Fue acaso José Martí el homófobo y machista que no conocíamos?
Es curioso que un hombre como José Martí, que fue capaz de publicar en “Nuestra América” en 1891 y en “Mi Raza” en 1893 argumentos tan contundentes contra el racismo como estos por ejemplo:
“No hay odio de razas, porque no hay razas” o “El hombre no tiene ningún derecho especial porque pertenezca a una raza u otra: dígase hombre, y ya se dicen todos los derechos”,
mientras que por otro lado se mostrara crítico y relativamente intolerante, con los rasgos masculinos de una determinada dama de profesión como él escritora. Vamos por partes...
Tampoco mostró su erotismo ético con Clemencia, con Carolina, con Rosario de la Peña, con Blanca, con Helen, con Edelmira con Josefina, con Eloísa Agüero y hasta la inmensa Sara Bernhardt, según apuntan algunos estudiosos de su obra y vida.
“Dios nos libre quando el hombre dá en afeminarse, que vestido de la condición femenina, es peor que la misma muger, al paso de monstruo que espanta(...)
El 10 de abril de 1791 apareció en el Papel Periódico de La Habana un texto fundacional titulado “Carta crítica del hombre muger”, con un fuerte mensaje nacionalista y homófobo relacionado con la sexualidad en la sociedad cubana.
Dicho artículo, podría ser el primero en esbozar nociones de nacionalidad a través de un ordenamiento de las costumbres y prácticas sexuales de aquella época. La autoría se le atribuye al presbítero José Agustín y Caballero, filósofo, teólogo y cartesiano, maestro de José Antonio Saco, José de la Luz y Caballero o Félix Varela. Por tanto, podríamos pensar entonces que hubo cierto grado de homofobia hereditada en el mayor pensador de nuestra historia?.
No lo decimos por el artículo publicado en New York, "Nuestra América", donde la citada referencia a los homosexuales como "detrito social" parece ser falsa, si no porque jamás hizo referencia a este tema en sus obras. Al menos que sepamos. ¡Y mira que Martí escribió de todo y para todos!
No obstante en una de sus “Crónicas y ensayos”, publicadas en México en 1875 bajo de el pseudónimo de Orestes, Martí intentaba comparar cuál poesía era mejor, si la de Luisa Pérez o la de Gertrudis Gómez de Avellaneda basándose en las apariencias físicas de ambas escritoras.
Por ejemplo si se trataba de una poesía femenil, que debía mostrar ternura, sufrimiento y pureza; entonces esa no podría ser la de Tula, como llamaban a Gertrudis, porque en ella, según Martí en sus "Crónicas y ensayos" no existía lo femenino....
"No hay mujer en Gertrudis: todo anunciaba en ella un ánimo potente y varonil; era su cuerpo alto y robusto, como su poesía ruda y enérgica; no tuvieron las ternuras miradas para sus ojos, llenos siempre de extraño fulgor y de dominio: era algo así como una nube amenazante.
En Luisa Pérez es como una nube de nácar y azul en tarde serena y bonancible. Sus dolores son lágrimas; los de la Avellaneda son fierezas. Más: la Avellaneda no sintió el dolor humano: era más alta y más potente que él; su pesar era una roca; el de Luisa Pérez, una flor. Violeta casta, nelumbio quejumbroso, pasionaria triste. "
No queremos afirmar que en este caso el criterio de Martí estuviera influenciado por sentimientos puramente homófobos, pero salvando la época en la que se publica esto, a día de hoy la condena como tal no se la hubiera quitado de encima nadie.
Martí era un ser humano y como tal tenía sus propios defectos. No es secreto que su marcado machismo le llevó a ser infiel a su esposa Carmen Zayas Bazán, e incluso a engendrar una hija fuera de ese matrimonio estando en New York en casa de Carmen Mijares. Los comunistas en Cuba no lo llaman "tarros" (cuernos), ellos son capaces de justificarlo de "Erotismo Ético".
De ser así, un poco quebradiza que estaba la ética del apóstol, porque recordamos que no fue solo una, sino varias las supuestas amantes. Como la "bondadosa santiaguera Barbarita Ravenet, "que tanto le ayudó" que terminó contratandole como maestro de sus hijos, siendo incluso la esposa de un general español de muy alta jerarquía en Santiago de Cuba.
Es más, los hay que insinuaron "algún tipo de sexualidad" con su amigo Manuel Mercado, y esto no lo decimos nosotros, lo deja caer el escritor Eve Sedwick en su obra "Between Men" de 1985, basándose en aquella carta inconclusa que encierra un posible secreto entre ambos amigos.
También lo provoca el hecho de que en aquellas cartas no se hizo nunca ni por Martí, ni tampoco por el abogado Mexicano, mención alguna de sus respectivas parejas. ¿Pudo haber un instinto homosexual controlado entre ambos amigos?. ¿Por qué no?, no sería Martí el primero, ni el ultimo, bisexual de la historia.
En fin que lo que si está claro es que lo ultimo que escribía el apóstol al acercarse la caballería de Bartolomé Masó a 24 horas antes de encontrarse con la muerte, fue aquella famosa "carta inconclusa" donde le comunicaba a Mercado, entre otras cosas, su felicidad por el ascenso a mayor general que le había concedido el generalísimo Máximo Gómez.
Que sepamos, esa carta cayó en manos de Enrique Ubieta Mauri, un capitán de origen cubano nacido en Trinidad, que era ayudante del gobernador de Santiago de Cuba. Al terminar la guerra, Ubieta Mauri, radicado en Cuba definitivamente, la publicó por vez primera en la Revista "El Fígaro" de 1909.
Con el paso de los años muere Alfonso, el hijo de Manuel Mercado, y la familia de este cometió el error garrafal de cederle al embajador castrista en México, el lote completo de aquel histórico intercambio epistolar de entre 1871 y 1872.
Hombre, después que supimos las supuestas estafas de obras de arte contadas por la ex presentadora del programa televisivo "De la Gran Escena", donde estaban relacionados familiares de comandantes Castristas y supuestos funcionarios del "Fondo de Bienes Culturales", cualquier cosa pudo haber pasado.
Recordemos que el propio Fidel Castro, sabiendo que la admiración de la poetiza Dulce María y Loynaz hacia su persona no era correspondido, esperó pacientemente su muerte para arrasar con todos los tesoros que guardaba esta solitaria señora en su casa. En fin, retornemos a lo nuestro...
Las maestras gallegas Marcela y Elisa se casaron en 1901 por la iglesia utilizando un disfraz de hombre. Una vez fueron descubiertas, tuvieron que huir por la represión a que fueron sometidas. |
Tal cual Martí, este presbítero, José Agustín y Caballero, se sentía mas cómodo firmando sus artículos homófobos con un seudónimo en vez de su verdadero nombre. En su caso, los firmaba como "El Amante del Periódico", alguien que se sentía escandalizado con algunos hombres no muy masculinos que digamos. Caballero fue capaz de escribir cosas como estas, y abro comillas:
"Poco se necesita para conocer á donde va á parar mi discurso, quando su título (...), está indicando que me contraigo á hablar del torpe y abominable vicio de la afeminación, antiguo Bolero, ó enfermedad que á contaminado á una porción considerable de hombres en nuestro País. No parece sino que mal hallados con el favor que les ha dado la naturaleza, voluntariamente quieren desposeerse por sus caprichos estravagantes, del privilegio que gozan, haciendose indignos del honroso título de Hombres (...).
La palabra “afeminación” es enunciada de un modo peyorativo, y Caballero la utiliza para caracterizar y criticar a los varones que asumen roles y atributos propiamente femeninos; lo que se debe a la rigidez de patrones de género existentes en este tipo de sociedad estrechamente enmarcada en lo masculino y lo femenino.
Por otra parte, se manifiesta en que tales individuos desperdician el supuesto favor y privilegio que les ha dado la naturaleza al haber nacido hombres. Esto nos permite sobreentender otras actitudes que el articulista asume aunque no las expresa abiertamente, como que nacer mujer es una fatalidad o representa menos, o ningún valor.
El teólogo remata diciendo:
Sabemos perfectamente que la mente de Martí volaba más allá de la guerra por la libertad de Cuba, por ejemplo se posaba sobre una imaginada república que tanto ansiaba, es por eso que sus ideas sociales en favor de los negros, llegado el momento, eran lo bastante claras como para afirmar esto....
“Si se dice que en el negro no hay culpa aborigen ni virus que lo inhabilite para desenvolver toda su alma de hombre, se dice la verdad, y ha de decirse y demostrarse, porque la injusticia de este mundo es mucha, y es mucha la ignorancia que pasa por sabiduría, y aún hay quien crea de buena fe al negro incapaz de la inteligencia y corazón del blanco; y si a esa defensa de la naturaleza se la llama racismo, no importa que se la llame así, porque no es más que decoro natural y voz que clama del pecho del hombre por la paz y la vida del país".
Fuente: Sexualidad disidente en el iglo XIX, de Abel Sierra Madero / Sociedad Antropológica de la Isla de Cuba / ;Benjamín de Céspedes: La prostitución y Racismo en Ciudad de La Habana