MELONES: ENCUENTRO DE ESPONDA Y CALIXTO. LO CORTÉS NO QUITA LO VALIENTE

Mayor General Calixto García Íñiguez.
En la foto se puede apreciar la hendidura que tenía en la frente, por donde le salió la bala que se disparó por debajo de la mandíbula, y que a veces cubría con algodón y cera.// 

A propósito de las recientes explosiones ocurridas en una unidad militar de la localidad de Melones, actual municipio Rafael Freyre en la provincia de Holguín, Cuba, donde aun no han aparecido los cuerpos de los trece militares supuestamente muertos en la deflagración, de la que el régimen castrista no ha dicho más "ni pío", nos vino a la memoria los personajes de un suceso ocurrido en aquella localidad en el siglo XIX.

Vamos por partes...

Un vez repuesto de esa herida que ve usted en su frente, auto infligida al verse sorprendido en San Antonio de Baja en 1874, guerra chiquita, porque este sí fue de los que participó en las tres guerras, el general Calixto García fue trasladado al hospital y una vez recuperado, al castillo del Morro como prisionero. Desde allí partió al destierro en la Península. 

El barco que le transportó llegó a Santander y fue internado, de inicio, en el penal de Santoña, el 5 de mayo de 1875. Poco después se le envió a Madrid, al cuartel de San Francisco, en un régimen de prisión sensiblemente atenuado, puesto que podía recibir visitas de familiares y amigos, entre ellos Eusebio Hernández y Raimundo Menocal.

De gran provecho fueron sus dos etapas como desterrado en la Península (1874-1878 y 1880-1895), gracias a la amistad que trabó con algunos intelectuales españoles y a la lectura en bibliotecas públicas. Además, contó también con la asidua compañía de la española Paula Ruiz, con la cual tendría un hijo fuera de su matrimonio de nombre Raimundo Domínguez Eguaraz. 

Además allí en Madrid trabajó en un banco, dio clases de inglés y sus hijos estudiaron sus carreras. Total, que Calixto solía visitar al general Manuel de Salamanca y Negrete en su oficina del paseo de la Castellana, donde el general se recuperaba de su etapa en Cuba. En una de ellas, Calixto coincidió con su más enconado enemigo, el rival de Melones precisamente, acción bélica efectuada en enero de 1874. 

El entonces coronel Federico Esponda y Morell, había sido el creador de las tres celebres unidades de combate, "Los Murciélagos", "Los doce Apóstoles" y "Los Gíbaros". No obstante en aquella oficina no pasó nada, solo un frio estrechón de manos y una falsa afirmación por parte de Calixto: 

--¡Hombre, mi más encarnizado enemigo de Melones y de tantas veces!, exclamó el Cubano, en tanto que Esponda le respondió: 
--"Y las que usted necesite ahí estaré", pero Calixto se apresuró a decir: 
--"No coronel, para mi todo aquello ya terminó". 

Contra este oficial fue que el caudillo holguinero combatió el 9 de enero de 1874, cuando fue atacado por sus fuerzas en su campamento de Melones y donde contaba entonces con Antonio Maceo y Belisario Grave de Peralta como oficiales bajo su mando. Lo que no imaginaba Salamanca, Esponda quizás sí, era que Calixto estaba esperando el momento preciso para regresar a Cuba a por más. 

No solo eso, ya nombrado lugar teniente general es quien coordina el ataque mancomunado entre los marines norteamericanos y los mambises por la playa de Daiquirí, en Santiago de Cuba. Por cierto, el general Salamanca fue el mismo que autorizó el regreso de Antonio Maceo a Cuba. 

Sin duda este capitán general, que falleció en la Habana el seis de febrero de 1890 cumpliendo con sus funciones, mantuvo siempre una posición muy benévola con los rebeldes Cubanos. Lo cortés no quita lo valiente, eso dicen.

FEDERICO ESPONDA

En 1873 se enfrentó a Antonio Maceo en El Carril de Chaparra y el 9 de enero de 1874 luchó contra Calixto García en la acción del campamento de río Melones (Holguín), en la que al mando de seiscientos hombres combatió contra un enemigo que le doblaba en número, defendiéndose y rechazándolo

Salvó a su tropa por medio de una hábil y ordenada retirada, durante la que, a pesar de haber recibido una herida de bala, sostuvo los repetidos ataques enemigos sin abandonar a los heridos y muertos que llevaba consigo. Abierto el correspondiente juicio contradictorio, por Real Orden de 6 de agosto de 1875 se le concedió la Cruz de San Fernando de 1.ª Clase.

En abril de 1874 fue ascendido a brigadier por méritos de guerra, pasando a mandar la Brigada de Vanguardia de la Trocha de Morón, y a continuación la 2.ª división, que comprendía la Comandancia General del Centro y el Gobierno Civil de Puerto Príncipe.

En 1877 se le concedió la Gran Cruz al Mérito Militar como recompensa a su actuación en la campaña. Dos años después fue nombrado comandante general de Las Villas (Cuba), de donde pasó en el mismo puesto a Santa Clara, provincia en la que combatió incansablemente a los insurrectos en los años siguientes.

Fuentes y bibl.: Archivo General Militar, Secc. 1.ª, leg. E-1445/1446. Portal "Historia Hispánica"
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