martes, 16 de agosto de 2022

La increíble historia de Blanche Monnier


En 1901 Francia descubrió con horror el caso de Blanche Monnier, secuestrada en una habitación a oscuras y maltratada por su familia. Al principio, su acomodada y prestigiosa familia excusaba la ausencia en sociedad de la joven Blanche diciendo que estaba en un internado en el Reino Unido.

Como pasaban los años, el pretexto cambió a que se había mudado a Escocia. 25 años después de que alguien en Poitiers la hubiera visto en público por última vez, el fiscal general de París recibe un anónimo: "Señor fiscal general: tengo el honor de informarle de un suceso excepcionalmente grave.

Me refiero a una mujer soltera que está encerrada en la casa de la señora Monnier, medio muerta de hambre y que ha vivido los últimos 25 años en un lecho putrefacto. En una palabra, en su propia inmundicia". El mensaje choca a las autoridades aquel 23 de marzo de 1901. 

La familia Monnier disfruta de una excelente reputación. Pero la acusación es tan grave que el comisario jefe de Poitiers manda a tres de sus agentes a visitar la casa, en el número 21 de la calle de la Visitation. A primera vista, las estancias parecen limpias, pero de la segunda planta sale un olor desagradable. Los policías suben las escaleras. 

La puerta de una estancia, de donde emana el hedor, está cerrada con candado. Lo rompen y acceden a una habitación a oscuras y pestilente. En ella encuentran a una mujer mayor, profundamente demacrada, desnuda y apenas cubierta con una manta roñosa. Un fragmento policial que reproduce el portal Medium detalla así el hallazgo:



"La mujer parecía sufrir una malnutrición extrema. Estaba tumbada, completamente desnuda, en un colchón podrido. La rodeaba una costra de excrementos y restos de comida... Vimos también que había bichos recorriendo la cama de la señorita Monnier. 

El aire de la habitación era tan irrespirable que nos resultó imposible seguir investigando". Las fotografías de la mujer, ya en la cama del hospital, aparecen publicadas en el periódico L'Illustration unos 40 días después de ser liberada. Su cuerpo es un saco de huesos. Mira con unos ojos casi desorbitados y una oscura melena cubre su cuerpo cadavérico, según uno de los numerosos escritores que se ocuparía de narrar el caso, Pierre Bellemare, obra de algún artista del retoque que pretende ocultar el desnudo. 

En el momento del hallazgo, el padre de Blanche ya lleva años muerto. Detienen a la madre, Louise, que no llega a ser juzgada porque muere en prisión poco después. Tan solo un hermano, Marcel, es sometido a juicio. La sala de Poitiers se llena durante meses de un público insaciable de detalles sobre el cruento caso. El abogado de Marcel detalla que su cliente no ha ejercido ningún acto de violencia contra su hermana, que en sentido estricto ni siquiera ha sido secuestrada: "El hecho de cerrar una puerta detrás de alguien que no tiene intención de salir (...) no es un acto constitutivo de delito". 

Es condenado a 15 meses de prisión por complicidad. Qué llevó a la familia de Blanche a someterla a tamaño suplicio es un misterio. Antes de su encierro la joven atrae la atención de numerosos pretendientes. Uno de ellos es un abogado protestante e hijo de un republicano. Los Monnier son católicos y monárquicos: el cabeza de familia, Charles-Émile, había perdido su puesto como decano de Letras de la Universidad de Poitiers en 1877, año de una grave crisis política entre republicanos y monárquicos, que se salda con la imposición de los primeros. La inquina hacia ellos es manifiesta entre los Monnier. 

 La historia impresiona al gran escritor André Gide, que recoge los hechos —cambiando los nombres— ya en la década de los treinta del siglo XX, en su libro La secuestrada de Poitiers. El cineasta Luis Buñuel dirá de esa obra: "Lo atrayente de este libro es cómo, viviendo en un mundo llevado, según dicen, por la razón, aparecen de pronto esos casos de pura irracionalidad que desmienten o rectifican esta asertación". Amén del libro de Gide y de numerosos otros que abordaron la historia de la joven, una revisitación del caso Monnier de 2019 arroja luz sobre el horror que sufrió la mujer. 

Según su autor, Gérard Simmat, un neurólogo francés, la familia quiso ocultar la esquizofrenia que padecía la joven y evitar no solo la vergüenza que eso suponía en la cerril sociedad de la época, sino también que fuera ingresada en el hospital de Poitiers, donde no había psiquiátrico. Otros autores de obras anteriores avanzaban que la joven podía parecer anorexia. En el juicio ya se había hecho público que la joven estaba "alienada" mentalmente. 

Blanche no salió indemne de tantos años de suplicio. En efecto, presentaba graves problemas psiquiátricos, y los médicos constatan que muestra una conducta coprofílica y exhibicionista. Tras pasar un tiempo hospitalizada en el Hôtel-Dieu de Poitiers, la trasladan a otro centro, en Blois, donde pasará el resto de su vida, 12 años también entre cuatro paredes, pero mejor atendida y viendo la luz del sol.

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