

En los primeros años del siglo XX este vocablo caribeño fue adoptado por un ventorro situado en el Paseo Blanco de Madrid, en lo que hoy es placeta de Santa María de la Cabeza. Pero desapareció con la ampliación de la calle Embajadores durante la década de 1920. Por otra parte, también algún emigrante asturiano bautizó como Manigua una aldea de cuatro casas a las afueras de Langreo.

En 1904 empezó a aparecer en la prensa local el nombre de La Manigua como lugar de copas en la zona próxima al Campillo. EL DEFENSOR, 8 de abril de 1904.
En 1906, el funcionario de Diputación y escritor Luis Morell y Terry se quejaba de escándalos cerca de su casa; también había que explicar a los lectores que La Manigua era una zona de alterne que se estaba conformado próxima al Campillo.

Objetivo: demoler La Manigua

El barrio que rodeaba al Ayuntamiento y acogía la Delegación de Hacienda estaba muy deteriorado a principios del siglo XX. Quedaban reconocibles una docena de casas que fueron nobiliarias, pero lo demás eran infraviviendas de hasta cuatro alturas.

La principal casa noble era el Hospital de Navas, un edificio que databa de 1557 cuando el matrimonio Francisco Navas y su esposa Isabel Muñiz de Salazar lo hicieron fundación piadosa dependiente del Hospital de Santa Ana. También estaba en este perímetro el palacete de los Marqueses de Saravia (o Sarabia).

Las clases pudientes veían en la zona de alterne y prostitución de La Manigua una oscura mancha de pecado en el corazón mismo de Granada que había que acabar con ella

Por tanto, las clases pudientes veían en la zona de alterne y prostitución de La Manigua una oscura mancha de pecado en el corazón mismo de Granada. Había que acabar con ella. Y qué mejor manera que demoliendo todo el barrio y expulsando de allí a sus moradores.

La primera idea de arrasar aquella ciudadela de las 5 P’s surgió en el pleno municipal del 3 de abril de 1915. Era alcalde Francisco Aurioles Hidalgo y le acompañaba como ediles la creme de la creme del dinero: Felipe Lachica Mingo y el notario Felipe Campos de los Reyes. Eran años de agitaciones sociales debido al elevado paro obrero que cada día se concentraba a pedir trabajo a la puerta del Ayuntamiento.

El concejal Campos de los Reyes, ante el griterío que acompañaba al pleno, propuso acallar sus bocas −y sus estómagos− dando trabajo a cientos de obreros con el derribo del barrio de La Manigua. Concretamente, en las actas de la sesión hay recogidas unas palabras suyas en este sentido: “Para convertir ese sitio en lugar espléndido e higiénico, y acometiendo la obra del mismo modo que se acometió la Gran Vía; tendrían trabajo albañiles, carpinteros, hojalateros y en general todas las industrias de la edificación”.

El proyecto de derribo de toda La Manigua pareció bellísima idea al alcalde Aurioles. De hecho  −precisó − ya venía limitando la concesión de licencias de reforma en este barrio condenado a muerte

El proyecto de derribo de toda La Manigua pareció bellísima idea al alcalde Aurioles. De hecho −precisó − ya venía limitando la concesión de licencias de reforma en este barrio condenado a muerte.

Felipe Lachica −pasado y futuro alcalde, jefe del partido conservador− propuso constituir una sociedad similar a La Reformadora de la Gran Vía para acometer el derribo. El Ayuntamiento envió una circular a los vecinos concediéndoles un plazo de diez días para que abandonaran las casas ruinosas, pues iban a echarlas abajo.

Ya en aquel año 1915 demolieron lo más urgente. Pero el proyecto quedó olvidado por un motivo muy sencillo: el continuo cambio de alcalde y concejales que se registraba en el Ayuntamiento

Ya en aquel año 1915 demolieron lo más urgente. Pero el proyecto quedó olvidado por un motivo muy sencillo: el continuo cambio de alcalde y concejales que se registraba en el Ayuntamiento.

Aurioles dejó la alcaldía el 1 de enero de 1916; le siguió Felipe Lachica hasta mediado 1917; Manuel Sola Segura estuvo otro medio año; regresó Felipe Lachica hasta que la grave huelga obrera y estudiantil de febrero de 1919, acabó con él. Otros dos alcaldes, Santiago González Sola y Antonio Ortega Molina, llegaron hasta octubre de 1920. Ninguno de ellos volvió a ocuparse de La Manigua.

Continuar la Gran Vía por La Manigua

Por fin, en octubre de 1920 accedió a la alcaldía el hombre de las 5 G’s (Germán García Gil de Gibaja de Gabia). Estuvo de alcalde dos periodos, en total poco más de año y medio. Volvió a retomar las demoliciones de los edificios más ruinosos del barrio de San Matías. Pero en este caso había introducido un nuevo elemento como justificación; no sólo esgrimía motivos de orden moral, sanitario y clarificador de la trama de La Manigua. Había que echarlo abajo para dar continuidad a la Gran Vía.

Corporación del alcalde Germán Gil de Gibaja visitando uno de los solares derribados en 1921 y retrato personal suyo. ARCHIVO FERNANDO ACALE.

Fue la primera vez que se mencionó ese fabuloso proyecto para conseguir lo que en origen buscó Juan López-Rubio en 1895 con su Gran Vía

Fue la primera vez que se mencionó ese fabuloso proyecto para conseguir lo que en origen buscó Juan López-Rubio en 1895 con su Gran Vía. Que no era otro que conectar la estación de ferrocarril de Andaluces con la futura posta del tren a la Costa, a levantar en la zona del Salón.

La idea de segunda parte de la Gran Vía que tenía el alcalde 5 G’s trazaba una línea recta entre el edificio de Correos en la calle Reyes Católicos, partía La Manigua alta por la mitad y aparecía en la Plaza Mariana Pineda. Desde aquí continuaba partiendo el barrio de la Virgen, más o menos siguiendo la línea de la calle San Pedro Mártir, para acabar en el Salón. Obviamente, de haberse materializado aquel proyecto hubiese supuesto la práctica desaparición de medio barrio de La Manigua y otro tanto del de la Virgen.

Proyecto de continuación de Gran Vía del alcalde Gil de Gibaja, partiendo La Manigua y el barrio de la Virgen, con plaza intermedia en Mariana Pineda.
Nada más volvió a saberse del tema de la prolongación de la Gran Vía hasta mediado el año 1929, cuando ocupaba la alcaldía Mariano Fernández Sánchez-Puerta. El motivo era prácticamente el sempiterno de Granada, es decir, los inquilinos tan efímeros en la alcaldía que no daban continuidad a los proyectos.

Hubo un alcalde −Antonio Díez de Rivera y Muro− que permaneció como alcalde cinco años (de 1923 a 1928) y tuvo más tiempo para actuar. Éste había sido concejal con Gibaja y siguió su idea de derribar La Manigua al pie de la letra

Pero había sucedido un cambio muy importante durante la dictadura de Primo de Rivera. Hubo un alcalde −Antonio Díez de Rivera y Muro− que permaneció como alcalde cinco años (de 1923 a 1928) y tuvo más tiempo para actuar. Éste había sido concejal con Gibaja y siguió su idea de derribar La Manigua al pie de la letra. En 1924, hace ahora un siglo, puso en marcha un plan de manera sigilosa consistente en derribar edificios y manzanas completas con el pretexto de airear y abrir plazas en una trama angosta a insalubre.

Explicacion del proyecto del ensanche. jpg

Explicación del proyecto de ensanche de la calle San Matías, según ideas de Ángel Casas. EL DEFENSOR, 1929.

La idea de retomar la Gran Vía a través de La Manigua la reactivó el arquitecto Ángel Casas. Pero en esta segunda ocasión no proponía partir por la mitad el barrio, sino sacarla a base de hundir los edificios de una de las aceras de la calle San Matías

La idea de retomar la Gran Vía a través de La Manigua la reactivó el arquitecto Ángel Casas. Pero en esta segunda ocasión no proponía partir por la mitad el barrio, sino sacarla a base de hundir los edificios de una de las aceras de la calle San Matías. Sería llamada Avenida de Aureliano Fernández Guerra (escritor y dramaturgo fallecido en 1894).

Tendría 12-18 metros de anchura. El proyecto también afectaba al ensanche perpendicular de Escudo del Carmen; al ensanche de calle Navas (que en aquel momento se llamaba Méndez Núñez); y al ensanche de la calle Lepanto. Afectaba también a varias calles más del entorno, con lo cual se desfiguraría la trama y las alineaciones quebradas del siglo XVI.

La Ley de expropiaciones de 18 de marzo de 1895 permitía acometer grandes expropiaciones para reforma interior de barrios. Precisamente la que se utilizó para abrir la enorme cala de la Gran Ví

La Ley de expropiaciones de 18 de marzo de 1895 permitía acometer grandes expropiaciones para reforma interior de barrios. Precisamente la que se utilizó para abrir la enorme cala de la Gran Vía.

Una vez más, y ya iban varias, no se acometió una reforma tan agresiva que supusiera la desaparición de La Manigua. No obstante, a la chita callando habían ido desapareciendo manzanas enteras, sobre todo en el sector de La Manigua baja, es decir, por debajo de la calle Navas y hasta la calle Campillo, que lindaba con el Teatro Cervantes. En el plano elaborado en 1939 se ven ya grandes calvas o solares vacíos en toda esta zona.

NOTA: Finalizado el derribo del barrio bajo, algunos quisieron ponerle el nombre de calle Alcalde Gallego Burín a la actual calle Ganivet, pero fue el mismo don Antonio el que optó por el del pensador granadino; tal vez consciente de que no todo el mérito de la actuación en la Manigua fue suyo. 

Artículo de Gabriel Pozo Felguera
publicado en "El independiente de granada".
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