El salto a la libertad que no tuvo un final feliz
Era la tarde del 15 de agosto de 1961, cuando varias personas del otro lado empezaron a animarle para que saltara mientras podía. Los que estaban impulsando al soldado se dieron cuenta del riesgo que corría Conrad, así que avisaron a la policía de su lado de Berlín: había un soldado de la República Democrática Alemana que quería desertar y pasar a este lado de la alambrada.
Un furgón de la policía le serviría de escolta para huir. Se detuvo frente a la alambrada cerca de la plaza de Bernauer Strasse y, desde el interior del vehículo, un policía animó a Conrad Schumann a saltar. El joven echó a correr, saltó la alambrada tirando su fusil y se subió al furgón de la policía. Peter Leibing, Klaus Lenhartz y Dieter Hoffmann eran reporteros que estuvieron presentes aquel momento.
Al menos fue el primero captado en imágenes, porque las fugas de soldados ya se estaban produciendo, de ahí que los reporteros estuvieran al acecho. Con el tiempo se mudó a Munich, donde trabajó durante 27 años en una fábrica de coches Audi. Allí conoció a su mujer con la que tuvo un hijo.
Durante años se comunicó de forma precaria por correspondencia con su familia, ya que el aparato soviético intervenía sus comunicaciones. De hecho, intentaron engañarlo una vez para capturarlo. Cuando cayó el Muro de Berlín, el 9 de noviembre de 1989, Conrad no se sintió libre y, al fin, pudo volver a abrazar a los suyos.
Sin embargo algunos de sus camaradas en Sajonia todavía le guardaban rencor, y le reprocharon su abandono "a la causa". Al parecer el joven soldado nunca se sintió libre y, en medio de una fortísima depresión, el 20 de junio de 1998 se adentró en un bosque de Bavaria y se ahorcó. No dejó ninguna nota ni mensaje.