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EL CASTRISMO EN CUBA. COMENZABA EL ROBO DEL SIGLO


El trece de octubre de 1960 comenzaba en Cuba la expropiación forzosa de la propiedad privada. El presidente designado por los barbudos, Osvaldo Dorticós Torrado, firmó la Ley N° 890 que en su introducción decía lo siguiente: 

"Se dispone la nacionalización mediante la expropiación forzosa de todas las empresas industriales y comerciales, así como las fábricas, almacenes, depósitos y demás bienes y derechos integrantes de las mismas". 

Fue una de las dos medidas radicales tomadas por la Revolución Cubana este día. Mediante la Ley 890 el Gobierno Revolucionario procedió a la expropiación forzosa de trescientas ochenta y dos grandes empresas industriales, entre ellas ciento cinco ingenios azucareros.

Además dieciocho destilerías, seis de bebidas alcohólicas (como la Cía. Ron Bacardí, S.A.), sesenta y una textiles y confecciones, dieciséis molinos de arroz, cuarenta y siete almacenes de víveres, once tostaderos de café, trece tiendas por departamentos, ocho empresas de ferrocarriles, diecinueve de construcción, trece marítimas, etc. 

Esta Ley había sido precedida por la firma de la Ley N°851 del seis de julio de 1960, por la cual se nacionalizaban las propiedades norteamericanas en Cuba. Ese mismo año se nacionalizaron los bancos extranjeros, siguiendo a la Ley de expropiación de la propiedad privada. Una vez más el designado presidente firma una segunda ley, en este caso la No 891, que proclama en su preámbulo: 

"Se declara pública la función bancaria y en lo adelante solo podrá ejercerla el Estado a través de los Organismos creados al efecto con arreglo a las disposiciones legales vigentes en cuanto no se opongan a lo dispuesto por la presente Ley." Se procede a la nacionalización de los bancos cubanos y extranjeros, con excepción de los canadienses.

Entre las grandes "adquisiciones" estuvo la tienda "El Encanto", inaugurada en 1949 y donde por primera vez se comerciaban los artículos por departamentos en sus seis pisos. Como habrá sido de esplendorosa, que fue donde único se estableció la firma del icónico modisto francés Cristian Dior en el continente Americano.

Fue una idea que surgió de la mente comercial de varios emigrados españoles. En 1888 los hermanos asturianos Solís, José al que llamaban "Don Pepe" y Bernardo, establecieron una tienda de retales en la esquina de las calles Galiano y San Rafael, en pleno corazón de La Habana. El éxito que obtuvieron fue tal, que con el capital aportado en 1900 por el paisano don Aquilino Entrialgo, fundaron la tienda por departamentos "El Encanto".

El Encanto fue pionero en ofrecer la posibilidad al cliente de pagar sus compras con tarjeta de crédito, y también el primero en ofrecer certificados de regalos y entregas a domicilio.  

En 1949, con la edificación del nuevo edificio comenzó el proceso de modernización, sin saber que diez años después serían nacionalizados y/o embargados por los Barbudos de la Sierra Maestra,...¡y sin devolver nada a cambio. Y como pasó siempre con todo lo que tocó esta gente, fue cerrada al publico y la convirtieron en un almacén, hasta que en 1961 fue devorada por un incendio perpetrado, supuestamente, por grupos desafectos al régimen comunista.

SIQUITRILLADOS

La llamada "siquitrilla" es la parte del cuerpo donde finaliza la espalda en el hueso coxis, en cambio el verbo "siquitrillar", según la real academia de la lengua española, significa expropiar o destruir moralmente a alguien, que es el que más se ajusta a este relato. De hecho, era así como le llamaban en Cuba a los afectados por las expropiaciones castristas en los años sesenta.... "Los siquitrillados".

En relación a estos embargos, en el año 2008 encontramos un articulo en el periódico "El Mundo.es relacionado con uno de estos "siquitrillados". Se trataba del cubano Viriato Carillo, que afirmaba que su familia en Cuba había sido la dueña de ocho ingenios azucareros, una fábrica de comestibles, otra de fósforo y la destilería de ron Santa Cruz, donde la firma francesa "Pernod Ricard" produce el ron "Havana Club".

En otra ocasión un periodista de la BBC británica le propuso a Viriato un reto, tener una conversación con el actual ocupante de la casa familiar situada en la exclusiva zona del Country Club de La Habana, y que según aseguraba él le había pertenecido antes de la llegada de Castro al poder. 

No hay que decir que el actual morador de esa fastuosa vivienda era un alto personaje del régimen castrista, de hecho cuando el periodista intentó ponerse en contacto con él, ni siquiera se dignó en contestar. Algún día, dijo Viriato, tendré que negociar con él, y entonces le diré lo siguiente:

«Pon un precio, pero piénsalo bien. La cantidad que me digas es la que te voy a exigir a ti si quieres seguir viviendo en mi casa. Somos gente razonable. Sabemos que hay que negociar pero ellos y eso deben entenderlo también. ¿Qué esa casa se la dio Fidel? Pues felicidades, pero es como si yo en ese momento les pillo su cartera y salgo corriendo».

Otra de las viviendas familiares estuvo radicada la embajada de Alemania, no sabemos si sigue allí, con lo cual debe ser otra gran residencia. La familia Viriato pertenecía a una de las cinco que luego fueron perjudicadas por la cadena hotelera española Meliá.

Por ejemplo los herederos del terrateniente azucarero Rafael Lucas Sánchez Hill, expropiado por la revolución cubana, no han renunciado a cien mil hectáreas de tierra en la zona de Holguín, en la parte oriental de Cuba. La familia Sánchez Hill huyó de la isla en 1960, enseguida que supieron que sus propiedades estarían entre los primeros objetivos de los barbudos.

Y es que en el momento en que que Castro se hace con el poder, sus primeros objetivos de venganza se enfocaron en las propiedades de los oficiales, soldados y partidarios del depuesto dictador Fulgencio Batista, después fueron a por las empresas estadounidenses y, en tercer lugar, la gente como el señor Viriato, que consideraban se habían vuelto ricos esquilmando al pueblo, cuando la mayoría se trataba de herencias y patrimonios de siglos anteriores.

EL PALACIO VELASCO

Sin ir más lejos, en la esquina de la calle Cárcel No 51, en la Habana, se levanta un elegante palacio que hoy es la sede de la embajada española en Cuba. El Palacio Velasco, construido en 1912 con un estilo Art Noveau, pertenecía hasta su expropiación en 1961 a la familia de origen catalán José Sarrá y Valdejuli, dueños del famoso emporio farmacéutico.

Palacio Velasco, actual embajada de España en Cuba

Sus últimos dueños, Teresa Velasco y Arturo González, regresaron a España pero otra parte de la familia ha levantado en Estados Unidos la marca farmacéutica que les hizo millonarios en Cuba. Si algún día prosperan sus reivindicaciones en una cuba libre, la delegación diplomática española tendrá que buscar otra ubicación o renegociar la misma.

Cuando Gil Mármol y su familia huyeron de Cuba en 1961, el entonces gobierno revolucionario le incautó diecisiete cuadros que quedaron en el camino, incluidas dos acuarelas del mexicano Diego Rivera. Años después, el propio Mármol descubrió en 1995 que una de las obras había sido contrabandeada al exterior, y vendida en una subasta en Nueva York a un comprador desconocido.

Ese fue el único rastro real de la colección de los Mármol, apenas una de las obras de arte que habían sido confiscadas y difíciles les será recuperarlas, incluso si algún día la isla se democratiza. Otro ejemplo, otra acaudalada familia afectada por lo mismo fueron los Fanjul, quienes aseguran perdieron una colección valorada en sesenta millones de dólares, y que incluía más de una decena de obras del impresionista español Joaquín Sorolla, así como un dibujo a lápiz de Miguel Ángel.

El edificio Bacardí, dueño del famoso ron, que fue construido en 1930 con estilo Art Decó y decorado con mármoles de colores, pasó a ser "propiedad" de la compañía estatal Habaguanex S.A., que lo destinó, no sabemos ahora, a la renta de oficinas para representaciones comerciales locales y extranjeras. Así mismo el icónico edificio Focsa, con 28 plantas y trescientos setenta y cinco apartamentos, que en 1956 fue considerado como el primero fabricado de hormigón armado de toda América, resultó que entre los años 70 y 80 alojó a contingentes de "asesores civiles soviéticos".

A la familia Gutiérrez Castaño, de origen Vasco, le fueron arrebatadas propiedades con un valor que por entonces se calculaba en 45 millones de dólares. 

En 1922 la familia Gutiérrez Castaño, vinculada a la producción azucarera, estaba considerada como una de las más ricas de Cuba, si no lo más en aquellos años. Su nieto Nicolás llegó a ser en Miami el presidente de la asociación de hacendados cubanos, una organización que por entonces reunía a un total de cuatrocientos ex propietarios que sus negocios, estimados en cien mil millones de dólares, fueron expropiados igualmente.

Cubanos estadounidenses como la familia Mármol, una familia fundada 1836 por Leonardo Mármol y Tamayo en Santiago de Cuba, han tenido que luchar por décadas para recuperar las pinturas y otras obras de arte perdidas en Cuba, en medio de prolongadas disputas legales y también porque muchos de los objetos han desaparecido. Algunos expertos de arte cubanos aseguran que muchas piezas de la colección de Julio Lobo, han sido subastadas o vendidas - principalmente en Europa - ante la falta de liquidez del régimen.

Entre las propiedades que han ido incluyendo en sus expedientes se encuentran aeropuertos, puertos, grandes extensiones azucareras y la finca de tabaco más grande de Cuba.

Existen Cubanos, dentro y fuera de la isla, que aun se sienten esperanzados en que se puedan reclamar sus propiedades, las que según los cálculos ascienden a un valor que podría superar los doscientos mil millones de dólares.

Los hoteles de Sol Meliá, sin ir mas lejos, son otros de esos bienes que entrarían en disputa en los Tribunales de una Cuba libre y democrática. Sin embargo, desde La Habana el régimen se ha negado rotundamente a cualquier posibilidad de negociar esas propiedades, una postura en la que no han cedido ni un palmo en las mesas de negociaciones, lo mismo con afectados de España o de EEUU.

En el primer caso, en 1988 se llegó a un acuerdo para un primer pago de 60 millones de pesetas, (7 millones de euros actuales) destinado para que un grupo de españoles afectados pudieran cobrar las indemnizaciones acordadas entre ambos países antes del plazo de quince años, sin embargo no existe mucha más información al respecto.