miércoles, 7 de septiembre de 2022

Licenciamiento del ejercito libertador. Los mambises reciben su paga

Sepelio del mayor general Calixto García Íñiguez

El 9 de mayo del 1898 el ejército libertador Cubano fue licenciado y, en 1903, obtuvo al fin el pago de sus haberes de guerra. Para gestionar esta misión fue designado Calixto García Iñiguez, mayor general que participó en las tres guerras y que pasó a ser, tras la muerte de Antonio Maceo en 1896, lugarteniente general del Ejército Libertador y segundo al mando en la zona Oriental del país. 

Derrotada España y mientras establecían negociaciones de paz con los Estados Unidos, las autoridades de la República en armas enviaban al General Calixto García a los Estados Unidos - que hablaba ingles muy bien - para negociar con el gobierno el reconocimiento de los órganos representativos de las fuerzas independentistas, así como gestionar los recursos financieros para el pago del licenciamiento de los oficiales y soldados mambises.

Fue aquí cuando el general enferma gravemente de neumonía, al punto de morir por esta causa el 11 de diciembre con tan solo 59 años. Fue enterrado primero en el Cementerio Nacional de Arlington, en las afueras de la capital norteamericana, (esa foto es del sepelio que recibió en Washington), a la espera de que su cadáver pudiera ser trasladado a Cuba.

El sepelio de Calixto García en la Habana

Una vez retiradas las autoridades coloniales españolas de Cuba, el cadáver regresó a La Habana a bordo de un buque militar norteamericano. Sus restos llegaron a la capital cubana el 9 de febrero de 1899. El féretro fue velado por dos días en el antiguo Palacio de los Capitanes Generales, la sede del gobierno en aquel momento, recibiendo sepultura dos días después en el Cementerio habanero de Colón.

Como se llevó a cabo esta financiación 


Antes hay que aclarar que este proceso fue ejecutado en dos momentos o etapas distintas. El primero se caracterizó por la desmovilización de las tropas, mientras que el segundo estuvo relacionado con el pago de los haberes, de ahí que no pudieran cobrar hasta pasado varios años.

En la historiografía se ha tendido a confundir ambos momentos como uno solo y no fue así. El licenciamiento ocurrió en la medida que se desarticulaba la propia institución armada, para ser publicado luego en la Gaceta Oficial el 10 de mayo de 1899.

Para el pago de esos setenta y cinco pesos, el general Calixto acordó un préstamo con el Gobernador General norteamericano en el momento por un valor de 3 millones de dólares. Por tanto, y según lo estipulado, de ese monto se pagaron un total de 2 millones 554 750.

El reglamento establecía que a cada hombre le sería recogido su equipamiento y las armas. En el artículo IX se establecía que el armamento se trasladaría a la Habana o a Santiago de Cuba, y se conservarían como recuerdos estando al cuidado de armeros nombrados por el General en jefe del ejército cubano.   

De esta manera el ejército cubano quedaba liberado de cualquier función, y cada uno de sus miembros pasó a ser personal civil de una República que nació en 1902, pero que tenía una deuda con aquellos soldados que eran sus merecidos haberes de guerra. 

La composición de aquel ejercito era de la siguiente forma: 
  •  22 Mayores Generales 
  • 23 Generales de División 
  • 68 Generales de Brigada 
  • 205 Coroneles 
  • 395 Tenientes Coroneles 
  • 724 Comandantes 
  • 1 116 Capitanes
  • 1 136 Tenientes 
  • 1 847 Subtenientes o Alférez
  •  1 784 Sargentos Mayores 
  •  2 294 Sargentos Segundos 
  •  2 468 Cabos 
  • 41 492 Soldados.


Este pago se convirtió en un símbolo de bienestar para los miembros del antiguo ejército Cubano, y por otro lado se transformó en una vía de enriquecimiento. Las inversiones económicas que generarían estos ingresos en la economía del país, desatarían el interés para los sectores privados ante la posibilidad de un aumento del consumo en todos los sectores.

Además resultó muy beneficioso para los oficiales debido a la posibilidad de convertirse en nuevos propietarios, e insertarse en la entonces sociedad emergente cubana. Además los veteranos, convertidos con la guerra en hombres valerosos y admirados, poseían una cuota de prestigio y carisma ante la sociedad que les beneficiaba en el orden económico además. 

No importó la procedencia social que tuvieran ni su instrucción previa a la guerra, el pago los situó en un estatus social diferente al que antes tenían. Un ejemplo fue el teniente Coronel Francisco Franco Ortiz, de Banes, que recibió 7 970,66 pesos y que a pesar de que era negro y analfabeto pudo comprar haciendas,  y ejercer el comercio en la zona convirtiéndose en un hombre acaudalado. 

Otro ejemplo...

El 11 de julio de 1918, el general y presidente de la República Mario García Menocal, aprobó la Ley de Pensiones para los miembros del Ejército Libertador y su Cuerpo Auxiliar Civil. Esta ley reconocía el derecho a una pensión anual y estaba dirigida, no solo a los miembros, si no también a sus familiares en caso de fallecimiento.

Esta ley tenía en cuenta a los oficiales que habían sido mutilados en alguna acción de guerra durante el servicio activo. Para estos otorgaba el 20 % por encima de la cuantía fijada, siempre y cuando el valor no sobrepasara los 1000 pesos. En el caso de que fuera un familiar, la cantidad correspondería al 75% de la reglamentada. Como podrá observar, el gobierno Cubano de entonces supo corresponder al sacrificio de aquellos hombres que lo dieron todo, o casi todo, por la patria.

PARA NADA DESAMPARADOS

Tengamos en cuenta que en aquellos tiempos una caballería de tierra en Holguín, por citar un ejemplo, digamos en las zonas de Tacajo, Bijarú o Guiral, tenía un precio de 75 pesos, de manera que con una mensualidad de 1000 pesos se podían adquirir mas de 13 caballerías de tierra. Un soldado podría comprar 5 caballerías con la pensión de un mes, ósea que para nada estaba desamparado.

Sin ir mas lejos, se da el caso del propio general Mario García Menocal quien ostentó ese alto grado y, una vez instaurada la República en 1902 y cuando aun faltaban 11 años para que fuera elegido presidente, se dedicó a administrar el Central Chaparra en Puerto Padre y negociaba “favores” directamente con el gobierno local. 

Por ejemplo, como mismo ofrecía los postes para el alumbrado local, gestiona una ley en el senado como la de construir una Aduana en ese puerto. No fue nada casual que cuando decidió postularse como candidato a la presidencia, fueron los habitantes de ese pueblo sus más fieles votantes. Se daban así los primeros pasos en el caciquismo político que al final llenó de descrédito la naciente democracia Cubana. 

Puntos de vista. Fuente: El ejército libertador cubano: Ni tan pobres, ni tan olvidados

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