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BANDOLERO O PATRIOTA: GENERAL DE BRIGADA CARLOS AGUERO FUNDORA.


Este post solo tiene un fin, y es recordar las proezas de un verdadero mambí del que apenas se habla. Nos atreveríamos a asegurar que en Cuba más del 90% de la ciudadanía, incluso la de Matanzas en especial, no sabe nada de este aguerrido hombre que su memoria ha sido cubierta por el manto del olvido.

Tanto es así, que otros de los más conocidos y reconocidos que batían el cobre en la "bastantes seguras" provincias de Oriente o Camagüey, ni siquiera se le asemejaron en valor y audacia. El general de brigada del ejercito libertador cubano, Carlos Agüero y Fundora, fue presa de una traición y cayó en horas de la noche del día 22 de marzo de 1885.

Aquella traición había sido muy bien orquestada por el comandante de la compañía de reserva de voluntarios de Calimete, don Manuel Carreño y Fernández, y el sargento de segunda de la guardia Civil del puesto de Cuatro Caminos, don Raymundo Gómez Zamora, de manera que las fuerzas insurrectas perdían a uno de sus hombres más audaces de toda aquella etapa bélica.

Tildado como bandolero por las fuerzas españolas e incluso, por algunos historiadores contemporáneos que han repetido la historiografía colonial haciéndole -sin querer quizás- el juego, en realidad estamos hablando del mambí que más batallas libró en el territorio matancero en los casi tres años que en esta provincia mantuvo en alto la antorcha de la libertad. Tenga en cuenta que para nada era lo mismo combatir en las provincias orientales, que en un occidente mucho más controlado por España.

En ese tiempo se le cuentan más de cien hechos que van desde la requisitoria de caballos, dinero, armas, quemas de ingenios, caseríos, hasta combates frente a frente con los españoles, como la toma de importantes pueblos de la zona. Agüerito, como le decía Henry Reeve', se había sumado a la gesta mambisa de los Diez Años con sólo catorce años de edad.

A Matanzas llega a la vanguardia de las tropas de Henry Reeve el 30 de noviembre de 1875, fecha que cruza por el río Hanábana para penetrar hasta Macurijes. Allí quemaron los campos de caña del ingenio "Dos Hermanos" así como en días posteriores realizaron acciones en Sarabanda, Quemado Grande y otros lugares al sur Matancero.

Una de las últimas acciones del valiente camagüeyano fue el asalto al poblado de Calimete la noche del 30 de septiembre al 1 de octubre de 1876, bajo las órdenes del jefe Cecilio González. Entonces incendiaron varias casas, entre ellas la tienda del concejal del Ayuntamiento de Colón, don Manuel Carreño y Fernández.

La insurrección en el Occidente del país, se hizo prácticamente insostenible, a pesar de que el apoyo que debían brindar las fuerzas del Oriente apenas llegaron. No obstante Cecilio continuó accionando sin descanso en la zona de la jurisdicción de Cienfuegos y Colón, teniendo como refugio el difícil acceso a la Ciénaga de Zapata. Agüero marchó al Camagüey a fines de 1876, donde había salido casi un año antes.

La indisciplina en el ejército mambí, el espíritu provinciano de Las Villas, la falta de material de guerra, la sedición de Las Lagunas de Varona, la revuelta de Santa Rita el 11 de mayo de 1877 - a la que se sumó Agüero -, más la política de paz enarbolada por el nuevo capitán general de Cuba, don Arsenio Martínez Campos, fueron en gran medida lo que condujo a la capitulación en la paz del Zanjón.

Sin embargo, Agüerito continuó peleando tres meses más de ese pacto, hasta que viendo la imposibilidad de seguir y después de haber capitulado numerosos soldados, oficiales y jefes que conocía, decidió rendirse el 30 de octubre de 1877 junto a cinco mambises más y entregando seis tercerolas Remington, municiones, cuatro caballos, y las tres mujeres y cuatro niños que venían con ellos, poniendo rumbo todos hacia Cayo Hueso, Estados Unidos, en el vapor Hutchinson .

El 1ro. de abril de 1884, el general Agüero zarpa desde Cayo Hueso en la goleta Schavers con más de 20 hombres. En este viaje estuvo a punto de caer en manos enemigas, cuando el “práctico” trató de llevar la nave hasta el puerto de La Habana. Sin embargo, descubierto a tiempo por el propio Agüero, a punta de revólver lo obligó a dirigirse hacia otro lugar.

Es así como la expedición desembarca el tres de abril en Punta de Hicacos, en la ciudad de Cárdenas, portando un certificado expedido por Juan Arnao Alfonso, presidente del Comité Revolucionario Cubano de Nueva York, que lo acreditaba como Jefe de Operaciones en Cuba. En cambio, el espía logra evadirse y presentarse de inmediato a las autoridades españolas a prestar declaración.

Solo el valor y la astucia de este general y sus hombres permitieron que el enemigo no pudiera aniquilarlos de inmediato. Estuvieron escondidos en los montes de Matanzas por espacio de once meses de heroica resistencia, hasta la noche del dos de marzo de 1885 en que caen en una emboscada en la jurisdicción de Colón.

LA TRAICIÓN..

Desde mucho antes de recibir la orden, González Muñoz y el sargento Raymundo Gómez Zamora, quien había arribado en 1874 a Cuba en plena Guerra de los Diez Años como un oscuro soldado de fila, se había puesto de acuerdo con Manuel Carreño Fernández a fin de atraer al general mambí a una celada preparada por los espías y el ex esclavo Federico Prendes, patrocinado de don Evaristo Prendes y Sixto Hernández.

Estos logran atraer al general hasta las cercanías de las viviendas de Prendes, a fin de que no sólo se uniera a ellos sino a más hombres a los que Agüero conocía, como el negro Luciano Morejón, don Jacinto Mollinea Galindo y el también negro Atanasio Ordóñez. El sargento Gómez Zamora, junto al teniente del batallón de Bailen, don José Rodríguez de Longo, y once guardias más, se escondieron detrás de la cerca de piedra de la finca de los Prendes.

Sobre las ocho y media de la noche, al arribar el general Agüero y el capitán José Morejón, seguidos de otros miembros de la partida, dejaron que Federico saliera al encuentro. La señal para atacarlos sería un fallido disparo que fue apercibido por uno de los Sotolongos que enseguida preguntó: ¿Quién está detrás de la cerca?

No obteniendo respuesta, cuatro de los bandoleros se dirigieron hacia el sargento que dio la voz de ¡fuego! y ¡al machete! sobre Agüero y Morejón. El pardo Federico le propinó dos machetazos terribles, pero el teniente Longo le propinó un tiro entre ceja y ceja fulminándolo al instante.

Los morenos Sixto y Luciano batieron a Morejón, hasta dejarlo muerto de un balazo de la primera descarga más dos machetazos. Los dos Sotolongos que quedaron en la retaguardia escaparon, pero uno de ellos herido gravemente en el brazo, así como herido leve de un balazo quedó también el espía Atanasio Ordóñez.

Caserío de Ceiba Mocha en Matanzas

A las doce de la noche fueron trasladados al paradero de Calimete los cadáveres de Agüero y Morejón ante más de quinientas personas, entre ellos don Manuel Carreño, el artífice del suceso. A las cinco de la mañana del día 3 de marzo, llegaron a Colón los restos mortales de los oficiales mambises; y se expusieron en la puerta de la cárcel hasta que a las seis de la tarde que los enterraron en una humilde fosa.

Allí quedaba uno de los más aguerridos y valientes mambises de toda la historia independentista cubana, a la cual le dedicó más de la mitad de su vida gracias a las enseñanzas adquiridas a través de prestigiosas figuras como Gómez, Reeve, o libros del famoso guerrillero José Garibaldi que pusieron en práctica en la provincia de Matanzas, demostrando así que la guerra de guerrilla sí se podía en el llano, y aún así mantener en jaque a numerosas fuerzas españolas.

Sin embargo el general Fundora no ha tenido la misma suerte en la historiografía cubana como otros que sí fueron bandidos en el sentido de la palabra, - como Matagás y Manuel García por ejemplo - que gracias a una historia mal contada devinieron en insurrectos. Para nadie es un secreto los cientos de hechos delictivos cometidos por esos elementos, no así Agüero que nunca estuvo fuera de la ley.

La verdad se abrió paso, a pesar de la rigidez de los españoles en llamarles bandidos, incluso por varios historiadores cubanos también. Fíjese si no lo fue, que entonces en algunas notas de prensa sobre combates en los cuales las tropas españolas salían victoriosas, entonces por arte de magia Agüerito pasaba a ser de un "vulgar bandido" al "general Agüero".

Conclusión-

Solo agregar un dato. Si Agüero fue o no un bandolero, o se relacionó de alguna forma con ellos, fue debido a varias causas que le obligaron a tomar medidas drásticas. Para empezar no era lo mismo pelear en Oriente que en Matanzas, donde las tropas españolas tenían el control absoluto de esa provincia, sobre todo durante el gobierno del gobernador general Camilo García de Polavieja.

Solo agregar que durante sus estancias en la Ciénaga de Zapata obligado por las circunstancias, y sin recibir apoyo alguno de la mambisada Oriental, Agüero se vio obligado a mantenerse con vida mediante métodos que sí eran propios de bandoleros como Limbano Suárez o Ramón Leocadio Bonachea, como el robo o la extorsión de campesinos de la zona.

Tampoco se puede negar que durante aquella etapa se produjeron en esa zona múltiples delitos, como secuestros, robos, incendios y hasta asesinatos, y entre los más buscados por las tropas españolas estuvieron José Alvarez Arteaga, el citado "Matagás", Jose Desiderio Matos, alias "El tuerto" y su hermano Bernardo, Nicasio Mirabal y quizás el más emblemático de todos, Manuel García Ponce de León, el llamado "Rey de los campos de Cuba" considerado como  mambí cuando nunca lo fue. 

Maldita Hemeroteca 

Fuentes: 
---"Carlos Aguero: Un general mambí". Humberto Ballesteros. -
---COLLAZO, Enrique: Desde Yara hasta el Zanjón. Apuntaciones Históricas. Instituto del Libro, La Habana, 1967. 
---CASTELLANOS GARCÍA, Geraldo: Motivos de Cayo Hueso. Ucar García y Cía., La Habana, 1935