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| Veguero cubano en una siembra de Pinar del Río. |
Hace ya un tiempo vimos publicado - ya ni recuerdo donde - que el tabaco era de origen peruano, manda esto, porque decían que se habían encontrado unos fósiles de no sé que cantidad de años, y bla bla bla. Es que si te haces el bobo te pasa como los mexicanos, que dicen que fueron ellos los que inventaron el mambo y el bolero, los canarios que llamaron guagua a los buses o los boricuas, que sin tener toda la culpa, se adueñaron de nuestra música después del 1959.
A ver señores, que el tabaco fue descubierto por los conquistadores españoles Rodrigo de Xerez y Luis de Torres mientras
exploraban el interior de la isla de Cuba, no coman más catibía, incluso lo vieron fumar, esnifar o lo que hicieran con el los indios, apenas un mes después
de la primera llegada de Colón a nuestras costas en su primer viaje. Los
dos marinos se percataron cuando fueron recibidos por los nativos, que entre los enceres de los indígenas habían puñados de hojas secas que
desprendían un olor desconocido para ellos.
Ahora bien, en Cuba, industrialmente hablando, fueron los españoles lo que crearon la primera fabrica en la isla. Tenga en cuenta que la primera de ellas se funda por el año 1840 por los catalanes Juan Conill y Jaime Partagás, quienes abrieron su primer almacén en en la esquina de las calles Cristo y Teniente Rey, en la Habana. En realidad la primera fábrica como tal, "la Flor de tabacos de Partagás", abre cinco años después en la calle Cristina, en esa misma ciudad. Sus hojas provenían de una enorme hacienda de 65 caballerías que tenían en Consolación del Sur, en la provincia de Pinar del Río.
Fue a Rodrigo de Jerez a quien se le ocurrió llevarlo a España de regreso, y cuando empezó a fumarlo en Ayamonte, localidad de Huelva, "emborrachó" a varios de sus vecinos. De hecho fue tan alucinógena la "nota" que provocó, que el tribunal de la inquisición lo metió preso por "brujero", sobre todo cuando lo vieron soltando humo por la boca. Cumplió siete años, y el colmo fue que cuando salió de la "cana", todo el mundo fumaba en Huelva.
Hasta el rey Felipe II resultó cautivado. Tanto, que se asegura que 1559 envió a Cuba al cronista Fernández de Boncalo a buscar las primeras semillas de la planta, las que después fueron sembradas en la localidad de Toledo, ciudad que quedó oficialmente recogida como la primera que plantó tabaco en Europa en 1607. Luego el uso de la pipa se hizo popular entre las clases sociales, y sobre todo los frailes, que lo plantaban en el interior de los conventos para después de fumarlo "comunicarse con el altísimo". Incluso se dieron cuenta que así, en lugares cerrados, era menos atacado por las plagas.
En fin señores que del tabaco se sabe todo. Dejen ya de inventar historias. Luego comenzó su expansión a Francia e Inglaterra. Y fíjense en este detalle. A Francia lo llevó el embajador galo Juan Nicot, y de ahí que el botánico sueco Linneo lo llamara nicotina. Fue el tabaco el que le alivió la jaqueca a la reina Catalina de Médicis, que en vez de fumarlo lo esnifaba. No digo yo.
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| Real fábrica de tabacos de Sevilla. |
La primera cigarrera en España comienza a funcionar en Sevilla, bajo el nombre de La Real Fábrica de Tabacos de Sevilla, que llegó a convertirse en la mayor de tipo industrial en el mundo. A Sevilla le sigue, por orden cronológico, la Fábrica de Cádiz en 1766 y que llegó a contratar a más de cinco mil mujeres, todo un record para una época en que el trabajo era propio de los hombres.
Al morir Partagás, en 1868, sus descendientes vendieron la fábrica y la hacienda pinareña al asturiano Juan Antonio Bances, pariente de la que con los años fuera esposa del Francisquito, el hijo del apóstol José Martí, quien continuó superando la calidad con el sello “La Flor de J. A. Bances”, asociándose a finales de siglo XIX con su paisano Ramón Cifuentes Llano, quedando este último al frente de la fábrica. En fin, ya esa historia la hemos comentado alguna que otra vez en este mismo sitio.
Por Jorge García
Maldita Hemeroteca.
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