miércoles, 26 de octubre de 2022

Participación de soldados extremeños en la Guerra de Cuba

Imagen de una fortaleza (Alcazaba) en Badajoz fundada en el siglo VIII

Según ha publicado Manuel A. García Ramos, historiador militar, en su reciente libro: “De Extremadura a Cuba. Los últimos conquistadores”, sobre la guerra de Cuba (1895-1898), hubo unas 50.000 víctimas de toda España en aquella guerra, entre muertos y heridos.  Imagen de una fortaleza en Badajoz

De Extremadura fueron unos 8.000 extremeños, de ellos 6.785 de reemplazo, y el resto voluntarios, habiendo resultado muertos unos 2.500, aunque en combate sólo fallecieron el 5 %, y el resto por enfermedades. Sólo la fiebre amarilla acabó con 1.034 soldados. 

En los años 1896 y 1897, con 26 y 24 fallecidos extremeños, respectivamente, fueron los más letales. Durante1895 aparecen menos bajas de extremeños debido a que en el primer año se iban incorporando paulatinamente los contingentes de tropas enviadas a luchar y en el último, porque con el fin de la guerra en agosto terminaron los envíos de refuerzos. 

Se puede comprobar que las 5 bajas de resultas de los combates contra los insurrectos son números muy inferiores a los 77 extremeños que fallecieron por enfermedades. Una proporción similar al resto de España. A estas bajas tendríamos que añadir 6 más que se ignoran los motivos y circunstancias de su fallecimiento.

Pío Baroja escribió sobre los que regresaban en aquellos barcos viejos a España: «Todos los días, cinco, seis, siete que expiraban, se les tiraba al agua». Fue el caso de 39 extremeños que regresaban en 1898 y 8 en 1899. El almirante Cervera, en el parte de guerra de la batalla naval de Santiago de Cuba, tras la derrota de nuestra escuadra infligida con la explosión del Maine, que tuvo lugar el 3-07-1898, decía: 

«La patria ha sido defendida con honor. La satisfacción del deber cumplido deja nuestras conciencias tranquilas, con solo la amargura de lamentar la pérdida de nuestros queridos compañeros y las desdichas de la patria». 

España realizó en los últimos cuatro años de guerra, el segundo mayor desplazamiento de soldados de la historia después del protagonizado por los estadounidenses, en la Segunda Guerra Mundial. Hablamos de 200.000 españoles que cruzaron el Atlántico para enfrentarse en Cuba a los 40.000 hombres del ejército libertador. 

Pero aquí hay que tener en cuenta lo que apunta John Lawrence Tone en «Guerra y genocidio en Cuba, 1895-1898»: la mayor parte de los cubanos que se alistaron en las tropas independentistas: «lo hicieron en el último mes de la contienda, una vez que los españoles declararon el alto el fuego»; porque durante la época anterior habían luchado del lado de España. 

España realizó él mayor movimiento trans oceánico de tropas de la historia hasta aquellas fechas. Unos 220.000 hombres fueron movilizados en tres años para combatir en la guerra de Cuba .

Los rebeldes cubanos nunca superaron los 40.000 combatientes, aunque el historiador americano Donald H. Dyal los rebaja hasta 30.000 en 1896. De ahí que sólo empezaran a vislumbrar la posibilidad real de ganar la guerra cuando recibieron el apoyo de los EE.UU. 

En aquella guerra se dio la paradoja de que, hasta casi el final, hubo más de 80.000 voluntarios cubanos luchando del lado de España; que sólo la traicionaron pasándose a las filas contrarias a partir del momento en que Norteamérica entró en la guerra y se dieron cuenta de que España ya no podía ganar.

No les quedó más remedio que unirse a la causa independentista, pues en caso contrario su porvenir, su situación personal y la de sus familias, quedaría seriamente comprometidas y amenazadas. 

El Regimiento de Castilla nº 16 envió 1.703 expedicionarios. El pueblo de Badajoz les tributó a su ida una emocionante despedida, recolectando donaciones de dinero y tabaco para repartir entre los soldados. «Muchas mujeres lloraron amargamente y diez o doce fueron acometidas de síncopes», escribió un cronista de la época. 

Muchos extremeños fueron condecorados, como el capitán Francisco Neila, que recibió la Laureada de San Fernando por la resistencia de su guarnición en el famoso sitio de Cascorro. El capitán Neila finalizó su carrera militar de general. El regreso se convirtió en un calvario. 

Desperdigados por puertos muy alejados de Extremadura, algunos no llegaron a casa, como un cacereño que murió en un sanatorio de Barcelona. El socorro de Plasencia a los 400 maltrechos soldados que llegaron en un tren le valió el título de «Muy Benéfica» ciudad, otorgado por la reina regente María Cristina. 

«¡Qué gentí más güeña”!, escribió en castúo el poeta Gabriel y Galán sobre su comportamiento. Badajoz recaudó 6.600 pesetas con un festejo benéfico con los toreros Machaquito y el famoso Lagartijo. Más de 8.000 extremeños, entre soldados de reemplazo y voluntarios, participaron en el final de aquella guerra. 

Adaptado del farodeceuta.es

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