sábado, 21 de mayo de 2022

Sin ser abogado, Antonio Maceo dictó sentencias militares como juez en Honduras


El curso que siguió la vida del general Antonio Maceo hasta su regreso definitivo a la isla en 1895 fue agitado, y lo devolvió por un tiempo a la vida civil. Jamaica y Costa Rica se convirtieron en sus dos centros de actividad, con un paso transitorio por Haití y regulares visitas a Estados Unidos. 

En Kingston, donde junto a otros emigrados compartía las agónicas limitaciones de vivir fuera de la Patria, planeó junto a Calixto García —que presidía el Comité revolucionario cubano de Nueva York—, una nueva sublevación que empezó precipitadamente en agosto de 1879 y acabó fracasando por falta de coordinación, la Guerra Chiquita. 

De septiembre data la circular en la que Maceo recordaba a los cubanos que las reformas prometidas por el gobierno español no se habían cumplido y que incluso se había apartado a los cubanos de los órganos de gestión que antes ocupaban. 

Este mismo año viajó a Haití en busca de nuevos apoyos, sin embargo, la posición de las autoridades haitianas —sospechosas de que los revolucionarios cubanos pretendían mantener la esclavitud tras la independencia— y el seguimiento a que era sometido por agentes españoles acabaron en una situación conflictiva, y en un intento de asesinato. 

Obligado a salir de manera encubierta, Maceo se refugió brevemente en la colonia danesa de Santo Tomás, de ahí pasó en 1880 a Santo Domingo, donde trabó una duradera amistad con Eugenio María de Hostos, a la colonia británica de Islas Turcas, y regresó a Jamaica, donde permaneció durante la primera mitad de 1881. 

Comenzó un viaje por Centroamérica, que lo condujo primero a Honduras, país en el que residían varios cubanos independentistas —Tomás Estrada Palma y su compañero Máximo Gómez, entre los más conocidos—, para colaborar en la reorganización del país que promovió el presidente Marco Aurelio Soto (1846-1908).

Anselmo Valdés le dio respuesta desde Santa Rosa, en Honduras; la carta está fechada el 8 de enero de 1881 con positivos resultados en cuanto a la apertura de negocios pero incierta en referencias a la protección por los gobiernos del área centroamericana. 

En mayo el estado de salud de María mejora. A finales de junio arriba Maceo a Amapala, ciudad portuaria del Pacífico hondureño. Su llegada al país no pasa inadvertida. El 20 de julio el diario La Paz, que dirigía el poeta y patriota cubano José Joaquín Palma, publicó la siguiente nota:

“… En el vapor Salvador, procedente de Panamá, que fondeó el 17 del corriente en el puerto de Amapala, llegó don Antonio Maceo, uno de los generales más bravos de la guerra de Cuba (…) Por sus heroicos hechos, su nombre es conocido en toda la América…”

De Amapala se traslada a caballo hasta la capital, Tegucigalpa, donde inmediatamente que llega es recibido con generosidad y respeto por las máximas autoridades del país, que en breve plazo reconocen su investidura militar y le ofrecen empleo.

Así fue como se incorporó al Estado Mayor del ejército hondureño con el grado de general de división, asumió también la comandancia militar de Tegucigalpa y en 1882 fue nombrado juez suplente del Tribunal Supremo de Guerra. Por otro lado, el 16 de mayo de 1881, le envía una carta al general español Camilo Polavieja en la que denuncia la hostilidad continua de la política española contra su persona

Con su arribo a Honduras, el 17 de julio de 1881, va a tener su primer contacto directo con la realidad centroamericana, que presenta características que la difieren de la situación antillana conocida por él. Aquí se le abren las puertas para la participación en un histórico proceso reformista, que se desarrollaba bajo la luz intelectual del ministro Ramón Rosa, durante el gobierno de Marco Aurelio Soto.

La Reforma Liberal hondureña de 1876-1883 constituyó un acontecimiento trascendental en la historia del país, y sentó las bases para una modificación sustancial de las viejas estructuras heredadas del período colonial; ejercería una influencia profunda en el ulterior desarrollo de la historia nacional. En este contexto histórico se insertó Antonio Maceo. 

Las recomendaciones de Máximo Gómez y su valía le facilitaron que el gobierno de Marco Aurelio Soto le confiriera el 20 de septiembre de 1881 el grado de general de División del Ejército de Honduras. 

Ha de ser uno de los primeros cubanos que ostenta tan alto grado militar fuera de su país; no solo se le considera como una prueba de agradecimiento a Maceo, sino también al prestigio que habían logrado los oficiales y miembros del Ejército Libertador Cubano en el transcurso de sus acciones contra España.

Las principales actividades que desarrolló pueden apreciarse a través de su ingreso en el Estado Mayor del Ejército, el 30 de septiembre de 1881. 

Asumió, al mismo tiempo, la comandancia militar de Tegucigalpa y el 21 de mayo de 1882 recibió el nombramiento de Juez Suplente del Tribunal Supremo de la Guerra, hasta el 31 de julio del propio año.  Ese día se le designa comandante de los Puertos de Cortés y Omoa, donde permaneció hasta el 24 de diciembre de 1883 cuando renuncia. 

El historiador hondureño Varela Osorio, afirmó que tanto Antonio Maceo como Máximo Gómez fueron sustanciales en el proceso de organización del Ejército de Honduras: "…Gran parte del éxito en la constitución de un ejército nacional se debía a la traída de los generales y héroes cubanos Máximo Gómez y Antonio Maceo…".

Antonio Maceo en Honduras practicó una inédita variante de solidaridad en el área centroamericana, al integrarse al proceso reformista hondureño y ocupar importantes responsabilidades político-militares, ganándose el apoyo de las autoridades. 

No obstante su pensamiento no estuvo lejos de la Patria, en sus visitas a los líderes hondureños, a Máximo Gómez y a los cubanos que allí radican, siempre tenía un espacio para Cuba y el papel que le correspondería ejecutar a partir de 1889 que el gobierno colonial español le autoriza de nuevo la entrada a Cuba. 

Fuentes. 

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