lunes, 20 de junio de 2022

De pobres y humildes mambises a caudillos políticos.

El Mayor General Gerardo Machado y Morales, de visita en Tinguaro, provincia de Matanzas. 

Con la firma del Tratado de París, en agosto de 1898, se daba fin a la guerra Hispano-Norteamericana y culminaba la dominación colonial Española en Cuba. Para España el llamado “desastre del 98” condujo a la pérdida de sus últimas posesiones en América, especialmente de Cuba y Puerto Rico, generando así una fuerte crisis política, identitaria y cultural, que generaría un fuerte pesimismo en la sociedad hispana.

A pesar de haberse logrado la ansiada independencia de España, la felicidad de la sociedad civil cubana no era completa. Se esperaba de inmediato la formación de un gobierno autónomo, a la vez que se ansiaba que un elemento tan simbólico como la bandera cubana ondeara en el Morro de la Habana. 

Sin embargo, aunque tales deseos se concretaron, Estados Unidos en calidad de salvador impondría cuatro años de intervención militar en el país. Visto así es como para echarse a llorar. Sin embargo todo sacrificio conlleva a una recompensa y en este caso no fue tan lamentable como parece. Sobre todo si comparamos 4 años de presencia Yankee con los 406 de coloniaje español.

COBRO DE LOS HABERES DE GUERRA

Desmovilizar al ejército cubano constituyó un proceso muy complejo, ya que el monto ascendía a 69 718 hombres incluyendo al Cuerpo Auxiliar Civil. Este proceso de licenciamiento del Ejército Libertador Cubano fue ejecutado en dos fases, la primera se caracterizó por la desmovilización de las tropas, y la segunda estuvo relacionada con el pago de los haberes de guerra y que fuera publicado en la gaceta de Cuba el 10 de Mayo de 1899.

¿Por qué recobra tanta importancia que el Ejército Libertador recibiera su pago de guerra?, pues por la propia razón de que ese dinero le permitiría arrancar una nueva vida y en no pocos casos invertir y formar parte de la burguesía durante los primeros años del siglo XX. 

Este proceso de enriquecimiento personal también tuvo un trasfondo político posibilitando la incursión de los caudillos de guerra en la esfera política. El caciquismo político cubano saldría a la escena nacional en el momento en que los antiguos combatientes del ejército cubano se enriquecen, de manera que el problema del pago va más allá de un movimiento económico, se convierte un fenómeno social y político que condiciona el devenir de la República cubana en sus primeros veinte años. 

El primer presidente cubano Tomás Estada Palma, quien tras la muerte de José Martí ocuparía el cargo como delegado del Partido Revolucionario Cubano, pactaría con la casa bancaria estadounidense Speyer & Co un empréstito de 35 millones de pesos en oro americano, comprometiendo como pago el 10 % del ingreso a la aduana cubana por un período de diez años.

Todo quedó registrado en la Ley del empréstito de los 35 millones, fechado el 27 de febrero de 1903 y modificada el 13 de junio del mismo año. Así, la acción que se materializó en 1903 comenzaría desde 1899 con una normativa fechada el 12 de enero de ese año y dirigida a los Jefes de Cuerpo, División, Brigada y Regimiento, por el Mayor General Carlos Roloff Mialofsky, Inspector General del Ejército Libertador que publicaría más tarde el índice alfabético y de defunciones.

La labor iniciada por el mayor general polaco quedó materializada cuando el periódico Herald de New York, fechado el 3 de febrero de 1899, publicó que el Presidente de los Estados Unidos había recibido de la Asamblea de Representantes de Cuba la constitución de las fuerzas del Ejército Libertador, el cual estaba compuesto por 44 932 hombres.

La relación ofrecida por Roloff declararía un total de 69 718 miembros. Por su parte, la nombrada comisión publicaría un resumen, con fecha 23 de julio de 1903, donde ofreció la relación de los veteranos y su correspondiente pago por grado militar obtenido en servicio. Desglosaba esta vez las fuerzas cubanas del siguiente modo y distribuido de la siguiente forma: 

  • 11 Mayores Generales 
  • 19 Generales de División 
  • 54 Generales de Brigada 
  • 163 Coroneles
  • 290 Tenientes Coroneles 
  • 578 Comandantes
  • 965 Capitanes
  • 1 245 Tenientes 
  • 1 794 Subtenientes 
  • 2 130 Sargentos Mayores 
  • 3 123 Sargentos Segundos 
  • 4 500 Cabos 
  • 30 060 Soldados.”  

En el mismo 1903, salieron publicadas en todo el país las relaciones de pago a los seis cuerpos de veteranos del Ejército Libertador. A partir del año 1904, se distribuyeron para el pago unos $31 589 044 monedas de oro del préstamo concedido por los Estados Unidos.

Según las listas de pago del Segundo Cuerpo del Ejército Libertador que operaba al Oriente del país y representaba el 21,76% del total nacional. 

Pero la atención a los antiguos libertadores cubanos no se limitó solo a los dos casos anteriores. El 11 de julio de 1918, el mayor general y presidente de la República, Mario García Menocal, aprobó la Ley de Pensiones para los miembros del Ejército Libertador y su Cuerpo Auxiliar Civil.

Esta ley reconocía el derecho a una pensión anual y estaba dirigida a los miembros del Ejército cubano, a su Cuerpo Auxiliar Civil y también, en su ausencia, a sus familiares. En el Artículo VI se regulaba que las pensiones oscilarían de acuerdo al grado militar, e irían entre los 3 600 pesos anuales para los Mayores Generales hasta los 360 para los soldados.

ARTÍCULO II

Se entregaría a cada clase o soldado que hubiese estado en servicio en julio 17 de 1898, o con anterioridad a esta fecha, y que se presente con sus armas y equipos, la cantidad de setenta y cinco pesos 75.00 dólares. Puede que le parezca poco, pero tenga en cuenta que era el costo +- de una caballería de tierra de entonces. 

Esta pensión se daría siempre y cuando la persona no estuviera ocupando algún cargo público, civil o militar, ni siquiera en concepto de policía rural o municipal o cualquier otro destino del Gobierno por el que estuviera recibiendo un sueldo fijo.

Para el pago de esos setenta y cinco pesos de pensión se estipuló un convenio entre el Gobernador General y el General Máximo Gómez de destinar 3 millones de pesos en moneda de los Estados Unidos. Por tanto, según lo estipulado en las Reglas se pagaron un total de $2 554 750.009 de los tres millones.

Las normas también agregaban que a cada hombre le serían recogido su equipamiento y las armas. En el artículo IX establecía que el armamento se trasladaría a La Habana o a Santiago de Cuba y se conservarían como recuerdos, estando al cuidado de armeros nombrados por el General en jefe del Ejército cubano. 

De esta manera el Ejército cubano quedaba liberado de cualquier función; y cada uno de sus miembros pasaron a ser personal civil de la República que una nació en 1902 con una deuda que asumir y que tenía como fin pagar al Ejército Libertador sus haberes de guerra. 

También la ley tenía en cuenta a los oficiales que habían sido mutilados en alguna acción de guerra durante el servicio activo. Para estos se le otorgaría el 20 % por encima de la cuantía fijada, siempre y cuando el valor no sobrepasara de los 1 000 pesos. En el caso de corresponderle cobrar la pensión a un familiar, la cantidad recibida correspondería al 75% de la reglamentada.

El caciquismo político en Cuba emergió como una respuesta al proceso político que nació con la propia guerra por las características que tuvo de tipo regional, bien por intereses, ideologías o imperativos del proceso bélico. La guerra matizaría la estrategia de acción de los caudillos a lo largo y ancho de la geografía insular, conllevando a la existencia de un líder insustituible en su territorio y representante de los intereses de los habitantes.

Este caudillismo se consolidó con la propia República y tuvo su ensayo previo durante el período de ocupación estadounidense que le antecedió al colocar a esos mismos líderes al frente de los           ayuntamientos, siendo una estrategia de aceptación y credibilidad en la nueva gestión administrativa. Este pago no solo fue distribuido por grado militar, sino también por la función política ejercida dentro de la guerra.

En el caso del Coronel Rafael Manduley del Río, quien se licenció en 1899 con ese grado militar, cobró sus haberes como si fuera un Mayor General pues había sido Jefe del Estado Mayor del Segundo Cuerpo, su delegado, y luego el vicepresidente de la asamblea de Jimaguayú, así como en 1896 fue el sub-secretario de guerra llegando incluso a ser secretario por sustitución.

Batey Chaparra en 1900. (Antes Holguín ahora las Tunas). Observe que ya mostraba cierto esplendor. El general norteamericano Duncan Hood creó los barrios de Chaparra, Puerto Padre, la Yaya etc, a partir del desarrollo que iba cogiendo la zona

Por otro lado esta el caso del que fuera presidente de Cuba Mario García Menocal, quien ostentó el grado de Mayor General. En ete caso Menocal, una vez instaurada la República en 1902, se dedicó a administrar en Central Chaparra en Puerto Padre.

Menocal negociaba “favores” directamente con el gobierno local, por ejemplo, ofrecía los postes para el alumbrado o gestionaba una ley en el senado para establecer una Aduana en ese puerto. No fue nada casual que cuando decidió postularse para la candidatura presidencial, los habitantes de ese pueblo fueron sus más fieles votantes.

Teniendo en cuenta el costo de la tierra en Cuba durante esos años, no hay duda de que este pago de haberes de guerra viabilizó el tránsito de aquellos caudillos militares en caciques políticos. Es que si analizamos la cifra obtenida por cada oficial, podemos calcular cuántas caballerías de tierra se podían adquirir.

Por ejemplo, en Holguín, Oriente de la isla, el costo de los terrenos era bastante asequible. En barrios de ese término municipal la caballería de tierra se cotizaba en Alcalá a $75,00 y a $100,00 en El Güiral, mientras que en Tacajó los $150,00, de manera que con una suma de mil pesos se podían adquirir 13.3 caballerías en Alcalá, en El Güiral 10 y en Tacajó o Bijarú 6.6.

Como se puede apreciar, se trataba de una cantidad considerable de tierra como para convertirse en terratenientes, e invertir en un negocio que le demandaría resultados por largo tiempo. La paga de los haberes recibidas por los líderes militares, sobre todo los altos oficiales, y los dividendos obtenidos en sus nuevos negocios, tanto en zonas urbanas como rurales, les permitió reorientar sus funciones hacia la explotación de colonias de caña, fincas de ganado o de tabaco.

De este arraigo local y regional de la antigua jefatura militar y política de la revolución, la mayoría procedente de familias de solvencia y prestigio favorable en la definición de las estructuras de relaciones sociales de clientelas, emergerían los caciques políticos. 

El dinero no solo le permitió al ex oficial libertador su remuneración por haber luchado en la guerra, sino le facilitó su ascenso social a través de la adquisición de propiedades y/o puestos públicos. A partir de aquí, Cuba fue un país politico social muy diferente al que había hasta entonces.

Memorias.

Fuente: El ejercito libertador cubano. Ni tan ricos ni tan pobres. 1903. Elizabeth López Mir. 

Tags