El cementerio de los Chinos de la Habana
El Cementerio Chino de La Habana, ubicado en medio de la ciudad, guarda no sólo los restos de varias generaciones de chinos asentados en Cuba, sino un tesoro cultural que lo hace patrimonio de la nación.
A unos metros del Cementerio de Colón, el más grande de Cuba, la necrópolis de los chinos en la isla fue inaugurada en octubre de 1893. Tiene un área de alrededor de 8.000 metros cuadrados con diseño del arquitecto cubano Isidro A. Rivas.
En su interior sobresalen obeliscos, capillas, nichos, bóvedas y falsas bóvedas, estas últimas conocidas como muritos chinos, además de fosas más modestas excavadas en la tierra. Las esculturas de leones adornan varias bóvedas y capillas, como es tradicional en el arte funerario chino, con la intención simbólica de "espantar a los malos espíritus".
Este lugar fue declarado Monumento Nacional en 1996, justamente por la importancia que tiene desde el punto de vista cultural y patrimonial para la nación cubana. La singularidad de hallar en el lugar rasgos arquitectónicos chinos y occidentales, como las columnas corintias o los techos a dos aguas demuestra que el chino que fue enterrado aquí, y cuya familia erigió esos panteones, estaba profundamente identificado con la tierra que lo recibió", apuntó una investigadora y profesora de historia de Asia en la Universidad de La Habana.
El Cementerio Chino de La Habana guarda valores históricos de la sociedad china, sitio donde ahora sólo tienen derecho de enterramiento los chinos originarios, sus cónyuges y sus descendientes hasta la segunda generación. Las personas fallecidas son colocadas en los nichos de la sociedad correspondiente o en bóvedas particulares, pues las capillas, que son propiedad de instituciones privadas, sólo son utilizadas como osarios.
Fuente : Agencia de noticias china Xinhua
Este lugar fue declarado Monumento Nacional en 1996, justamente por la importancia que tiene desde el punto de vista cultural y patrimonial para la nación cubana. La singularidad de hallar en el lugar rasgos arquitectónicos chinos y occidentales, como las columnas corintias o los techos a dos aguas demuestra que el chino que fue enterrado aquí, y cuya familia erigió esos panteones, estaba profundamente identificado con la tierra que lo recibió", apuntó una investigadora y profesora de historia de Asia en la Universidad de La Habana.
El Cementerio Chino de La Habana guarda valores históricos de la sociedad china, sitio donde ahora sólo tienen derecho de enterramiento los chinos originarios, sus cónyuges y sus descendientes hasta la segunda generación. Las personas fallecidas son colocadas en los nichos de la sociedad correspondiente o en bóvedas particulares, pues las capillas, que son propiedad de instituciones privadas, sólo son utilizadas como osarios.
Los chinos comenzaron a llegar a Cuba desde el entonces puerto de Amoy, hoy Xiamen, en la provincia china suroriental de Fujian, el 3 de junio de 1847. |
Los Chinos llegaron bajo duros contratos que los obligaban a sustituir a los trabajadores africanos en tareas agrícolas. Desde entonces, los historiadores registran dos procesos migratorios en el siglo XIX y un tercero en el siglo XX. Según el Censo de 1872, en Cuba había 34.050 chinos, una cifra que medio siglo después se calculó en unos 100.000, lo que convirtió a Cuba en asentamiento de la mayor colonia china en América.
En diciembre de 1882, el primer cónsul chino en La Habana, Liu Liangyuan, comenzó gestiones para establecer un cementerio sólo para chinos, proyecto que chocó con la oposición de la Iglesia Católica que dilató la aceptación hasta que las autoridades concedieron el permiso once años más tarde, el 20 de mayo de 1893.
La edificación y las vías de acceso hicieron que la construcción del recinto funerario costara unos 23.700 pesos de la época, de los que unos 8.000 se destinaron a adquirir un terreno propiedad del médico y potentado cubano Federico Kohly.
A pesar de que hoy en día quedan pocos chinos originarios en Cuba, el cementerio sigue siendo un punto focal para sus descendientes, en especial en la tradicional celebración de Qingming o Día de los Difuntos, que en la isla siempre se celebra el primer domingo de abril.
La edificación y las vías de acceso hicieron que la construcción del recinto funerario costara unos 23.700 pesos de la época, de los que unos 8.000 se destinaron a adquirir un terreno propiedad del médico y potentado cubano Federico Kohly.
A pesar de que hoy en día quedan pocos chinos originarios en Cuba, el cementerio sigue siendo un punto focal para sus descendientes, en especial en la tradicional celebración de Qingming o Día de los Difuntos, que en la isla siempre se celebra el primer domingo de abril.