Don Víctor Batista Falla.// |
Hay cada historia que se las trae. Había escuchado hablar de él como descendiente de una de las familias más rica de la sacarocracia en los siglos XIX y XX en cuba. También que residía en Madrid, pero en cambio desconocía su fatal destino.
Resulta que el señor Víctor Batista Falla, nacido en 1933, era un mecenas de la cultura Cubana y destacado financiero de varias editoriales en los últimos años. Su padre, Agustín Batista y González de Mendoza, fue el fundador y presidente del Trust Company de Cuba, quizás el banco más poderoso de la Isla en aquella época. Se decía que su fortuna superaba los 30 millones de dólares de la época.
Por otro lado su madre, María Teresa Falla Bonet, había heredado el imperio azucarero y bancario del cántabro Laureano Falla y Gutiérrez, imagínese, el que pase por el vedado y vea la mansión situada de la calle D, esquina a 13, podrá aquilatar la plata que tendría esta familia. De hecho, hasta el propio presidente Gerardo Machado asistió al sepelio de Don Agustín, ocurrido en 1929.
Un detalle curioso. Los Batista - Falla fueron dueños del central Andreíta, ubicado en la zona de Palmira, provincia de Las Villas, mientras estuvieron asociados con el clan del abuelo asturiano de la ex candidata de VOX a la presidencia de Madrid, Doña Rocío Monasterio. Su tío Eutimio no se quedaba atrás. Se cansó de preservar y remodelar valiosas instrucciones de las Villas, como la iglesia parroquial de Nuestra Señora del Carmen y la de San Juan Bautista, entre otras.
Eutimio poseía una fábrica de tablas de bagazo, dos bancos, una papelera, una destilería, un teatro y dos plantas productoras de henequén. Se le estimaba un capital ascendente a 8 millones de pesos en 1956. En el 1935 fue objeto de un secuestro por parte del pistolero Antonio Guiteras, de la Joven Cuba, que les despojó de una fuerte suma de dinero, 300 mil pesos creo, más varias obras muy valiosas que intentó sacar después de Cuba por la zona del Morillo el ocho de mayo, el día que lo atraparon junto a Carlos Aponte y les dieron muerte.
Su hermana era la dueña de la playa Viriato, en Marianao, casada con Viriato Gutiérrez Valladón, secretario de presidencia del gobierno del general Gerardo Machado y Morales. Eran dueños del cine Payret y los centrales Punta Alegre y Adelaida en Morón, actual provincia de Ciego de Ávila. Además de una finca en el reparto Flores, en Marianao, y del tramo de costa correspondiente entre las calles 184 y 186, una zona que hoy se encuentra "controlada por la familia Castro".
En fin, son solo algunos ejemplos de la alcurnia rica y filantrópica que le rodeaba. Pues bien. Agustín vivía en la ciudad de New York desde 1960, el año que el castrismo le despojó de todo sus bienes y los de su familia, aunque luego se mudó para Madrid donde había fundado la editorial Colibrí y donde ayudó a mucha gente. Y como dijo el apóstol en Los zapaticos de rosa, "pasó el tiempo y un águila por el mar", un buen día, malo más bien, y después de pasarse todos esos en el extranjero, se le ocurrió la fatídica idea de visitar su país de origen.
Pasó que escogió la peor etapa que pudo, la del año 2020, plena pandemia del coronavirus, más de un millón contagiados y nueve mil fallecidos, y el mal chino terminó por arrebatarle su propia vida. Encima, le habrán cogido la plata que - suponemos - costaba una cama en el exclusivo Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí, donde una semana después amaneció cadáver.
Es cierto que a todos nos llega la muerte, pero hay que dejarla que venga a buscarnos. ¿Qué necesidad tenía de visitar aquel infierno en ese preciso momento?. ¿Una víctima de la añoranza?, todo indica que sí, sus amigos aseguran que era muy buena persona, pero no todos tienen la suerte, y la fortaleza moral además, de mandarlo todo a tomar por culo. Quizás se suicidó, ¡que se yo!, a los buenos siempre les pasa de tó. ¡Ah!, ya se me olvidaba, Agustín era tío de la actual soberana de Luxemburgo, doña Teresa Mestre Batista.
Por Jorge García
Maldita Hemeroteca