lunes, 10 de octubre de 2022

De cuando Cuba tuvo que lidiar con el problema migratorio


Con el estallido de la Guerra de 1895 y a partir de la ocupación militar norteamericana, miles de emigrantes españoles acudirán de nuevo a Cuba, pero esta vez como emigrantes. 

Inmediatamente se pusieron en vigor las leyes migratorias norteamericanas que prohibirán la inmigración indeseable de negros y chinos, favoreciendo la entrada de nuevos y numerosos inmigrantes españoles que comenzarán a arribar a los puertos cubanos.

Se calcula que como consecuencia de la guerra se perdieron entre 200.000 y 300.000 vidas por una u otras causas, de manera que el primer problema con el que tuvo que enfrentarse la administración de ocupación norteamericana fue con la falta de mano de obra necesaria para la reconstrucción de la maltrecha economía cubana.

¡ESPAÑOLES, AL TAJO!

Su principal tarea era tratar de sacar adelante la zafra azucarera de ese primer año de ocupación, restablecer el tejido financiero y comercial y poner de nuevo en marcha las industrias y la red de transportes y comunicaciones, así como modernizar el país a través de una reforma educativa al estilo norteamericano.

De paso se procedía al "saneamiento" de las ciudades y campos, con el objetivo de atraer a la isla a miles de colonos norteamericanos destinados a sustituir a los españoles, y a ser los agentes y protagonistas de una futura, y pretendidamente no demasiado lejana, anexión a la Unión.

Una cuestión que favoreció la emigración española a la isla fue la no venganza revanchista en la isla. Sobre todo de la población rural de color, que fue perseguida y sometida al hambre y a todo tipo de enfermedades en los campos de “reconcentración”, dispuestos por el general mayorquín Valeriano Weyler y Nicolau.

Sí los hubo, pero fueron pocos y muy aislados, pero lo más importante es que en ningún caso fueron secundados por los ex dirigentes mambises, quienes una vez acabada la guerra trataron de evitar cualquier represalia contra los españoles, al fin y al cabo eran como sus propios parientes que se unían a la construcción de la nueva Cuba.

Así lo recoge un artículo de El Eco de Galicia el 28 de octubre de 1899, en el que se da noticia de la persistencia, un año después de acabada la guerra, de algunos ataques de campesinos y jornaleros cubanos a las haciendas y comercios de los españoles:

"Cuando los hombres más importantes de la Revolución se esfuerzan por atraerse el valioso concurso de los españoles residentes en el país y recomiendan a diario la paz y la concordia, una parte de los cubanos (...) proceden de una manera tan torpe que anulan la sabia política de los primeros y mantienen en perpetua desconfianza a nuestros compatriotas".

El 15 de marzo de 1902, cuando el gobernador Leonard Wood ordenó publicar la Orden Militar 155 que recogía la nueva legislación migratoria, y que, a modo de regalo envenenado, legó al primer presidente de la flamante Cuba libre unas semanas antes de su nombramiento.

Sin embargo, por medio de estas leyes restrictivas, las autoridades norteamericanas, y las republicanas cubanas que les sucedieron, no pretendían impedir la inmigración de mano de obra necesaria, sino limitarla a los flujos de la deseada inmigración blanca.

De manera que durante el mes de septiembre de 1899 salieron del puerto de A Coruña, en Galicia, un total de 869 trabajadores destinados, en su mayoría a la zafra, significando el 56,6 % del total de emigrantes embarcados en dicho puerto hacia América.

LA EMIGRACIÓN EN EL CONSTITUCIONALISMO CUBANO

En la historia del Constitucionalismo cubano el régimen del extranjero no fue abordado en la Constitución de Guáimaro de 10 de abril de 1869, ni en la constitucional de Baraguá, pero la brevedad del texto no le permitía establecer normas relativas a regular la extranjería.

El tema se introduce en la Constitución de Jimaguayú del 16 de septiembre de 1895, al establecer una obligación en su artículo 20, consistente en un impuesto a favor de la revolución, que debía ser pagado por los extranjeros que tuviesen propiedades en Cuba mientras sus respectivos gobiernos no reconocieran la beligerancia.

La Constitución de la Yaya de 29 de octubre de 1897, en su artículo sexto, ampara las opiniones religiosas y el ejercicio de cultos de los extranjeros, mientras estos no se opongan a la moral pública. En el artículo Cuarenta y siete, se impide a los extranjeros reclamar indemnizaciones alguna por daño que le haya causado las fuerzas cubanas con anterioridad a la fecha en que sus respectivos gobiernos reconozcan la beligerancia o independencia de Cuba.

Con el advenimiento de la República, la primera de las Constituciones de este período, la de 1901, dedica el Título III "De los extranjeros" a temas de extranjería, en el que por primera vez se define que los extranjeros residentes en el territorio de la república se equiparan a los cubanos en un grupo de derechos y obligaciones definidas en el artículo 10 del texto constitucional.

La Constitución de 1940 también dedica el Título III, denominado "De la extranjería", en el que se reafirma la equiparación a los cubanos de los extranjeros residentes en Cuba, en cuanto a un grupo de derechos y obligaciones definidas en el artículo 19.

Sin embargo en este caso se introduce la facultad del gobierno para obligar a un extranjero a salir del territorio nacional en los casos y formas que establece la ley, definiendo incluso que en el caso que este haya constituido familia en Cuba, deberá mediar un fallo judicial para la decretar la expulsión.

El empleo en los mercados, (llamados bodegas en Cuba), fue una fuente de trabajo para emigrantes españoles.

La primera medida que se tomó en el ámbito de la inmigración, nada más puestas en vigor las leyes norteamericanas, fue la creación de la estación de cuarentena de Triscornia en la bahía habanera (Casa blanca) allá por el año 1900. Este terrible centro de albergamiento y proceso, funcionaba a semejanza del que estaba en la isla de Ellis, a la entrada del puerto de Nueva York, por donde entraban los emigrantes pobres de Europa.

(Hoy este centro, llamado entonces "NEGOCIADO DE EMIGRACIÓN", ya no existe, solo ruinas, y en su lugar se encuentran las oficinas del ministerio de transporte y del carné de conducir, aunque no estamos muy seguros).

Este lazareto, primera estación dolorosa en el calvario que se veían obligados a recorrer los inmigrantes al precio de 20 centavos / día, fue duramente criticado por la prensa y la opinión pública de los residentes españoles en la isla, al menos en los primeros años de su funcionamiento.

Sobre todo por la humillación y a la pérdida de tiempo y dinero que según ellos suponía para los propios inmigrantes, familiares o paisanos, algunos convertidos ya en dueños de comercios insertados en la industria cubana.

Pero a pesar de estas trabas legales destinada preferentemente a impedir la entrada de inmigrantes “indeseables”, la emigración española siguió afluyendo a los puertos de Cuba con mayor intensidad, contando con la anuencia de los hacendados y empresarios norteamericanos y cubanos.

Entre octubre de 1899 y diciembre de 1902, llegaron a la isla, atraídos por la compulsiva demanda de trabajo por parte de las autoridades norteamericanas, y por los empresarios deseosos de reconstruir la economía de la isla y la suya propia, 42.223 españoles.

De hecho esta masiva emigración condujo al enfrentamiento entre trabajadores cubanos y españoles en su lucha por el control del mercado laboral, y que terminó con la victoria parcial del movimiento obrero nacionalista durante la Revolución de 1933.

Las décadas de los cuarenta y los cincuenta atestiguan las penurias que provocaron la guerra civil en España, por lo que muchos españoles huyeron en masa. Una buena parte de ellos lo hizo en dirección a Cuba. Al contrario que España, la perla del caribe vivía en esos años un periodo de bonanza económica en la que el país se recuperaba de la crisis de los años 30´s

El PIB per cápita de los dos países estaba en niveles similares, pero mientras en España el crecimiento se había estancado desde el estallido de la Guerra Civil, Cuba vivía un momento de prosperidad y bonanza económica. Sin embargo, este panorama comenzó a cambiar con la llegada de los rebeldes de la Sierra Maestra comandados por Fidel Castro en 1959.

COMIENZA LA DESGRACIA DE CUBA

Hacia finales de esa década la brecha entre los dos países empieza a crecer. 1959 es el año clave para ambos: España, aún bajo el control de la dictadura de Franco, comienza la fase del aperturismo y reformas que daría como consecuencia el llamado milagro español, mientras en Cuba - bajo la bota comunista - para 1963 el PIB per cápita de España era ya el doble de mayor que el Cubano.

Por ultimo en el 2008 era cinco veces mayor en la Península, destacando el gasto en salud y educación, las dos banderas propagandísticas Cubanas, y en donde España le supera en con un gasto público de 50 mil 245 millones de Euros, mientras que el gasto Cubano apenas rebasa los 6 mil millones. Hoy esa cifra en Cuba es inexistente, debido a la tremenda crisis que asola el país.

Para el 2020 el gasto publico de salud de España era de 80 mil millones 276 en 2020 y de 81,600 millones en el 2022, dedicando 1700 euros por habitante, en cambio en Cuba no llega a rebasar los 9 mil millones a razón de 800 euros por Cubano, una cifra que tiende a ser irreal teniendo en cuenta el grave estado que se encuentran los hospitales y la atención social en la isla.

Mientras que en Cuba tuvimos 59 años legislando un problema migratorio que a la larga enriqueció el país a niveles de los tres mayores de América, hoy, 63 años después, tenemos una diáspora de mas de 2, millones y medio de Cubanos desperdigados por el mundo, mas de 130 mil en España, aproximadamente 70 mil con ciudadanía española, y más de 40 mil esperando entrar en la frontera de Mexico, o en vía de llegar. Que triste.

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