jueves, 23 de junio de 2022

General Enrique Loynaz del Castillo: Ni Maceo ni Castristas.

El general al centro guayabera u lazo negro junto a su hija la afamada escritora Dulce María Loynaz

En 1989 Dulce María Loynaz publica en La Habana las memorias de su padre, el general Enrique Loynaz del Castillo, con el título de Memorias de la guerra, tras un arduo esfuerzo de organización de los folios del manuscrito original. Aunque inconcluso, se trata de un texto largo que cubre los años anteriores a la Guerra de Independencia y un período considerable de la propia contienda.

En 1986 su hija Dulce María publicó sus memorias, "Memorias de la Guerra", luego de reorganizar todos los originales, y aunque fue una obra inconclusa, la misma contiene una rica descripción de hechos que la dictadura jamás ha permitido leer libremente al pueblo.

Como por ejemplo la vez que Loynaz paró en seco al general Antonio Maceo, sabedor de que este no comulgaba con el apóstol José Martí. Loynaz admiraba profundamente al maestro, pero a la misma vez había servido como ayudante del lugarteniente general durante la invasión a Occidente.

Los hecho ocurrieron durante una cena posterior a una visita suya a "Dos Ríos", lugar donde había caído el apóstol. En aquella cena le dijo a Maceo que sentía cierta incertidumbre por el futuro de la revolución debido a esa perdida, y fue entonces que Maceo le responde: "Si, es verdad que Martí era un gran abogado"

Al escuchar esto Loynaz, sorprendido según él mismo escribe, lo cuenta así: "... interrumpí a mi vez a Maceo, ‘no, General, no un gran abogado. Martí es el primer estadista de América, es la cumbre del patriotismo y la posteridad ha de venerarlo como el libertador de la Patria; porque sin él General, ni usted, ni Gómez, ni nadie, hubiera podido reanudar esta guerra…”

Sobre su encuentro con José Martí en New York, Loynaz relata como el maestro le había regalado, con amable dedicatoria, sus últimos libros. En el de Ramona había escrito: “A Enrique Loynaz, que amará, con su alma tierna y fogosa, a mi pobre Alejandro. Y aquí agrega lo siguiente:

” Y viendo empolvado mi sobre gabardina tomó un cepillo y con esmero lo sacudió. Y antes que pudiera impedirlo, ¡había sacudido también el polvo de mis zapatos!... ¡A mí me pareció tener delante la encarnación de Jesucristo!.

General Loynaz 
RELACIÓN TIRANTE CON EL MAYOR GENERAL MÁXIMO GÓMEZ

Resulta que el Jefe del Ejército Libertador, el Mayor General Máximo Gómez, en su Diario de Campaña, le reprocha a los generales Quintín Banderas y José María Rodríguez (Mayía Rodríguez), este último superior inmediato de Loynaz, así como al propio Loynaz del Castillo, entonces con grados de teniente coronel, la falta de iniciativa y denuedo en las operaciones en la región occidental de la isla.

Además, Gómez critica el relajamiento de la disciplina y la moral combativa, agravada por el hecho de hacerse acompañar por mujeres que los distraen de sus faenas militares. Gómez llega a consignar lo siguiente en su diario: “Noticias fatales de Quintín Banderas, José María Rodríguez y Enrique Loynaz sobre asuntos de querindangas” (2014, 543).

Por otro lado, aunque respetuoso, el retrato que Loynaz realiza de Gómez es bastante crítico también, ya que lo presenta como un anciano temperamental y malhumorado que se deja influenciar por la maledicencia y los chismes de quienes lo rodean y toma decisiones infelices que ofenden el decoro de sus subalternos.

Ejemplo extremo de estas decisiones desafortunadas es el castigo que Gómez le impone al comandante Villa, narrado en la quinta parte del libro. Se trata nada menos que del cepo de campaña, una verdadera vejación para los miembros de la oficialidad.

Es más, Loynaz no vacila en poner en tela de juicio al Mayor General. Realizando un recuento minucioso de sus acciones, llega incluso a cometer la temeridad de afirmar que mientras él había entablado tres combates en un día durante la campaña de invasión en la región de Matanzas en 1897, Gómez se había pasado tres meses sin dirigir una sola batalla desde su Estado Mayor. 

SOBRE LOS TRAIDORES

En Memorias de la guerra se refieren varios actos de traición de cierta envergadura. Aquí Loynaz se refiere a la traición en 1894 del medico Emilio Luaces, quien fuera después gobernador de Camagüey en 1910, un hombre en quien Martí deposita su confianza y que sin embargo denunció ante las autoridades españolas, la introducción de armas en Camagüey en los vagones de tranvía importados por el propio Loynaz. 

Así mismo cita la traidora indiscreción del coronel Fernando López de Queralta, que por una indiscreción posibilitó que las autoridades norteamericanas detuvieran las tres naves listas para la partida, y que dio al traste con el fracaso del Plan de la Fernandina organizado por Martí.

También hace alusión a la abrupta y misteriosa traición del coronel Juan Masó Parra, participante en la campaña de La Lanzadera el 7 de enero al 19 de febrero de 1896, bajo el mando del mayor general Máximo Gómez, pero que sin embargo fue acusado de comerciar con los Españoles.

Veterano mambí sufre un desmayo durante un acto y es atendido. Loynaz detrás con vendaje en un dedo

Este mambí estuvo varias veces envuelto en diversas actividades ilegales de estafa en Centro América y fue acusado de bígamo ante el generalísimo Máximo Gómez. Incluso, una vez fue acusado por el general Antonio Maceo de no cumplir sus ordenes en Batabanó y Guanajay.

En vez de acometer las ordenes, marchó a Oriente en un asunto personal, por lo que fue arrestado por Maceo, sometido a un juicio el 19 de septiembre de 1896 del que resultó absuelto, pues alegó haber viajado con la autorización del mayor general José María Aguirre, jefe 2 División 5 Cuerpo.

CONFORMACIÓN DE UN GOBIERNO DE URGENCIA LUEGO DE LA SALIDA DE FULGENCIO BATISTA AL EXTRANJERO.

Cuando el general Eulogio Cantillo llamó al presidente del Senado, doctor Anselmo Alliegro y Milá, ex ministro de Hacienda y de Educación del gobierno de Fulgencio Batista para comunicarle la huida del jefe a Dominicana, le propuso que asumiera el séquito de presidencia interina, tal y como lo estipulaba la constitución de 1940.

El ex general del ejercito libertador dominicano, padre de la famosa poetisa Dulce María y sus de hermanos, Beba y Enrique, propuesto como ministro de defensa, se hizo acompañar de los doctores Ricardo Núñez, y los ex vicepresidentes Raúl de Cárdenas y Gustavo Cuervo, el abogado Alberto Blanco y el cirujano y ex candidato presidencial Enrique Nuñez Portuondo.

Al no aceptar Alliegro el mandato, solo estuvo un día al frente de la presidencia interina, Cantillo se viró para el magistrado de la audiencia, Dr Carlos Manuel Modesto Piedra, presidente del Tribunal Supremo de la Nación, quien ante las previas renuncias del vicepresidente Rafael Guas Inclán y de la Cámara de Representantes Gastón Godoy, aceptó. No sin antes exponer sus condiciones que por cierto, fueron muy favorables a los alzados, como el alto al fuego para ambas partes y contar siempre con la aprobación de Fidel Castro para el futuro gobierno.

Una vez acordado, Piedra, que era el mas experimentado y veterano de todos los magistrados, conformó su gabinete de gobierno. A Gustavo Cuervo Rubio, que fungía como vice presidente, lo nombró primer ministro; en relaciones exteriores designó a José Manuel Cortina García y como ministro de defensa al general Loynaz del Castillo.

Sin embargo al no recibir el apoyo del resto de los magistrados, que por cierto no se presentaron a la ceremonia de juramento, Piedra declinó el cargo en favor de otro magistrado Manuel Urrutia Lleó, lo cual favoreció con creces a Fidel Castro ya que al ser este un magistrado demócrata y además católico, inmediatamente recibió el beneplácito de los Estados Unidos

La revista pro castrista Bohemia, la misma que firmó los famosos 20 mil muertos, mintió una vez mas cuando aseguró que el general de brigada Enrique Loynaz del Castillo, un anti Machadista y anti Trujillista, se había puesto al frente "de un grupo de veteranos mambises", negándose a respaldar el intento de Cantillo y la embajada Yankee de sabotear el triunfo revolucionario.

Loynaz recibiendo un documento de Tete Betances, la esposa del hijo de José Martí. 

Cuando usted lee y logra recuperarse del estupor, se queda sin entender como fue posible que no le ficharan para presidente de la nación en vez del magistrado Urrutia la verdad, si es que Loynaz, según ellos, respondía perfectamente a los intereses de Fidel, un patriota mambí y encima anti Americano. Es que lo tenía todo a su favor. Sin embargo la historia es bien distinta a la narrada por aquella prensa cómplice y mentirosa.

El general Loynaz se negó a integrar aquel gobierno, porque como buen mambí que era, no aceptaba presiones de nadie. De manera que la razón de su renuncia fue considerar que en este caso estaba siendo presionado indirectamente por los rebeldes de la Sierra Maestra. 

Lo que de la Osa y sus secuaces en Bohemia no dicen, es que las fuerzas de intervención del ejercito norteamericano en Cuba ya habían pensado en Loynaz para el cargo de jefe de la policía, a las ordenes del Mayor General Mario García Menocal. 

Fíjese que el historial del dominicano estaba no haber vacilado ni un momento en levantarse en armas contra los intentos releccionistas del presidente Tomás Estrada Palma y no solo eso, hasta los de su mismo jefe Menocal, formando parte en el alzamiento de los liberales en febrero de 1917. Como para que vinieran ahora unos alzados del 3 al 4to a ponerle presión.

Fuente: 

La patria soy yo: el discurso autobiográfico de Enrique Loynaz del Castillo en Memorias de la Guerra
Referencias bibliográficas: Bourdieu, Pierre. Razones prácticas. Sobre la teoría de la acción. Barcelona: Anagrama, 1997.
Camacho, Jorge. “Genealogías del poder: Carlos Loveira y el pacto médico-
militar en la República”. A contracorriente. Vol. 3. Núm. 2. Invierno 
2006. pp. 73-87.
Gómez, Máximo. Diario de campaña del Mayor General Máximo Gómez. 
Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2014 (Edición original: 
Habana: Ceiba del Agua, Comisión del Archivo de Máximo Gómez, 
1941.)
Loynaz del Castillo, Enrique. Memorias de la guerra. La Habana: Editorial 
de Ciencias Sociales, 1989.
Fotos tomadas de un articulo de Jorge Manach en la web El Camaguey // Loynaz junto a su hija Dulce María y Pablo Álvarez de Cañas, en el grupo también está (es la segunda de izquierda a derecha) María Luisa Gómez Mena, Condesa de Revilla de Camargo. Gentileza de Juan Carlos du Bouchet. En la otra foto, un veterano mambi sufre un desmayo y es atendido. Loynaz aparece en guayabera y con un dedo vendado.

Tags