lunes, 7 de noviembre de 2022

La Masacre de Sharpeville y el camino equivocado de Nelson Mandela


El tiroteo de Sharpeville, denominado también como masacre de Sharpeville, ocurrió el 21 de marzo de 1960 a unos 8 km de la ciudad de Vereeniging, en Suráfrica.

La policía abrió fuego contra una manifestación que protestaba contra la ley de pases de acceso para la población negra, que había sido convocada dentro de una campaña de desobediencia civil iniciada por el Congreso Nacional Africano y el PAC, el Congreso Panafricano.

Ambos, contrarios al apartheid, instaron a la población negra a dejar sus pases en casa el día 21 de marzo y organizaron una gran manifestación cerca de la estación de la policía de esa ciudad. En la refriega murieron 69 personas, incluyendo 8 mujeres y 10 niños, y otras 180 resultaron heridas.

Esta matanza, que fue intensamente difundida y presentada por los medios como un acto criminal inherente a la segregación racial, provocó una oleada de protestas en todo el mundo, incluida la condena de las Naciones Unidas. El 30 de marzo de 1960 el gobierno declaró el estado de emergencia y fueron detenidas casi 12 mil personas.

Sharpeville supuso un punto de inflexión en la historia sudafricana desde la posguerra, siendo utilizado este hecho como la excusa ideal para dar pie al boicot, el bloqueo o embargo contra Sudáfrica. Durante los 30 años siguientes el país se vio cada vez más aislado por parte de la comunidad internacional. Hasta aquí - mas o menos - lo que normalmente se ha publicado en la prensa internacional años tras año. 

Ahora los hechos que dieron origen a esta matanzas, y que no pueden ser obviados tampoco, están provistos de algunos matices que rara vez se abordan. En principio siempre se ha dicho que el tiroteo se produce por parte de los manifestantes que realizaron varias detonaciones al aire, lo cual dio pie a que la policía, presa del pánico, respondiera de la forma brutal como lo hizo. 

Pero es que detrás de todo esto había un hombre llamado Nelson Mandela que, por esa época, era capaz de decir cosas como estas: "Los ataques de la bestia salvaje no pueden evitarse con las manos desnudas”. 

En esos tiempos Mandela se encontraba influido por las ideas comunistas, de hecho formaba parte del proscrito Partido Comunista de Sudáfrica y era militante secreto y miembro de su Comité Central. Además se encontraba influido por procesos revolucionarios como el Cubano.

Ciertamente no se puede colocar a Mandela en el mismo grupo en el que están Mahatma Gandhi o Martin Luther King, Jr. A diferencia de ellos, no siempre se apegó al pacifismo por el que se hizo famoso más adelante en su vida. Claro, estamos hablando del Mandela que sintió que tenía que elegir, el someterse o pelear.

En aquella etapa era un luchador bastante violento que junto con el comunista Joe Slovo y otros marxistas, fundó el movimiento militante "Umkhonto we Sizwe" o "La lanza de la nación", dándose a conocer el 16 de diciembre de 1961 cuando el grupo realizó sus primeros ataques contra unas instalaciones del gobierno. 

En 1962, partió en secreto hacia Marruecos y Etiopía, donde estudió la guerra de guerrillas. Es feo decirlo, pero aquel Mandela también se había convertido en un racista y un supremacista negro. Por esta militancia, para colmo en plena guerra fría, fue condenado a cadena perpetua por el gobierno racista de su país

Incluso tras salir de prisión se dejó ver con los líderes comunistas. Visitó a Fidel Castro en Cuba en 1991, quien le había contribuido en África con mas de 2000 muertos. Dio un discurso para conmemorar el relanzamiento del partido comunista de Sudáfrica en 1990. Sin embargo, de la misma manera comenzó poco a poco a distanciarse de lo que había sido su propio feudo, el CNA, aunque EE UU lo mantuvo en su lista negra "terrorista" hasta el 2008.

En la transición del régimen segregacionista a la democracia no racista, ya vimos otro Mandela que ya quisiéramos los Cubanos haberlo tenido en Cuba. Para empezar se asoció íntimamente con su rival Frederik Willem de Klerk, con quien compartió el Premio Nobel de la Paz. Ese era el camino y no la división ni la violencia entre los mismos surafricanos. ¿Les suena de algo?

Entendía al fin que la vía para lograr la paz y la justicia social en Suráfrica no estaba del lado de las dictaduras ni mucho menos de la violencia. En la mente de todos aun está aquel encuentro deportivo en 1995, donde Mandela hizo un guiño de apoyo a los jugadores de rugby sudafricanos blancos que provocó asombro del mundo.

Durante un partido de un campeonato mundial contra Nueva Zelandia, Mandela se dirigió a la cancha. Llevaba puesta la camiseta del capitán del equipo de un deporte que era predominante de blancos de ascendencia holandesa ­- los afrikáners - y la multitud - casi todos blancos - empezó a corear su nombre.

Con el tiempo supo ganarse el apoyo de la comunidad internacional por su activismo, lo que le hizo acreedor de más de 250 menciones honoríficas y otros galardones, entre ellos la Medalla Presidencial de la Libertad e, incluso, el Premio Lenin de la Paz. De un violento terrorista, Mandela pasó a convertirse en el padre de una patria Surafricana donde hasta los blancos le veneran. 

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