domingo, 5 de marzo de 2023

Covadonga y Pelayo: Consolidación de una nación o simplemente un mito

Pintura acerca de la batalla de Covadonga

Suponemos que los Pelayos de Cuba que conocen la historia de España, estarán de fiesta. Incluso no solo los Pelayo de apellido, si no de nombre, que también los hay, sobre todo si entre sus ancestros hay algún Asturiano. 

De quien fuera el primer rey de Asturias, no hay mucho recogido que digamos. Parece que el valiente de Pelayo no fue dado a dejar constancia de sus aventuras, y lo que se sabe es provenientes de diversas fuentes -no muy confiables- y que encima se pierden entre Musulmanes, Católicos y hasta Visigodos.

De ahí que muchos crean que Pelayo ni siquiera existió, sobre todo si es simpatizante de ideologías de izquierdas por supuesto, y por el contrario los de derecha lo adoran e incluso aseguran que fue en la parroquia asturiana de Covadonga, donde en el año 722 el ejército de los Astures, al mando de este super héroe Español y medio Celta, venció a "los Moros" a juzgar por las crónicas de Alfonso III.

Los hechos

En el año 711 los musulmanes del norte de África invadieron la Península Ibérica y convirtieron a la Hispania romana en uno de los centros intelectuales de la cultura islámica, ocupando parte de la península durante unos ocho siglos nada menos.

Desde el principio de la invasión musulmana, los cristianos querían recobrar sus tierras y resistieron el poder musulmán que ha sido llamado "la Reconquista". En el año 718 comienzan a formarse los principales núcleos cristianos que lucharon contra los musulmanes, hasta conseguir expulsarlos en 1492.

Los Reyes Católicos, Isabel y Fernando, acabaron la reconquista de España el 2 de enero de 1492, tomando Granada que era la última ciudad bajo control musulmán, y expulsando al rey Boabdil. La tolerancia religiosa que existía hasta entonces se terminó con la expulsión de los musulmanes y judíos en 1492.

LA BATALLA DE COVADONGA

Desde la llegada de los musulmanes a la Península se habían establecido una serie de impuestos a los pueblos que habían ido conquistando; estos pagarían unos tributos anuales a cambio de permitírseles practicar su Fe.

En el 718, se negaron a pagar el tributo anual a Munuza y decidieron recuperar su legitimidad y el territorio perdido. Recuperar la península para los cristianos se iba a convertir también en una guerra religiosa de la cruz contra la media luna.

Pelayo ampliaba su control sobre la zona desde el valle de Cangas y comenzaba a inquietar a las guarniciones de Munuza de la comarca. Los nobles se fueron sumando poco a poco a la rebelión. Munuza mandó emisarios a Córdoba tras una serie de enfrentamientos contra los cristianos rebeldes y, según la crónica musulmana, en Córdoba se habla de unos “asnos salvajes” que se han levantado en el norte de Hispania. 

Les consideran salvajes, sin educación, bárbaros. Entonces, desde Córdoba se responde enviando un contingente, según la crónica cristiana, de alrededor de 187.000 soldados compuestos en su mayoría por sarracenos que, comandados por Al-Qama, intentarían rendir a los hombres de Pelayo.

Al-Qama era uno de los mejores generales de Muza, había que rendirlos lo antes posible, no se debía correr riesgos de nuevas sublevaciones. Es difícil saber con exactitud el número total que fue enviado, pero sí se puede asegurar que el de musulmanes fue notablemente mayor.

Se reduce la cifra de 187.000 que dicen las crónicas de Alfonso III (Crónica de Albelda datada en el 881 ) a 20.000, cifra a la que la redujeron San Isidoro de León más tarde obispo de Tuy y el arzobispo de Toledo, don Rodrigo Jiménez de Rada, a mediados del siglo XIII.

Supuesta pintura de Don Pelayo

Don Pelayo, no contaba con muchos medios, entre 200 y 300 soldados estaban a sus órdenes en los Picos de Europa. Su cuartel general, o corte, lo establece en Cangas de Onís. Al-Qama recurre a la guerra psicológica, envía al obispo traidor Don Oppas, como parlamentario para negociar con Pelayo.

Don Oppas, anima a Don Pelayo a la rendición y a la entrega de las armas, ofreciéndole todo tipo de promesas. Le habla de lo bueno que son los musulmanes, le asegura que le devolverán sus tierras y posesiones, que con los musulmanes se vive bien. Según el rey Alfonso III, estas fueron sus palabras : “Escucha mi consejo y vuelve tu ánimo de tu decisión, ara que poseas muchos bienes y disfrutes del consorcio de los caldeos”.

En cambio Pelayo toma a su ejército y se prepara para resistir la embestida musulmana. Se atrinchera en la Cova Dominica, en Covadonga el 28 de mayo del año 722 con unos 300 hombres. Esperó apostado en un paso angosto entre Cangas y los Picos de Europa, convencido de que su papel será presentar batalla.

Los musulmanes inician los ataques. Por los desfiladeros se producía el enfrentamiento entre los dos contingentes, contando don Pelayo con unos 300 guerreros godos. Los godos eran expertos en arcos y lanzamiento de piedras con ondas, además conocían el territorio perfectamente, atacaban en emboscada, se replegaban y volvían al ataque; no paraban, no permanecían fijos en el terreno.

Los sarracenos avanzan por aquellos estrechos desfiladeros y son blanco muy fácil de las piedras y flechas de los hombres de Pelayo. Los 300 de Pelayo están logrando, con sus medios, parar a la mole de los 20.000 ismaelitas de Al-Qama, haciendo imposible maniobrar y obligándoles a caer en una emboscada donde fallecieron la gran mayoría.

Los musulmanes estaban teniendo demasiadas bajas, y decidieron retroceder. En este momento, Pelayo lanzó un contrataque inesperado desde su cueva, y los soldados de Pelayo saltaron como posesos sobre las fuerzas musulmanas.

Tras la derrota de este contingente, los cristianos prosiguieron la persecución de las tropas sarracenas, las cuales fueron presa de unos desprendimientos de las montañas en Cantabria, donde perecieron. Al-Qama murió en el combate y el traidor Oppas, que habló de paz a los rebeldes, fue hecho prisionero en el mismo campo de batalla.

Los agarenos, al ver muerto a su jefe, se dividieron y el pánico le obligó a huir desordenadamente. Tras la derrota islámica en Asturias, esta región dejó de mandar el tributo a Córdoba comenzando, de esa manera, un nuevo periodo de gestación en el que se conformaría el Reino de Asturias.

Nota:

En la Crónica de Alfonso III, Oppas aparece como hijo de Witiza, y también como obispo de Toledo. Aparece colaborando con los árabes para conseguir la sumisión de Pelayo antes de la batalla de Covadonga. Sin embargo, esto no se puede considerar en absoluto histórico, de hecho las Crónicas Mozárabes indican otra cosa; que Égica tuvo hijo llamado Oppas, por lo que sería hermano de Witiza.

Fuentes: Fragmentos tomados de artículos de periódicos y literatura Española

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