domingo, 12 de junio de 2022

Los últimos treinta días del general Ochoa

General de división Arnaldo Ochoa, el primero por la izquierda mas alto y con gafas.

Un día como hoy comenzaba el juicio al general de división Arnaldo Ochoa Sánchez, luego de ser acusado de estar vinculado con oficiales del Ministerio del Interior cubano en la realización de operaciones de narcotráfico y corrupción, según versiones de la tiranía.

Aquel fue un escándalo que sacudió la isla en el verano de 1989 y que hoy día, 12 de junio, se cumplen 33 años de que diera comienzo. Aquel proceso judicial se denominó causa No 1/89 y concluyó, pocos días después, con su fusilamiento de Ochoa y de tres altos oficiales más del Ejército y del Ministerio del Interior Cubano. 

En un juicio amañado y televisado a conveniencia por la dictadura castrista, el general Ochoa, otrora héroe de la república, era degradado y acusado por un tribunal militar de tener contacto con narcotraficantes de cocaína colombianos, así como traficar con diamantes y marfiles "robados desde África" y de utilizar el espacio aéreo y las aguas cubanas para estas actividades, consideradas como "delitos de alta traición a la patria". 

Para concluir el proceso, el dictador Fidel Castro, en su calidad de presidente del Consejo de Estado, reunió a los 29 miembros de ese órgano de gobierno y les solicitó a cada uno que expusiera "su criterio personal" con respecto a la sentencia de muerte emitida por el Tribunal Militar Especial. 

General Ochoa al centro

Como es de suponer, no hubo uno solo de ellos que se atreviera a discrepar de una sentencia que, como era fácil de suponer, ya había sido ordenada de ante mano. "El fusilamiento fue unánime"; y de esa manera todos en el Consejo de Estado quedaban igualmente "embarrados" en aquel crimen. 

Ni hablar del papel jugado por los abogados de la defensa, que de entrada eran oficiales de mucho menor rango militar que el general de brigada Juan Escalona, el implacable fiscal acusador de aquella farsa.

Exactamente un mes después, en la mañana del día 13 de julio, a Ochoa se le agotó el tiempo de apelación y, por los delitos de corrupción, enriquecimiento ilícito y tráfico de drogas, fue fusilado en La Habana por decisión del tribunal militar junto al coronel Antonio de la Guardia, el capitán Jorge Martínez Valdés y el mayor Amado Padrón Trujillo, una medida que fue anunciada por la televisión cubana cuando ya eran cadáveres.

Tony de la Guardia: Voluminoso expediente

En el caso de Tony de la Guardia su hoja de servicios era extensa. En 1971 había sido enviado a cargo de tropas especiales para asesorar al presidente Salvador Allende; en 1973 viajó a Madrid para secuestrar a Fulgencio Batista, que murió la misma noche en que De la Guardia aterrizaba en España.

En 1975 llegó a Suiza con US$ 60 millones que los Montoneros argentinos consiguieron con el secuestro de los industriales Jorge y Juan Born; poco después comercializaba piedras preciosas robadas por el Frente Democrático Popular de Palestina. En 1976 asesoraba al nuevo gobierno de Jamaica; y, en 1978, aterrizó en Nicaragua para llevar armas al Frente Sur de los sandinistas que dirigía Edén Pastora, y donde combatían varias decenas de comunistas chilenos.

En 1986 instaló las bases de MC (oficina recaudatoria de divisas) en Panamá, bajo la dirección del mayor Amado Padrón. Desde allí contrató lancheros para llevar las mercaderías prohibidas a Cuba, muchos de los cuales eran también transportistas de drogas; y empleó a lavadores de dinero para encubrir a sus socios en Estados Unidos, quienes también trabajaban para los cada vez más poderosos carteles colombianos de la marihuana y de la cocaína.

Los otros ejecutados: coronel Tony De la Guardia, mayor Amado Padrón y capitán Jorge Martínez 

Por mucho intento que hicieron los Castro por librarse de las responsabilidades, se podría decir que más del 90% de los Cubanos nunca creyeron que una actividad de este calibre y envergadura, fuera llevada a cabo sin sus consentimientos. A la par de que aprovechaba para eliminar un virtual adversario que se había labrado un sólido prestigio militar en misiones en África y en Centroamérica.

Para finalizar, ya que hay poco que aportar debido a que este fue un escándalo muy seguido tanto nacional como internacionalmente, solo nos gustaría señalar que hoy, a más de 30 años de aquellos hechos, aun no sabemos que tipo de "obra magnánima" hizo el tirano con aquel dinero procedente de la droga. 

 “Buscaremos qué uso humanitario darles a esos fondos procedentes de la droga.”, decía el seudo periódico Granma que, como si fuera poca su desvergüenza, clamaba por que hubiera "limpieza y credibilidad". 

Como novedad criminal, hay que decir también que en vez de utilizar los fosos de la fortaleza de la Cabaña donde le habían quitado la vida sumariamente a miles de Cubanos, los Castros eligieron un apartado potrero en una unidad militar en el Este de la Habana, bien lejos de la ciudad, y donde bien temprano en la madrugada se conmutó la pena. 

En la información oficial aparecida en el "Granma" no se precisó jamás la hora ni el lugar exacto donde se apretó el gatillo, ni siquiera se ofrecieron mínimas explicaciones más allá de la anunciada muerte. Tampoco sabremos nunca cual fue aquel "ultimo pensamiento" de Ochoa para Fidel, tal y como había prometido él mismo durante el juicio. Aunque lo imaginamos perfectamente.

Memorias.    

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