Sin ser abogado, Antonio Maceo dictó sentencias militares como juez en Honduras
El curso que siguió la vida del general Antonio Maceo hasta su regreso definitivo a la isla en 1895 fue agitado, y lo devolvió por un tiempo a la vida civil. Jamaica y Costa Rica se convirtieron en sus dos centros de actividad, con un paso transitorio por Haití y regulares visitas a Estados Unidos.
En mayo el estado de salud de María mejora. A finales de junio arriba Maceo a Amapala, ciudad portuaria del Pacífico hondureño. Su llegada al país no pasa inadvertida. El 20 de julio el diario La Paz, que dirigía el poeta y patriota cubano José Joaquín Palma, publicó la siguiente nota:
“… En el vapor Salvador, procedente de Panamá, que fondeó el 17 del corriente en el puerto de Amapala, llegó don Antonio Maceo, uno de los generales más bravos de la guerra de Cuba (…) Por sus heroicos hechos, su nombre es conocido en toda la América…”
De Amapala se traslada a caballo hasta la capital, Tegucigalpa, donde inmediatamente que llega es recibido con generosidad y respeto por las máximas autoridades del país, que en breve plazo reconocen su investidura militar y le ofrecen empleo.
Con su arribo a Honduras, el 17 de julio de 1881, va a tener su primer contacto directo con la realidad centroamericana, que presenta características que la difieren de la situación antillana conocida por él. Aquí se le abren las puertas para la participación en un histórico proceso reformista, que se desarrollaba bajo la luz intelectual del ministro Ramón Rosa, durante el gobierno de Marco Aurelio Soto.
La Reforma Liberal hondureña de 1876-1883 constituyó un acontecimiento trascendental en la historia del país, y sentó las bases para una modificación sustancial de las viejas estructuras heredadas del período colonial; ejercería una influencia profunda en el ulterior desarrollo de la historia nacional. En este contexto histórico se insertó Antonio Maceo.
Las recomendaciones de Máximo Gómez y su valía le facilitaron que el gobierno de Marco Aurelio Soto le confiriera el 20 de septiembre de 1881 el grado de general de División del Ejército de Honduras.
Ha de ser uno de los primeros cubanos que ostenta tan alto grado militar fuera de su país; no solo se le considera como una prueba de agradecimiento a Maceo, sino también al prestigio que habían logrado los oficiales y miembros del Ejército Libertador Cubano en el transcurso de sus acciones contra España.
Las principales actividades que desarrolló pueden apreciarse a través de su ingreso en el Estado Mayor del Ejército, el 30 de septiembre de 1881.
Asumió, al mismo tiempo, la comandancia militar de Tegucigalpa y el 21 de mayo de 1882 recibió el nombramiento de Juez Suplente del Tribunal Supremo de la Guerra, hasta el 31 de julio del propio año. Ese día se le designa comandante de los Puertos de Cortés y Omoa, donde permaneció hasta el 24 de diciembre de 1883 cuando renuncia.
El historiador hondureño Varela Osorio, afirmó que tanto Antonio Maceo como Máximo Gómez fueron sustanciales en el proceso de organización del Ejército de Honduras: "…Gran parte del éxito en la constitución de un ejército nacional se debía a la traída de los generales y héroes cubanos Máximo Gómez y Antonio Maceo…".
Antonio Maceo en Honduras practicó una inédita variante de solidaridad en el área centroamericana, al integrarse al proceso reformista hondureño y ocupar importantes responsabilidades político-militares, ganándose el apoyo de las autoridades.
No obstante su pensamiento no estuvo lejos de la Patria, en sus visitas a los líderes hondureños, a Máximo Gómez y a los cubanos que allí radican, siempre tenía un espacio para Cuba y el papel que le correspondería ejecutar a partir de 1889 que el gobierno colonial español le autoriza de nuevo la entrada a Cuba.
Fuentes.