Todo poderoso también tiene su día
Para abril de 1945 Benito Mussolini no era más que un títere de los alemanes a cargo de una 'república' casi inexistente en el norte italiano. En sus días de suerte la férrea guardia de la SS que lo mantenía en poco menos que arresto domiciliario lo dejaba salir a tomar aire.
Ante el avance aliado ideó un plan de fuga junto a sus seguidores más cercanos. La idea era huir a Suiza y desde allí tomar un avión a España, que ya llevaba más de cinco años en manos fascistas. Partieron en un convoy hacia los Alpes y fueron detenidos por partisanos cerca del Lago de Como. En uno de los camiones hallaron a un soldado con un sobretodo y pantalones de general.
No tardaron mucho en identificar al otrora "Duce". Fue detenido junto a su comitiva de 15 personas -entre ellas su amante Clara Petacci- y todos fueron fusilados al día siguiente, a las 16:10 del 28 de abril en un camino del poblado Giulino di Mezzegra.
La condena a muerte había sido ordenada por el Consejo de Líderes Partisanos. Un día después sus restos llegaron a Milán. En la ciudad donde comenzó su aventura política 20 años antes, terminó colgado cabeza abajo desde el techo de una estación de combustible en la plaza Loreto, donde un año antes habían muerto fusilados 15 partisanos.
Las fotos del fin de Mussolini -la que nos ocupa se atribuye a Vincenzo Carrese- fueron reproducidas ampliamente y luego vendidas a los soldados aliados. Cuenta una leyenda que Adolfo Hitler, al enterarse de la suerte del líder fascista italiano y decidido a que no ocurriera algo similar, optó por el suicidio pocos días después.
El cuerpo desfigurado de Mussolini fue enterrado en un lugar secreto, pero los fascistas se las ingeniaron para recuperarlo. Antes de ser depositado en 1957 en Predappio, su pueblo natal, pasó por un convento, un monasterio y una estación de policía.